El álbum póstumo de Johnny Hallyday desata la locura en Francia
El álbum póstumo del cantante francés, ‘Mon pays c’est l’amour”, arrasa entre sus fans
El idilio de Francia con su mayor estrella del rock rebasa todos los límites de la mitomanía. Johnny Hallyday, como el Cid, gana batallas después de muerto. Y no sólo eso: sigue conmoviendo a sus fans y les hace llorar. Ayer lo logró, más que nunca, con la salida de su álbum póstumo, Mon pays c’est l’amour (Mi país es el amor). Hubo quien se pasó horas frente a una tienda en los Campos Elíseos que había anunciado la apertura excepcional, a medianoche, para satisfacer a los más impacientes.
En medio de un gran secretismo, como si fueran armas nucleares, los 800.000 discos del álbum número 51 de Hallyday que iban a ser puestos a la venta fueron almacenados en un lugar no desvelado, en cajas con una etiqueta codificada, y transportados luego con suma discreción. Mon pays c’est l’amour ganó en sus primeras horas en el mercado tres discos de platino, al vender 300.000 copias, 100.000 de ellas gracias a los encargos anticipados vía internet.
El cantante, fallecido de cáncer de pulmón el 5 de diciembre del año pasado, logró grabar los 11 temas, a pesar de los estragos de la enfermedad, en su estudio de Los Ángeles. En unos vídeos inéditos hechos públicos por su viuda, Laeticia, el artista, a sus 74 años, demostraba todavía mucha energía y una dedicación apasionada al oficio. Según los expertos, Hallyday regala en su último trabajo su voz potente, clara, virtuosa.
La mayoría de canciones son de un ritmo vigoroso. No hay el habitual equilibrio entre las baladas y el rock puro. Todas fueron compuestas por Maxim Nucci, alias Yodelice, su colaborador fijo, con Yarol Poupaud a la guitarra. Los autores de las letras, en cambio, son muy diversos. La última melodía que grabó, Tomber encore, fue escrita por un fan, Boris Lanneau, un parisino de 41 años que, en octubre del 2015, tuvo la paciencia de esperar 14 horas delante del hotel donde se hospedaba el artista, en Lille, para entregarle un álbum con sus letras. Para Boris, como para tantos franceses, Hallyday fue un fenómeno intergeneracional. Su padre le transmitió el amor por su música. “Cuando supe de su muerte, pensé en mi padre –declaró Lanneau a Le Parisien– Al enterrar a Johnny, él enterró su juventud”.
La canción que da título al álbum, escrita por Katia Landreas, exigió a Hallyday un tono muy agudo. “Vengo de un país donde escogí nacer (...) Un país que nunca me ha abandonado”, dice la lletra. En Interlude, evoca su final. “Lo hablaré con el diablo”, anuncia. “El día llegará para responder de mis actos y no me esconderé”, promete. Más de uno y una sufrirá es- calofríos al escucharla.
Laeticia Hallyday aceptó ayer su primera entrevista tras la muerte del marido. Fue en TF1, el primer canal de la televisión francesa, en el telediario de las 8 de la noche. La viuda –vestida de negro–, que vivió 23 años con el artista, explicó que el álbum se produjo “en el dolor, en el combate contra la enfermedad”. “Es un álbum de la resiliencia, del coraje, de la determinación de querer decir alguna cosa, querer hablar de su libertad de pensamiento, su alegría de vivir y también del amor –señaló–. Es un álbum que habla del amor. Es la his-
“Es un álbum del coraje y el combate contra la enfermedad”, dice la viuda en su primera entrevista
toria de su vida, el amor”. Laeticia pasó de puntillas sobre el espinoso asunto de la herencia –de la cual es única beneficiaria–, objeto de una agria disputa con los hijos anteriores del cantante, un psicodrama cuyos capítulos Francia sigue con una sed morbosa de novedades y ansiosa de conocer el desenlace.