La Vanguardia

La cantera renaturali­zada

Concluye la restauraci­ón de la zona de extracción minera del Turó de Montcada, que permitirá ampliar el uso público de Collserola

- ANTONIO CERRILLO

El paisaje de la antigua cantera de roca caliza del Turó de Montcada resulta irreconoci­ble. El gran agujero árido y polvorient­o, trufado de caminos y trincheras donde se extraía el material para fabricar el cemento, es hoy una explanada verde y frondosa. La recuperaci­ón de este sitio es uno de los mejores ejemplos de España de restauraci­ón de un lugar que estuvo degradado durante decenios por las actividade­s extractiva­s.

Viajar en coche entre Barcelona y Girona por la autopista ha ofrecido durante años la inquietant­e imagen de una montaña que iba siendo devorada poco a poco (cementera Asland, luego LafargeHol­cim). Todo indicaba que el Turó de Montcada desaparece­ría de los mapas. Pero no ha sido así. Se ha conservado la punta de la loma mientras que la hondonada de excavación se ha convertido en un lugar de peregrinaj­e para los amantes de una naturaleza que quiere una segunda oportunida­d.

Sobre la antigua cantera, la empresa Lafarge ha desarrolla­do una actuación (14 ha) en la que ha huido de las repoblacio­nes forestales indiscrimi­nadas y rutinarias. Ahora es un enclave-puzzle donde se combinan zonas despejadas (idóneas para que puedan cazar ciertas especies), arboledas (encinas y robles, además de pino blanco) y ambientes rocosos y acuáticos (para mejorar los hábitats de búhos, otras aves, reptiles, anfibios, y de fresnos, sauces). Previament­e, sobre el terreno calizo, se vertieron 2 millones de toneladas de tierras procedente­s de las grandes infraestru­cturas de Barcelona (la línea 9 del metro, del AVE o de la plaza de Glòries). Así, se ha creado un suelo irregular con una ligera pendiente donde se ha borrado todo rastro de la cantera.

Así será posible ampliar aún más el uso público del Turó de Montada, opción que ya se inició hace unos años y que ha permitido al público contemplar las primeras reforestac­iones de los años ochenta, entre otras actuacione­s de adecuación. La empresa propietari­a decidió que las zonas recuperada­s pudieran ser visitables y presentó un proyecto con este fin. Esto sucedió cuando el Turó de Montcada se incorporó al parque natural de Collserola a raíz de la creación de este espacio protegido en el 2010, cuyos senderos son recorridos por vecinos de Montcada, excursioni­stas barcelones­es y otros amantes de Collserola.

Para llevar a cabo estas actuacione­s se han seguido los criterios paisajísti­cos y de conservaci­ón dictados desde el patronato de Collserola, que gestiona el parque. “En todo momento, hemos intentado compatibil­izar la instalació­n de servicios para uso público y la conservaci­ón de la biodiversi­dad, que es lo queríamos”, dice Jaume Ramon, jefe de medio ambiente de la fábrica de LafargeHol­cim en Montcada.

En el paseo por las zonas recuperada­s sorprenden los rincones y miradores repartidos por esta isla de naturaleza, sitiada entre las carreteras de acceso a Barcelona, pero donde sobrevive una fauna diversa (búhos y aves nidificant­es, jabalíes, murciélago­s, sapos, serpientes...). ¿El futuro gran reto? Unirla a la sierra de Collserola con un corredor biológico. ¿Por qué no?

La visita permite contemplar cómo se han saneado fuentes, colocado bancos, creado zonas de picnic y señalizado los senderos, sin que falten lagunas para los anfibios o las cajas nido para aves. En la Font de la Mitja Costa, los carteles informan sobre el histórico y desapareci­do castillo de Montcada, una construcci­ón de esplendor medieval que remataba el Turó y que fue demolida por Felipe V en 1713. “Sus restos ya no estaban cuando se inició la explotació­n de esta cantera en 1917, ¡eh!”, precisa diligente Jaume Ramon. –Igual esas últimas piedras sirvieron de origen de la primera cantera –bromeamos sin fundamento.

La recuperaci­ón del espacio culmina a los 100 años de iniciarse la explotació­n minera de esta cantera (1917), un lugar selecciona­do por reunir tres de los cuatro elementos necesarios para fabricar cemento (cal, sílice y aluminio, pero carece de hierro). La obligación de restaurar viene dada por la ley de Actividade­s Extractiva­s (1982), que exige a las mineras dejar la zona en su estado original. No obstante, continúa el aprovecham­iento de la pizarra para obtener sílice (para lo cual no hay un final previsto, aunque quedan más de 30 años de extracción al ritmo de consumo de cemento actual).

Desde el 2012, los dueños cuentan con la colaboraci­ón de Acer, una entidad ambientali­sta que (a través de un acuerdo de custodia) facilita el acceso público al lugar y de difundir y divulgar los valores natural del conjunto. “De esta manera, expertos en conservaci­ón se compromete­n a velar por las actuacione­s llevadas a cabo”, dice su responsabl­e de proyectos, la bióloga Montserrat López. Acer efectúa un seguimient­o de la biodiversi­dad de la finca del Turó de Montcada, lo que ha permitido detectar especies de flora y fauna muy singulares (las orquídeas gigante y abejera, el sapo corredor o mariposas de gran valor), y actuar contra las especies invasoras.

Espacios abiertos, rocosos y acuáticos, y arboledas componen el enclave creado por Lafarge

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XAVIER CERVERA Esta fotografía permite comparar cómo era la zona de extracción minera y su situación actual

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