‘Àngels a Amèrica’, por fin al completo
David Selvas dirige en el Lliure la gran obra sobre el sida
Es una de las catedrales del teatro contemporáneo. La gran obra sobre la peste del siglo XX, el sida, en plena época Reagan, cuando muchos veían la enfermedad como un castigo merecido. Una obra monumental, un díptico con dos partes de casi cuatro horas cada una, bien conocida en Catalunya: Àngels a Amèrica. La primera parte del díptico de Tony Kushner dio el pistoletazo de salida del Teatre Nacional: inauguró su Sala Tallers en 1996. Con polémica, porque no era una obra catalana y encima hablaba de homosexuales. La dirigió Josep Maria Flotats, responsable del TNC, que fue destituido antes de poder montar la segunda parte. Ahora el otro gran teatro público de Barcelona, el Lliure, se atreve a llevar a escena el díptico al completo bajo la dirección de David Selvas y con Pere Arquillué, Vicky Peña, Òscar Rabadan y los actores de la Kompanyia Lliure como protagonistas. Eso sí, Albert Arribas ha abreviado el texto original y cada parte del díptico –S’acosta el mil∙lenni y Perestroika–,durará unas dos horas. Se verán desde el día 25 en el Lliure de Montjuïc en días alternos. Los sábados se verán las dos.
“Estamos haciendo justicia con un error histórico, que es que siendo un referente no se pudiera enseñar la segunda parte de la obra por lo que sucedió”, recordó Arquillué, que hace 22 años daba vida a uno de los jóvenes de la pieza y ahora es el maduro abogado republicano, homosexual en el armario y enfermo de sida Roy Cohn, un personaje real que fue consejero de McCarthy y abogado de Donald Trump en sus primeros pasos. “Es un clásico contemporáneo”, remachó el actor, y “quiero que la gente sepa que no puede perdérselo. Es una obra que habla sobre la libertad y la valentía en un momento que el mundo cambia. No sé si hay mejor momento para hacerla que ahora. El mundo y la sociedad están cambiando y necesitamos referentes con una mínima distancia”.
Una obra con enfermos de sida, hospitales, mormones y toques de realismo mágico –ángeles, sueños, fantasmas– que Selvas define como un “culebrón metafísico que a través de la metáfora del sida abre en canal la sociedad americana de los ochenta”. “Une lo pequeño y lo grande, el puritanismo total con la vivencia de la homosexualidad con libertad, lo divino y lo terrenal, el miedo y la valentía, y las pone en el momento que aparece el sida y la comunidad gay es estigmatizada: os lo merecéis. Y en ese magma también está la posibilidad de cambio, la necesidad de las personas de hallar conexiones, de entendernos en un momento en el que parece imposible que podamos”, concluye.
La caída de Flotats impidió que la segunda parte de la obra se montara en el TNC