La Vanguardia

‘Kassandra’, una ‘stand up tragedy’

Belbel dirige en Salt y el TNC una revisión actual del mito

- J. BARRANCO Barcelona

Casandra, la adivina, la agorera a la que no escuchaba nadie. Hija de los reyes de Troya, hermana de Héctor y Paris, Apolo le dio el don de la adivinació­n. Y cuando por sus votos de castidad no quiso entregarse a él, le dio el castigo de que nadie la escuchara. Casandra avisó de las desgracias que traería el rapto de Helena y del caballo de Troya. Nadie le hizo caso. Tras la debacle, la entregaron como concubina de Agamenón, al que advirtió de que al regresar a casa su esposa y su amante le matarían. No sirvió. Y pese a todas sus aventuras, Casandra no tiene su propia tragedia, como sí la tuvieron Andrómaca, Ifigenia o Electra. Quizá su tragedia se perdió y, para subsanar esa desaparici­ón, el dramaturgo uruguayo Sergio Blanco ha escrito una Casandra contemporá­nea.

Una Kassandra emigrante, como acabó siendo la propia adivina troyana, y además transexual en proceso de cambio, a la que Blanco ha situado en un bar de carretera de algún país por el que está en tránsito. Allí Kassandra toma la palabra, se dirige a la audiencia y le cuenta su historia, sus exilios, del país, del cuerpo. Y casi crea un nuevo género: la stand up tragedy. Y esa directa, socarrona y dolorosa Kassandra, dirigida por Sergi Belbel e interpreta­da a solas en escena por Elisabet Casanovas, se estrena hoy en el festival Temporada Alta, en el Teatre de Salt, y desde el miércoles y hasta el 18 de noviembre estará en el TNC.

Casanovas, vestida con corpiño negro y falda de leopardo, la cara cargada de maquillaje presidida por una peluca tan larga y tan roja como las uñas, da vida a un joven que está en camino de ser una joven y que habla casi toda la obra en un inglés roto , malhablado, que entiende hasta quien no conoce esa lengua. Ella quiere comunicars­e, contar su historia, su verdad, mucho dolor reprimido y no reconocido, lo que la acerca a la humillació­n, dice Casanovas, pero añade que también es una supervivie­nte y que por ahí aparece el sentido del humor de la pieza.

Belbel inicialmen­te pensó en un actor para Kassandra, pero cuenta que el autor le recomendó una mujer. “Se necesita un intérprete de teatro, no podíamos coger para el papel a alguien trans pero que no lo fuera”, apunta. Y dice que Blanco coge el mito griego y lo traspone a la actualidad. “Toma la parte visionaria de Casandra pero también su historia como botín de guerra. Explica la devastació­n y destrucció­n de su ciudad y el viaje como esclava de Agamenón a otra tierra. La figura que coge es la del refugiado, pero no sólo el político, obligado a irse por la guerra, sino que también habla de otro exilio, el del cuerpo, el sexual”, concluye Belbel.

Kassandra es una emigrante transexual que habla en un inglés comprensib­le por todos

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DAVID RUANO Escena de Kassandra, que hoy se estrena en Temporada Alta y el miércoles en el TNC

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