El espantamiedos
Miedo/Albert Pla
Lugar y fecha: Barts (18/X/2018) Cantar parece el mejor remedio para espantar males y otras dolencias del alma como el miedo. Sobre esta idea –explicitada con la recurrente presencia de una niña espectral que le repite al protagonista: “si dejas de cantar morirás”– pivota Miedo, el último espectáculo de Pla. Montaje “mutimierda”, que diria él, dirigido por Pepe Miravete, y en el que el de Sabadell –que comparece solo en escena– ha contado con la colaboración de Raül Refree en la composición de las canciones, y las gentes de Nueveojos y Mondongo en el importante capítulo visual de la propuesta.
Como en el anterior Guerra, Albert Pla aprovecha las posibilidades del mapping para ir deshilvanando el argumento de este ejercicio de teatro musical con cresta en el que, como es habitual en el caso de nuestro artista, mezcla con endiablado talento lo cómico y lo doloroso, con episodios tan memorables como su encarnación de una terrible madre al pie del lecho de su hijo enfermo. El recorrido pasa por una alucinante suma de situaciones y paisajes, desde túneles a ascensores, casas encantadas, tétricos museos de arte contemporáneo, o ciudades bajo las bombas. La banda sonora de estos estadios comprende un buen puñado de canciones nuevas –Muñeca, Circo, Adiós mamá...– a las que debe sumarse el rescate de Diarrea mental, una de las mejores piezas de su álbum de 1992 No sólo de rumba vive el hombre.
Albert Pla cataloga en este espectáculo sus miedos, que son los de todos, empezando por las fobias infantiles a la oscuridad y los parques con niños grandes y abusones, o un homicida Ratoncito Pérez; y siguiendo por los accidentes y el dolor físico, las enfermedades más crueles –impactante sucesión de cánceres, próstatas, pústulas e infecciones varias–, desembocando en una muerte/putrefacción que resulta, de algún modo, liberadora (“desde que sé que estoy muerto ya nunca me pongo enfermo”). También participan de la fiesta otros pavores igualmente horribles, como el de que no nos amen o el “de estar loco y estar cuerdo”. El propio miedo, a fin de cuentas, que genera estar vivo.