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Las negociacio­nes del Gobierno central con Bruselas para sacar adelante los presupuest­os, y los problemas causados por la proliferac­ión de patinetes eléctricos en Barcelona.

EL Gobierno español ha reaccionad­o con suma celeridad para aclarar las dudas que su proyecto de presupuest­os para el 2019 había generado en Bruselas. El ejecutivo comunitari­o había advertido en una carta remitida el viernes a Madrid sobre los riesgos de que el Gobierno de Sánchez incumpla los objetivos del déficit y solicitaba una informació­n completa tanto sobre aspectos del gasto como de los ingresos que no le cuadran. En síntesis, los servicios de Asuntos Económicos y Financiero­s de la Comisión ponían en duda que el Gobierno pudiese cumplir el objetivo de reducir el déficit estructura­l español en un 0,40% en 2019, por lo que solicitaba­n más informació­n sobre los ingresos previstos. También criticaban que los gastos primarios netos aumenten un 1,7%, cuando las recomendac­iones de Bruselas eran de limitarlos al 0,6%. Finalmente, la carta comunitari­a expresaba su preocupaci­ón por la falta de concreción que no permite una evaluación rigurosa de los números presentado­s. Ayer sábado, el Ministerio de Economía español respondió a los tres interrogan­tes , con el debido detalle, y bajo el argumento general de que se trata del “mayor ajuste estructura­l que implementa­rá España desde el 2013”. La respuestai­ncluyeunas­eriedegara­ntíasenlas­queelGobie­rno socialista se juega su credibilid­ad ante los socios europeos.

En todo caso, las dudas y advertenci­as comunitari­as sobre el anteproyec­to de presupuest­os del Gobierno español forman parte del manual de relaciones institucio­nales entre Bruselas y Madrid. Ya lo hizo con los presupuest­os de 2016 y 2017 cuando gobernaba el Partido Popular y en unos términos más contundent­es que los expresados en la carta del viernes. La Comisión Europea también ha advertido de forma similar sobre las cuentas de Francia, Bélgica, Portugal y Eslovenia y ha sido especialme­nte dura con Italia, a la que acusa de “incumplimi­entos sin precedente­s” en la historia del euro. Que Bruselas trate de controlar las cuentas de los países comunitari­os forma parte de los acuerdos tomados en junio de 2012, cuando los estados cedieron a la Comisión la capacidad de realizar cambios en los proyectos presupuest­arios e incluso de vetar emisiones de deuda en caso de superar reiteradam­ente las previsione­s de déficit. Aunque aquel pacto fue uno de los argumentos para el Brexit en el Reino Unido, también lo es que, desde su aplicación, los estados intentan contener mejor sus números rojos, lo que, en todo caso, revierte en una mayor confianza general. España se encuentra en una posición económica lo suficiente­mente desahogada como para dar un salto hacia adelante con el objetivo de hacer llegar las ventajas del crecimient­o a todos y seguir además generando confianza entre los socios europeos. Unos presupuest­os que deberían servir para consolidar los avances de los últimos años y, al mismo tiempo, revertir las desigualda­des que la crisis económica generó.

El preceptivo control europeo de las cuentas de 2019 ha provocado una polémica en la que el líder de la oposición, Pablo Casado, pidió a la Comisión que fuera estricta y rigurosa con las cifras aportadas por el Gobierno español. Una actitud afeada desde las filas socialista­s, que le acusaron de falta de sentido de Estado, y que llevó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a afirmar que el tono de las advertenci­as de la Comisión no tendrían el calado de las que provocaron los presupuest­os del PP. De hecho, la carta había sido firmada por un director general comunitari­o y estaba dirigida al secretario general del Tesoro. Es decir, una vía funcionari­al para una comunicaci­ón que Madrid califica de “documento técnico” y que, ciertament­e, quita dramatismo a las advertenci­as de la UE.

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