Crisis en la universidad
La universidad vive uno de los momentos más frágiles de las últimas décadas. La libertad de expresión –esencial para poder pensar y enseñar– se está achicando, acorralada por la corrección política y la primacía de los sentimientos sobre los hechos.
Una corriente de intransigencia ha invadido la universidad, que salpica las bases de la democracia –libertad de pensamiento y de expresión– y que desemboca en la “corrección política” y en el linchamiento de quien mantenga ideas contrarias a la socialdemocracia.
¿En qué consiste esta nueva furia de corrección política que invade las aulas universitarias? La inédita recurrencia a las agresiones, las interrupciones y los escraches. No se recuerda otra época tan agitada desde la contestación de los años sesenta.
Si las ideas del profesor o conferenciante desafían los mandamientos de social justice warrior, se les tacha de fachas, racistas y homófobos.
La universidad es un lugar donde se desafían las ideas. El alumno se matricula no para imponer sus ideas, sino para asistir a clase, estudiar libros de texto y dialogar con los profesores y con otros alumnos, con una visión muy distinta del mundo.
Toda esa corrección política, todas esas creencias posmodernas, toda esa hipersensibilidad estudiantil están horadando la libertad de cátedra y generando una espiral de silencio en académicos y pensadores. Este entorno intimidatorio es preocupante, porque hace cojear a la universidad en su principal misión: enseñar a pensar.
JOSÉ LUIS PÉREZ GONZÁLEZ Barcelona