Algo más que migrantes
El Gobierno ordena otro cordón policial a 40 kilómetros de la frontera
Los 3.000 hondureños que partieron de su país camino del sueño norteamericano han logrado cruzar la frontera mexicana rodeados de toda la atención mediática después de que Trump los haya convertido en un símbolo de la lucha contra la inmigración ilegal.
Ni las amenazas de Donald Trump, ni las (de momento relativas) trabas fronterizas mexicanas ni las recomendaciones desde su país han frenado el avance de la caravana de emigrantes hondureños, que ayer reanudaron su camino incansable hacia Estados Unidos.
Fuentes de Protección Civil de México fijaron en más de 3.000 los migrantes que habían cruzado ya la frontera y habían avanzado unos 40 kilómetros hasta Tapachula, la segunda ciudad más importante del estado mexicano de Chiapas, donde tenían previsto pasar la noche. A la caravana se habían unido representantes de varias oenegés y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México.
Una fuerza de más de 600 policías estatales y federales instalaron un retén a la entrada de Tapachula aparentemente con la intención de poner fin al avance y negociar el final de este éxodo masivo. A tenor de lo ocurrido en la frontera, donde apenas se les retuvo unas horas, esta odisea, iniciada el pasado día 13, no parece haber visto aún su final.
México está teniendo una actitud ambivalente, poniendo trabas pero sin querer dar una imagen excesivamente dura. El presidente del país, Enrique Peña Nieto, se debate entre su promesa de no dejar pasar a nadie indocumentado y el miedo a que una mala gestión le ponga en la misma línea que el populismo nacionalista de Trump.
El Ministerio de Exteriores dio cifras poco coincidentes con las de protección civil. Según sus datos, este pasado fin de semana habían llegado a la frontera alrededor de 4.500 migrantes centroamericanos. Es probable que a la caravana inicial se hayan unido grupos que ya esperaban en Guatemala. El ministerio insistió en que a todos se les había dado una atención constante y humanitaria. Pero que sólo habían “canalizado ordenadamente” 640 peticiones para que se les concediera el estatus de refugiados. Otros 500 manifestaron su deseo de volver a Honduras y se les estaba ayudando en el regreso.
El ministerio también señaló que 900 migrantes más buscaron entrar ilegalmente, en su mayoría por el río Suchiate. Se les había “rescatado” y se les iba a repatriar inmediatamente. También advirtió que ese sería el destino de todos los que intentaran hacer lo mismo. La advertencia era para los más de 2.200 migrantes que se mantenían todavía en el puente fronterizo entre Ciudad Hidalgo (México) y Tecún Umán (Guatemala).
Estados Unidos también está jugando ahora la carta de la desmotivación. La encargada de negocios de la embajada de Estados Unidos en Honduras, Heide Fulton, hizo llegar un aviso a los migrantes para que regresaran a su país. Les recordó que el viaje es muy peligroso y que Trump sería inflexible y los deportaría en cuanto cruzaran.
EE.UU. les recuerda que el viaje es peligroso y que al final sólo les espera la deportación