Soltar los frenos
Los expertos creen que desactivar el acuerdo INF supone optar por reanimar la carrera armamentística y cambiar el modelo de disuasión
Si se consuma la marcha de Estados Unidos del tratado INF, la consecuencia más lógica es que se desencadene una carrera armamentística dentro de esa escala de misiles que van entre los que tienen de 500 a 5.500 kilómetros de alcance, que son los que afectan al tratado del que Trump dice que quiere retirar a su país. “Sería la demostración de que la administración norteamericana ha dejado de creer en el control de armamentos”, explica el especialista español Alberto Pérez Vadillo, actualmente residente en Moscú. “Sería una muy mala noticia de confirmarse”, sentencia este experto en control de armamentos.
Estados Unidos dejaría de estar sujeto a las limitaciones que impone el tratado pero, por supuesto, también Rusia que entonces podría desplegar sin el más mínimo recato ni disimulo el misil crucero que la inteligencia norteamericana dice que tiene Moscú, pero del que los expertos sostienen que no hay pruebas fehacientes de que su funcionamiento vulnere el tratado INF de Gorbachov-Reagan. El citado acuerdo internacional prohibe estos sistemas de misiles con base en tierra, pero no en plataformas navales o aéreas.
Hay corrientes de análisis internacional que señalan, siempre dentro del terreno de los supuestos, que el misil crucero ruso que sería motivo del enfado norteamericano sobre el papel es una reacción casi inevitable al desarrollo –en armamento todo son proyecciones a medio y largo plazo– del escudo antimisiles norteamericano en Europa. Ese nuevo misil ruso de cuyo desarrollo no se tienen datos en el ámbito público tendría como objetivo reequilibrar la balanza al ser capaz de neutralizar los futuros escudos antimisiles que todavía no han entrado en funcionamiento.
El anuncio del presidente de Estados Unidos de posible abandono del tratado ha generado una gran incertidumbre. De concretarse, el paradigma del desarme fijado en los años 80 se sustituiría. El armamento de alcance medio radicado en tierra es una tentación mayor que acerca a sus propietarios a utilizarlos con más facilidad. Fue precisamente por eso por lo que se frenó su despliegue, se retiraron y se destruyeron por completo en 1991.
“Antes de dejar el tratado, Estados Unidos dispone de herramientas de control que fija el propio texto del INF, como es una comisión bilateral, para analizar la cuestión y activar si fuera necesario medidas de inspección”, explica Pérez Vadillo. Pero sobre eso Trump no ha dicho nada.
Sin embargo, hay más teorías como son las que apuntan que toda esta tensión responde a un intento de las dos superpotencias de implicar a China en un eventual nuevo tratado INF trilateral y no bilateral como el de ahora. Solo que parece que Rusia lo necesitaría más que Estados Unidos. Se verá. Como del desarrollo de los programas armamentísticos, las jugadas geopolíticas se desvelan a largo plazo.