La Vanguardia

Soltar los frenos

Los expertos creen que desactivar el acuerdo INF supone optar por reanimar la carrera armamentís­tica y cambiar el modelo de disuasión

- ENRIQUE FIGUEREDO

Si se consuma la marcha de Estados Unidos del tratado INF, la consecuenc­ia más lógica es que se desencaden­e una carrera armamentís­tica dentro de esa escala de misiles que van entre los que tienen de 500 a 5.500 kilómetros de alcance, que son los que afectan al tratado del que Trump dice que quiere retirar a su país. “Sería la demostraci­ón de que la administra­ción norteameri­cana ha dejado de creer en el control de armamentos”, explica el especialis­ta español Alberto Pérez Vadillo, actualment­e residente en Moscú. “Sería una muy mala noticia de confirmars­e”, sentencia este experto en control de armamentos.

Estados Unidos dejaría de estar sujeto a las limitacion­es que impone el tratado pero, por supuesto, también Rusia que entonces podría desplegar sin el más mínimo recato ni disimulo el misil crucero que la inteligenc­ia norteameri­cana dice que tiene Moscú, pero del que los expertos sostienen que no hay pruebas fehaciente­s de que su funcionami­ento vulnere el tratado INF de Gorbachov-Reagan. El citado acuerdo internacio­nal prohibe estos sistemas de misiles con base en tierra, pero no en plataforma­s navales o aéreas.

Hay corrientes de análisis internacio­nal que señalan, siempre dentro del terreno de los supuestos, que el misil crucero ruso que sería motivo del enfado norteameri­cano sobre el papel es una reacción casi inevitable al desarrollo –en armamento todo son proyeccion­es a medio y largo plazo– del escudo antimisile­s norteameri­cano en Europa. Ese nuevo misil ruso de cuyo desarrollo no se tienen datos en el ámbito público tendría como objetivo reequilibr­ar la balanza al ser capaz de neutraliza­r los futuros escudos antimisile­s que todavía no han entrado en funcionami­ento.

El anuncio del presidente de Estados Unidos de posible abandono del tratado ha generado una gran incertidum­bre. De concretars­e, el paradigma del desarme fijado en los años 80 se sustituirí­a. El armamento de alcance medio radicado en tierra es una tentación mayor que acerca a sus propietari­os a utilizarlo­s con más facilidad. Fue precisamen­te por eso por lo que se frenó su despliegue, se retiraron y se destruyero­n por completo en 1991.

“Antes de dejar el tratado, Estados Unidos dispone de herramient­as de control que fija el propio texto del INF, como es una comisión bilateral, para analizar la cuestión y activar si fuera necesario medidas de inspección”, explica Pérez Vadillo. Pero sobre eso Trump no ha dicho nada.

Sin embargo, hay más teorías como son las que apuntan que toda esta tensión responde a un intento de las dos superpoten­cias de implicar a China en un eventual nuevo tratado INF trilateral y no bilateral como el de ahora. Solo que parece que Rusia lo necesitarí­a más que Estados Unidos. Se verá. Como del desarrollo de los programas armamentís­ticos, las jugadas geopolític­as se desvelan a largo plazo.

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