Sobre la universidad
La gente en nuestro país sigue teniendo una buena opinión de la universidad, valoran positivamente los estudios, su protagonismo y gestión del conocimiento y el conjunto de posibilidades que ofrece, aunque en la práctica hay algunas cuestiones que perturban la actividad universitaria. Por ejemplo, una financiación insuficiente (hoy prácticamente de supervivencia); el cambio generacional, y estatus, de su personal docente, investigador y administración y servicios; la adecuación de sus estudios a una realidad más global y compleja, emocional y tecnológica; nuevas estrategias para dar valor al conocimiento y potenciar los saberes productivos del futuro; o la modernización de su gestión académica, administrativa y la gobernanza. Esta situación (reconocimiento social versus realidad operativa) tiene un cierto paralelismo con lo que está ocurriendo en la sociedad (bienestar global versus insatisfacción ciudadana). Contradicciones que demandan, cada día con mayor fuerza, cambios profundos, especialmente en aquellos elementos más estructurales, que precisan de actuaciones contundentes pero singulares pues deben mantener el todo (calidad de vida y competencia institucional) cambiando las partes (modernidad y adaptación a nuevos escenarios).
Todo ello es bien conocido, pero las universidades conviven con una inercia centenaria que ha ido construyendo un referente sumando partes poco conectadas entre sí (proyectos académicos). En la universidad, la estrategia institucional es débil o no existe; sin embargo, la comunidad universitaria vive como si la hubiese, y la alimenta constantemente con aportaciones académicas de valor, en ocasiones excepcionales. Esto tiene ventajas y también inconvenientes, con disfunciones puntuales difíciles de comprender. La universidad es un sistema complejo y la estrategia imprescindible para aprovechar mejor las capacidades y realidades de su gente, los recursos materiales y las singularidades de su entorno. No obstante, el gobierno de las universidades es más táctico (presente) que estratégico (futuro), quizá por falta de un proyecto colectivo con un liderazgo ejecutivo, que contemple planteamientos innovadores y disruptivos para los saberes, las personas y la gestión, y un modelo de gobernanza más eficiente que comprometa a todos. Si no se revierte esta situación, los cambios en la universidad tendrán poco recorrido y la actividad académica continuará sufriendo las consecuencias de no hacerlos.