La Vanguardia

Alerta por los vuelos XXL

Viajes de veinte horas sin escala ponen a prueba la resistenci­a humana

- ESTEVE GIRALT

El nuevo vuelo entre Singapur y Nueva York, sin escalas y con una duración de 18 horas y 45 minutos, recién estrenado por Singapore Airlines, se ha convertido en la ruta comercial aérea más larga del mundo.

Nuevos aviones, más ligeros y eficientes, hacen posibles vuelos ultra largos, de hasta 20 horas sin parada. Aunque viables tecnológic­amente, para el bienestar de los pasajeros supone un nuevo reto y cuestiona la confortabi­lidad y la salud de los pasajeros.

La principal amenaza, el síndrome de la clase turista, como se conoce mundialmen­te al riesgo de padecer una trombosis en las venas de las piernas o una embolia de pulmón provocada por las condicione­s de estrechez en el asiento de avión en vuelos de larga duración.

Sin caer en falsos alarmismos, se trata de un asunto serio, un riesgo para la salud de los pasajeros. “Modifica el escenario que teníamos hasta ahora porque a vuelos más largos, mayor distancia y mayor riesgo para la salud de los pasajeros. El riesgo se multiplica, crece de forma exponencia­l”, destaca el doctor Justo Menéndez, jefe del Servicio de Urgencias y responsabl­e de la Unidad de Medicina del Viajero del Hospital HM Sanchinarr­o, especialis­ta del denominado síndrome de la clase turista.

Para algunos de los expertos consultado­s, médicos hematólogo­s y especialis­tas en ergonomía, que el Singapur-Nueva York se haya lanzado para solo 161 pasajeros en asientos más espaciosos, sin la criticada clase turista, da la razón a quienes vienen alertando desde hace muchos años del riesgo de los vuelos de larga duración porque la circulació­n de las piernas está comprometi­da, se remansa la sangre y se pueden hacer coágulos. “El problema de fondo sigue siendo el mismo, la cuestión clave es la distancia entre los asientos, el resto es un disfraz de las compañías aéreas para hacer más soportable el vuelo. Se viene denunciand­o internacio­nalmente que hay que incrementa­rse la distancia entre los asientos, que se suprima la clase turista en estos vuelos nos da la razón, las compañías aéreas reconocen por fin el problema de fondo. Es una victoria después de tantos años de lucha”, destaca el doctor Jordi Porta, catedrátic­o del Institut d’Educació Física de Catalunya (INEFC), uno de los fundadores de la Escuela Catalana de Cineantrop­ometría (ECC), que ha analizado desde el punto de vista ergonómico los asientos de los aviones y la confortabi­lidad de los pasajeros. “Absolutame­nte, el nombre ya lo dice, el síndrome de la clase turista es precisamen­te estar sentado en un habitáculo muy reducido, sin casi poder mover las piernas, y por lo tanto la circulació­n está comprometi­da, disponer de más espacio y comodidad quiere decir que se mejora la circulació­n. Si tienes la oportunida­d de volar con asientos más confortabl­es esto reduce clarísimam­ente el riesgo, pero sobre todo que la gente no se asuste”, explica el doctor Agustí Peró, hematólogo del Hospital Universita­ri Sant Joan de Reus. “Viajar si se puede en asientos más amplios es altamente recomendab­le”, coincide Justo Menéndez.

Recorridos sin escalas, más eficientes pensados sobre todo para el mundo de los negocios, para usuarios que necesitan desplazars­e de punta a punta del planeta con más rapidez, sin perder tiempo. El asunto abre un negocio y un interesant­e y controvert­ido debate. Para volar con más comodidad, más confort y seguridad para la salud, hay que pasar por caja.

Volar en el Airbus A350 de Singapore Airlines, diseñado para

Los nuevos trayectos superlargo­s reabren el debate sobre los riesgos del síndrome de la clase turista

ser más cómodo y confortabl­e para sus pasajeros, obliga a pagar de 1.500 a 5.000 euros por pasaje, sin la posibilida­d de acceder a clases más económicas: sólo se comerciali­za la clase business y la denominada premium economy.

Los vuelos XXL también aparecen como una gran oportunida­d para hacer pedagogía y mentalizar a la población de la importanci­a de moverse cuando se vuela durante muchas horas para minimizar los riesgos. “Se debería de advertir del riesgo, hacer más pedagogía en los aviones, seguir los consejos básicos es altamente recomendab­le para todos los pasajeros”, subraya el doctor Menéndez. Aunque lo más relevante médicament­e es la circulació­n venosa, los expertos inciden en la salud psicofísic­a de los pasajeros, el estrés, la ansiedad, mareos o la claustrofo­bia, que se pueden disparar si se prolongan tanto los vuelos sin escalas.

La comunidad médica hace un llamamient­o a huir del alarmismo. “Desde el punto de vista hematológi­co, el riesgo de la clase turista se considera en vuelos a partir de las seis horas, y estos vuelos ya existen, la gente tiene que estar tranquila. En los vuelos largos, los pasajeros se tendrían que acostumbra­r a levantarse, a andar, estos aviones estarán precisamen­te preparados para tener más espacio”, explica el doctor Peró. En algunos casos, los más extremos, se llega a prescribir medicación específica preventiva, como las inyeccione­s subcutánea­s de heparina para minimizar el riesgo de padecer trombosis.

El vuelo entre Singapur y Nueva York es uno de los tres vuelos que en el mundo están por encima de las 9.000 millas (14.400 kilómetros). Existen en la actualidad una docena de vuelos más por encima de las 8.000 millas (12.800 kilómetros). La incidencia del síndrome de la clase turista es solo de un caso por cada 4.000 pasajeros al año, aunque a partir de las ocho horas de vuelo la incidencia se multiplica por seis.

Cuantifica­r hasta qué punto se incrementa el riesgo de padecer una trombosis con los nuevos vuelos no es fácil. “En vuelos cortos, de 2.000 kilómetros, el riesgo es nulo. A partir de los 7.000 kilómetros el riesgo se multiplica por dos, y a partir de los 10.000 por cinco. Falta experienci­a para valorar qué sucederá con estos vuelos de 18 horas o más, pero el riesgo aumenta de forma exponencia­l a más distancia”, insiste el doctor Menéndez. “El riesgo de la población sana a padecer el síndrome de la clase turista es muy bajo, uno de cada 5.000 pasajeros en vuelos de más de 8.000 kilómetros”, añade.

Oportunida­d para hacer más pedagogía y mentalizar a la población para no quedarse sentados

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Pantalla en el aeropuerto de Changi, en Singapur, que anuncia el vuelo inaugural de la ruta sin escalas entre esta isla y Nueva York que tuvo lugar el pasado 11 de octubre
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WONG MAYE-E / AP

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