Terrorismo e intriga política
‘Bodyguard’ bate récords de audiencia y se convierte en la serie de televisión de más éxito de la BBC desde ‘Downton Abbey’
En el mundo de la televisión, superar la audiencia de series como Doctor Who o Downton Abbey es el equivalente de batir el récord de los cien metros de Usain Bolt en atletismo. La BBC se ha acercado mucho a la plusmarca mundial de audiencia con su nueva serie Bodyguard (Guardaespaldas), un thriller político que mantiene en vilo a los espectadores de principio a fin, con una intriga de terrorismo, lucha por el poder, corrupción, maquiavelismo y dramas personales en los pasillos de Westminster.
El creador de la serie, de seis capítulos, es Jed Mercurio, que parece tener la varita mágica de lo que gusta a los espectadores contemporáneos, ya que también ha triunfado con Line of duty ,de la que el canal ITV (rival de la BBC) ha emitido ya cuatro temporadas. Los paralelismos entre ambas son notables, desde una descripción muy realista y no precisamente color de rosa del mundo de la política, la policía y el poder, el destacado papel de las ambiciones personales, una acción que va al grano y la magnífica caracterización de los protagonistas con tan sólo unas cuantas pinceladas.
Que Bodyguard iba a triunfar resultó evidente ya tras el primer capítulo, que tuvo una audiencia por encima de los nueve millones de espectadores. A partir de ese momento las redes sociales se llenaron de preguntas, mensajes y comentarios sobre la trama (compleja y no siempre discernible para algunos), aunque es mejor no entrar demasiado en detalles para no arruinar la experiencia de quienes tengan la intención de seguir la serie (en España se estrena pasado mañana día 24, a través de Netflix).
Richard Madden, de Juego de tronos, hace el papel de Richard Budd, un traumatizado veterano de guerra, con un estrés postraumático que no quiere reconocer y que arruina su vida familiar, que es reciclado como guardaespaldas de una ambiciosa ministra de Interior (curiosamente el puesto que tuvo Theresa May antes de llegar a Downing Street y que interpreta la actriz Keeley Hawes ), amiga de las intervenciones militares en el exterior.
Entre ellos se desarrolla una relación que va más allá de lo estrictamente profesional, con desnudos que han dado mucho que hablar. De hecho, desde el día del estreno, era imposible leer los periódicos británicos o entrar en sus páginas web sin que un titular diese pistas sobre lo que había ocurrido en el capítulo anterior. Verla en diferido, grabada o a través del iplayer de la BBC encerraba un considerable riesgo. Ya se habla de una segunda temporada.
La acción comienza con un intento de atentado suicida en un tren con destino a Londres, en el que viaja (no por casualidad) el futuro guardaespaldas, y que es protagonizado por una chica islámica, detalle que no ha gustado demasiado a los integrantes de esa comunidad por estimar que alimenta estereotipos que a su juicio no son necesariamente reales. En el subsiguiente debate sobre el casting de las series de televisión y películas de cine, y su influencia sobre la discriminación, se ha destacado que las mujeres, los miembros de minorías étnicas y las personas de clase trabajadora tienen una presencia infinitamente inferior a la de la vida real.
Para poner las cosas en perspectiva, el promedio de audiencia de la serie ha sido de 10,4 millones de espectadores, rozando los 10,5 millones de Downton Abbey en el 2014, y no muy lejos de los 11,7 millones de Doctor Who en el 2008. A ello hay que añadir los 39 millones más que la han seguido a través de internet y en la propia plataforma digital de la BBC (la cadena estatal de radiotelevisión británica lamenta que Netflix se haya apoderado de los derechos internacionales, y la presente como un producto propio). En comparación, la semifinal del Mundial de Rusia entre Inglaterra y Croacia del pasado verano fue vista en directo por 24,3 millones de personas.
La competencia de los gigantes de Silicon Valley y Seattle (Amazon, Google, Netflix, Facebook y Apple) ha contribuido a una era dorada de las series de televisión, en muchos casos más creativas, arriesgadas y originales que las películas de Hollywood. Tras los éxitos de El infiltrado, McMafia y Bodyguard, la BBC acaba de estrenar The intruder y a finales de mes llegará a las pantallas La chica del tambor, basada en la popular novela de John Le Carré.
Más de 11 millones de espectadores vieron el último episodio, con final abierto para una posible continuación