Aviso a Bartomeu
El malestar social en el Barcelona obliga a la junta a reflexionar sobre su gestión
Josep Maria Bartomeu, que el sábado presidía su quinta asamblea de compromisarios –una más de las que tuteló su antecesor, Sandro Rosell– parecía haber llegado a la conclusión, a fuerza de práctica, de que comulgar con ruedas de molino forma parte de las obligaciones del socio. Desde la presidencia de Enric Reyna, en el 2003, ninguna junta había perdido una votación, circunstancia que reforzaba la percepción de que la asamblea es un instrumento fácilmente manipulable. Por eso la rebelión que se produjo en el Palau Blaugrana ha descolocado a la junta directiva y provocará una profunda reflexión en su seno.
El distanciamiento entre los órganos de gobierno y los representantes de la masa social se hizo evidente cuando la junta se vio forzada a retirar la modificación del escudo del orden del día. Y se acrecentó cuando los compromisarios denegaron la modificación del artículo 66 de los estatutos, que limita al 10% del presupuesto anual de ingresos el importe de cualquier operación de deuda de la entidad.
No supone una censura global a la gestión del club, pero la junta no desprecia el poderoso carácter simbólico de los votos y las opiniones expresados el sábado. Fuentes de la directiva aseguran que el mensaje ha sido captado y asumen que la situación requiere una respuesta . “La palabra es empatía”, señalan en alusión a la capacidad de ponerse en las circunstancias de los demás.
Un compromisario expresaba en privado una sensación de vértigo y desarraigo respecto al proceso de globalización del Barça. La pretendida modificación del escudo responde a esto más que a cuestiones estéticas. “Forma parte del proyecto de crecimiento que nos permita seguir liderando el deporte mundial. Tenemos que actualizarnos e innovar en todos los ámbitos”, argumentó el vicepresidente Jordi Cardoner. Tal vez, según se desprende de la mayor parte de las intervenciones respecto al escudo de la era digital, el socio prefiera mantener un pie en la historia a poner los dos en el futuro.
La cuestión es que, superado el trámite de las cuentas por la mañana, el cónclave comenzó a enconarse en el primer punto del orden del día después del almuerzo. La junta obligó a ratificar de manera conjunta a tres nuevos miembros (Marta Plana, Jordi Argemí y Josep Pont) y a Juan Ramón Ramos como componente de la Comisión Económica y vetó las intervenciones sobre el asunto. Surgieron los primeros pitos en la sala, la situación empeoró en el trámite del escudo y alcanzó el apogeo cuando la junta perdió la votación de una propuesta con la que pretendía ganar margen de maniobra financiero. El artículo 66 de los estatutos permanece y esto implica que el club no podrá obtener financiación bancaria en un solo año por más del 10% de sus ingresos (960 millones en el ejercicio actual). Aunque la propuesta no supone incrementar la capacidad de endeudamiento del club y en la práctica sólo condiciona su operatividad en el mercado financiero, el socio pretendió enviar un mensaje que, según apuntan, ha calado en la junta. Una junta que desde el sábado tiene menos prestigio.
A EVITAR UN CISMA
La directiva asume como poderoso el carácter simbólico de la discrepancia de la asamblea