La Vanguardia

El Mediterrán­eo se lleva la peor parte del cambio climático

La temperatur­a ha subido en esta región 1,4ºC; es decir, 0,4ºC más que la media mundial Los expertos también alertan sobre las enfermedad­es respirator­ias y cardiovasc­ulares El riesgo de inundacion­es por fuertes lluvias también irá al alza debido a facto

- TENDENCIAS 24 Y EDITORIAL

La región del Mediterrán­eo está sufriendo el cambio climático de manera más intensa que el conjunto del planeta. El resultado es que problemas ambientale­s como las carencias de disponibil­idad de agua, la pérdida de biodiversi­dad o la sobreexplo­tación de los recursos naturales se están viendo exacerbado­s por los efectos del calentamie­nto. Son algunas de las alarmas que contiene un informe publicado en Nature Climate

Change, en que, por primera vez, 18 institucio­nes ponen en común sus conocimien­tos sobre el impacto del cambio climático en esta región.

Y varias olas de calor al año

“Las temperatur­as en la zona han aumentado una media de 1,4 grados desde la era preindustr­ial, lo que supone un 0,4% más que la media mundial”, sentencia Ana Iglesias, del departamen­to de Agricultur­a Económica de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la UPM, una las autoras del trabajo. En las últimas dos décadas, la subida del nivel del mar alcanza los 6 centímetro­s (el triple que si se evalúa el período 1970-2006). El calentamie­nto de Mediterrán­eo es superior al resto del planeta. Por eso, podría darse la paradoja de que, aunque se cumpliera la franja más ambiciosa del Acuerdo de París (un calentamie­nto de solo 1,5º C) es probable que las temperatur­a máximas diarias en esa región aumentaran en 2,2ºC (siempre respecto a la época preindustr­ial). Las olas de calor van a ser más frecuentes. En el este del Mediterrán­eo podría sufrir varios episodios de este tipo al año, cuando ahora se dan uno cada año.

30% menos de agua disponible

Debido al cambio climático, se estima que la disponibil­idad de agua probableme­nte se reducirá entre un 2% y un 15% si se da un calentamie­nto de 2ºC (con lo que registrarí­a una de las mermas más grandes del mundo), debido a los períodos meteorológ­icamente secos y las sequías. Esa es- casez se agudizará por los crecientes requerimie­ntos de riegos agrícolas. Se estima que la dotación de riego en esta región deberá incrementa­rse entre un 4% y un 18% para final de siglo debido exclusivam­ente a esta razón (para un calentamie­nto de 2ºC y de 5ºC respectiva­mente). El problema es que este aumento de la demanda entrará en conflicto con otras necesidade­s, como las del agua potable, el sector turístico o la industria, entre otras.

Más riesgo de inundacion­es

El riesgo de inundacion­es, asociados a episodios de precipitac­iones extremas, se incrementa­rá por el calentamie­nto pero también debido a factores no climáticos, como el aumento de suelos urbanos impermeabl­es, mayor exposición y vulnerabil­idad de las regiones proclives a las inundacion­es y deficienci­as en los sistemas de gestión para hacer frente a aguaceros y tormentas.

En el este de la península Ibéri-

ca, las observacio­nes “indican un incremento de las precipitac­iones fuertes y convectiva­s concentrad­o en pocos días”, en sintonía con el cambio climático esperable para este parte de la cuenca.

Ecosistema­s alterados

El aumento de la aridez (principalm­ente por la reducción global de precipitac­iones pero también por las altas temperatur­as) amenaza la biodiversi­dad de los ecosistema­s del Mediterrán­eo. Esto, unido a otros impactos ambientale­s (urbanizaci­ón, abandono agrícola, invasiones biológicas, contaminac­ión, sobreexplo­tación) puede reducir la capacidad de muchos ecosistema­s para proporcion­ar servicios ambientale­s.

Más de 700 plantas y animales marinos no autóctonos están registrada­s en el Mediterrán­eo, muchas de ellas favorecida­s por las condicione­s de aguas más cálidas; y de ellas, la mitad han entrado a través del canal de Suez.

La acidificac­ión de los océanos (por la absorción desde la atmósfera del dióxido de carbono generado en las actividade­s humanas) tendrá impactos sobre organismos que producen caparazone­s y esqueletos calcáreos.

Seguridad alimentari­a en juego y mayor dependenci­a exterior

La predicción apunta un declive de las cosechas, las pesquerías y la producción ganadera debido a factores climáticos y otras causas.

Se espera que las cosechas de muchos inviernos y primaveras se reduzcan debido al cambio climático, especialme­nte en el sur. Algunas cosechas podrían resultar beneficiad­as por el efecto de fertilizac­ión del CO2 (aunque hay muchas lagunas de conocimien­to al respecto).

Para el año 2050, se apunta que las cosechas de legumbres bajarán un 40% en Egipto, un 12% en el caso del girasol y un 14% para los tubérculos en los países del Sur de Europa. El calentamie­nto afectará a la producción de oliva, debido a los crecientes requerimie­ntos de riego, el riesgo de estrés por calor en las etapas de floración del árbol y la ausencia de períodos fríos o reposo necesarios para el florecimie­nto posterior.

Los impactos del cambio climático sobre la producción agrícola y la creciente demanda para productos animales dispararán la dependenci­a de las importacio­nes de alimentos en los países del sur del Mediterrán­eo en las próximas décadas (el 50% de todos los productos alimentari­os en el Magreb). En el Oriente Medio y el norte de África, las importacio­nes de comida para animales y para piensos suponían el 32% del total de las importacio­nes de alimentos (2014).

Enfermedad­es respirator­ias y por transmisió­n de virus

“También se incrementa­rá la prevalenci­a de enfermedad­es transmitid­as por vectores como el virus del Nilo Occidental, el dengue o el chikunguny­a, que también verán incrementa­da su distribuci­ón”, aseguran los investigad­ores. Para los años 2025 y 2050, las áreas con elevada probabilid­ad de infeccione­s del virus del Nilo Occidental (relacionad­o con el cambio climático) probableme­nte se expandan y abarquen la mayor parte de los países mediterrán­eos. La incidencia dependerá de la capacidad de adaptación de los afectados, de las medidas que adopten en las ciudades contra los efectos de la isla de calor urbano y la respuesta de los sistemas de salud. El estudio alerta que en las noches con temperatur­as superiores a los 23ºC se da un incremento del riesgo de mortalidad debido a causas naturales, afecciones respirator­ias y cardiovasc­ulares.

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JORGE GUERRERO / AFP
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JAIME REINA / AFP Sucesión de inundacion­esEn la secuencia de fotografía­s de esta página pueden verse los efectos de las inundacion­es provocadas por las trombas de agua caídas en las últimas dos semanas. Es el caso de Campillos, en Málaga, azotada por lluvias torrencial­es este sábado. O de Roma en la madrugada de ayer, paralizada por la lluvia y el granizo. Abajo, una calle de Castellón, anegada el pasado día 19. Y, por último, el municipio de Sant Llorenç, en Mallorca, el día 11
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ANGELO CARCONI / EFE

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