El FBI investiga el envío de un paquete bomba a Soros
El filántropo es atacado por los sectores ultraconservadores
Un paquete bomba fue hallado ayer en el buzón de la residencia del multimillonario George Soros en Katonah, enclave del estado de Nueva York que forma parte del municipio de Bedford. Los movimientos ultraconservadores de Estados Unidos y de Europa –desde Hungría a Italia– llevan tiempo abonando tesis conspirativas y señalando a Soros como el mal en persona, por ayudar económicamente a candidatos y causas progresistas. El financiero reconvertido en filántropo no se encontraba en el domicilio cuando llegó el paquete.
En Bedford, localidad de alto nivel y aún mayor discreción, a unos 80 kilómetros de Manhattan, han encontrado refugio personalidades como Martha Stewart, Glenn Close, Jamie Dimon o Ralph Lauren. Sostienen que no se recordaba nada igual en decenios.
Agentes del equipo de artificieros de la policía del condado de Westchester se encargaron de detonar el paquete, que no fue entregado por el servicio postal. El FBI lleva la investigación sobre la autoría y los motivos.
Soros, judío nacido hace 88 años en Hungría, lleva tiempo en la diana de los conspirativos. Uno de sus pecados es haber dado 18.000 millones a su Open Society Foundations para promover la democracia y los derechos humanos. Esta fundación emitió un tuit de alarma tras el hallazgo. “Open Society urge a acabar con la retórica violenta”. En el comunicado oficial se indica que un trabajador de la residencia abrió el paquete y halló lo que parecía un explosivo. “Colocó el paquete en una zona boscosa y llamó a la policía”, añade esa nota.
Los ultraconservadores estadounidenses han puesto a este filántropo, que hizo gran fortuna con los fondo de inversión en las décadas de los sesenta y setenta, detrás de todas las protestas de la izquierda, como si fuera la mano que mueve los hilos.
Al coro de acusadores, además de Breibart, el medio digital desde el que se proyectó Steve Bannon, el nacionalista, supremacista blanco y antiguo asesor presidencial, se han sumado otras voces relevantes en la actual estructura de poder.
Sin ir más lejos, Donald Trump. El pasado 5 de octubre, jornada previa a la votación final p ara el nombramiento de Brett Kavanaugh como miembro vitalicio del Tribunal Supremo, el presidente le acusó en Twitter de estar detrás de la movilización en contra de su nominado.
“Las groseras que gritan en el ascensor son profesionales pagadas sólo para hacer parecer malos a los senadores”, señaló Trump. Así replicó a esas imágenes en que mujeres agredidas sexualmente encararon a republicanos dubitativos como Jeff Flake o Susan Collins ante el presunto intento de violación del juez Kavanaugh cuando estudiaba el bachillerato.
“Mirad a todos esos signos hechos con idéntica profesionalidad, pagados por Soros y otros. Eso no son signos realizados desde el amor”, reiteró Trump.
También lo ha acusado de ser el promotor de la caravana de inmigrantes que partió e Honduras y que ya avanza por territorio mexicano. El presidente proclamó que los demócratas son los financiadores. En ese dinero para que “criminales y terroristas de Oriente Medio se infiltren”, estaría el procedente de las arcas de este rico que inició sus donaciones políticas con los republicano y que luego, con la administración Bush y la invasión de Irak, dio apoyo a John Kerry para destronar al conservador.
Trump basó en su acusación en un tuit del congresista Matt Gaetz (retuiteado por el presidente), quien difundió un vídeo en el que una mujer en una cola recibía dinero de unos hombres. De ahí Gaetz dedujo que el capital de Soros pagaba la procesión de inmigrantes en la que predominan mujeres y niños.
En su condición de villano ha recibido insultos antisemitas pero también el calificativo de “nazi”, como tuiteó la actriz trumpista Roseanne Barr, mensaje que amplificó Donald Trump jr. Soros es un superviviente del Holocausto.
Trump culpó al financiero de pagar la protesta contra Kavanaugh y la huida de inmigrantes