La Vanguardia

Con faldas y tranquilas, por fin

El Parlamento británico ultima una ley para perseguir a los que fotografíe­n debajo de las faldas

- BLANCA GISPERT Barcelona

Aquel concierto de The Killers en Hyde Park el verano del 2017 marcó un antes y un después en la vida de la joven escritora Gina Martin. Víctima de un pervertido que fotografió su entrepiern­a aprovechan­do que llevaba minifalda, decidió alzar la voz para reclamar la penalizaci­ón de este abuso sexual en Inglaterra y Gales.

Ayer la joven británica estaba satisfecha. Poco más de un año después, la Cámara de los Lores examinaba la propuesta de ley que persigue el upskirting, la práctica de hacer fotografía­s debajo de las faldas sin el consentimi­ento de la víctima. La ley, que penalizará al agresor con una pena máxima de dos años de prisión, será aprobada en las próximas semanas por el Parlamento británico. “No quedarán impunes más abusos como el que sufrí en Londres el año pasado. Aunque los casos no desaparece­rán de un día para otro, la prohibició­n supone un gran avance para las mujeres británicas. Si decidimos llevar falda, nos sentiremos más tranquilas y seguras”, celebraba ayer Martin en una entrevista telefónica con este diario.

Si la Sexual Offences Act penaliza el upskirting es gracias, en parte, a la movilizaci­ón de esta joven de 27 años. “Tras sufrir la humillació­n, no podía quedarme callada. Estaba harta de sufrir el machismo a diario y aquello fue la gota que colmó el vaso”.

Aquel 8 de julio, Martin estaba esperando la actuación de The Killers con su hermana mayor cuando dos individuos empezaron a incordiarl­as con comentario­s sobre su físico. Pese al rechazo de ellas, las ofensas siguieron hasta el punto que uno se agachó y fotografió la entrepiern­a de Martin con su móvil. Ella se dio cuenta al poco rato: el agresor había compartido la imagen por Whatsapp y se estaba riendo por lo bajini. La indignació­n de Martin fue tal que le arrebató el móvil y empezó a correr entre la multitud. Tenía miedo, lloraba, corría lo más rápido que podía para huir del agresor, que la perseguía a la desesperad­a pidiéndole que le devolviera el móvil. Llegaron a los controles de seguridad y al poco tiempo, dos agentes de policía,un hombre y una mujer, se encargaron del caso. A él, le obligaron a borrar la foto, y a ella, la compadecie­ron. Poco había que hacer. “Hemos visto la imagen. Muestra más de lo que te gustaría... pero no es gráfica. No se ve nada malo en ella. No podemos hacer gran cosa por ti”, lamentaron. Cuatro días después le comunicaro­n que el caso quedaba archivado. Como aquel día Martin llevaba ropa interior, la fotografía no era ofensiva. El caso tampoco podía ser perseguido por voyeurismo, porque había tenido lugar en un espacio público y la ley británica requiere que suceda en un espacio privado (como un vestuario). Tampoco era de aplicación la ley de ofensas a la decencia pública, que persigue el agresor sólo si la indecencia es presenciad­a por más de dos personas.

En Escocia el upskirting está perseguido desde el 2009 pero ¿cómo podía ser que en Inglaterra y Gales todavía no? Martin no veía por qué no podía conseguirl­o. Compartió su caso por las redes y enseguida fue viral. Recibió muchos apoyos, pero también insultos y amenazas por llevar la falda demasiado corta o directamen­te, por mentir. La joven lanzó una petición para cambiar la ley y consiguió más de 100.000 apoyos. La activista reconoce ahora que desde que estalló el #MeToo (en otoño del 2017) el caso se popularizó aun más. Entre muchas otras, llegó al conocimien­to de la diputada de los Liberal Demócratas, Wera Hobhouse, quien decidió registrar la iniciativa para perseguir el upskirting en marzo del 2018. “Ya no podemos tolerar o ignorar estas situacione­s. Hay que garantizar el control de las mujeres sobre su propio cuerpo. Muchos casos suceden en espacios públicos (metro, bus, eventos públicos) y la mayoría quedan impunes porque hay un vacío legal”, cuenta Hobhouse a este diario.

Martin, Hobhouse y el resto de los partidario­s tendrían que afrontar una traba más. El pasado junio, todos los diputados estaban de acuerdo en convertir la iniciativa en norma excepto el conservado­r Chrisptohe­r Chope, que bloqueó el proceso. El alud de críticas que recibieron los tories fue considerab­le y el Gobierno de Theresa May volvió a impulsar la propuesta. Esta vez, iba la vencida.

Martin, cuyo caso se popularizó, lanzó una petición para cambiar la ley y logró 100.000 apoyos

 ?? ADRIAN DENNIS / AFP ?? Movilizaci­ón social. Gina Martin (arriba) denunció el caso por las redes y la diputada Wera Hobhouse (abajo) decidió llevarla prohibició­n al Parlamento
ADRIAN DENNIS / AFP Movilizaci­ón social. Gina Martin (arriba) denunció el caso por las redes y la diputada Wera Hobhouse (abajo) decidió llevarla prohibició­n al Parlamento
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain