No lo dejes para mañana
El próximo domingo tocará retrasar los relojes. A las 3 de la madrugada tendrán que moverse las manecillas hasta las 2. Cuando era joven y pasaba muchas noches en bares, esa hora extra era una bendición: sesenta minutos más para beber y hacer el pendón. La lástima era que ni yo ni la gente con la que me reunía acostumbrábamos a salir los sábados. Salíamos cualquier noche de la semana, de domingo a jueves, pero en general los viernes y los sábados nos quedábamos en casa porque esas noches los locales se llenaban de personas que los días laborables preferían no salir de juerga y, aristócratas como nos sentíamos, preferíamos dejarles las barras a ellos. Ya volveríamos nosotros el domingo o el lunes, cuando de nuevo serían todas para nosotros.
Si no me refrenara, hoy mismo empezaría a retrasar los relojes que tengo que retrasar el sábado, antes de irme a dormir. En el estudio, uno de pared y un despertador. En casa, en el dormitorio, otro de pared y otro despertador. En la habitacioncita que me sirve de despacho, otro de pared, y otro en la cocina, y otro en el comedor, amén del de pulsera. Si algo tiene que hacerse, hagámoslo rápido.
Hoy mismo empezaría a retrasar los relojes que tengo que retrasar el sábado, antes de irme a dormir
Los del móvil y el ordenador no los tocaré, claro, porque se actualizan automáticamente. Pero siempre me provocan una duda: ¿y si alguna vez no lo hacen? A menudo he pensado que, para estar tranquilo, lo mejor que podría hacer es quedarme despierto (hasta las 3 de la madrugada, el domingo que viene) para verificar que, en el momento justo en el que tendrían que marcar las 03.00, por arte de magia aparece 02.00. Pero ahora que soy viejo ya es demasiado tarde para mí. Si el lunes por la noche no me quedé frente al televisor para ver el estreno de Natura sàvia (¡a las 11!), imaginen si me quedaré al acecho hasta las 3.
Pero los recelos tienen razón de ser. Este domingo pasado, millones de brasileños se despertaron con una hora incorrecta en sus móviles. Las operadoras de telefonía la habían actualizado al horario de verano (en el hemisferio sur ahora llega el verano) y no tocaba. Tradicionalmente es ese penúltimo domingo de octubre cuando ahí abajo cambian de hora, pero resulta que este domingo 28 tienen la segunda vuelta de las elecciones. De forma que el presidente del Tribunal Superior Electoral, Gilmar Mendes, pidió que se aplazara el cambio, que justo habría coincidido con esa jornada y habría complicado el escrutinio de los votos. Demanda concedida, claro, pero las empresas de telefonía no se dieron por enteradas y, cuando llegó la 01.00, los móviles se quedaron impasibles y no retrocedieron a las 12.00, como deberían haber hecho. El resultado es que los brasileños empezaron a cachondearse del error con el hashtag #QueHorasSão?, que se convirtió en trending topic, hecho que les ha alegrado un poco la vida mientras esperan a ver si finalmente el ultraderechista Jair Bolsonaro gana las elecciones o no. Por mi parte, dedicaré cinco minutos más a reflexionar si dejo de refrenarme y empiezo a cambiar la hora de los relojes ahora mismo o si me espero al sábado por la mañana.