La Vanguardia

Toques de humor en delicado equilibrio con el terror

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La película que Spike Lee estrena en España el próximo miércoles combina la dramática, insólita e intrigante historia real de la infiltraci­ón de un policía negro en el Klu Klux Klan con ciertos toques de humor e ironía que, sin quitarle hierro al asunto, hacen la cinta más digerible y tal vez mejor que otras suyas anteriores igualmente reivindica­tivas. El cineasta explicó que ese tono nace de la premisa misma del argumento basado en una operación policial de los años setenta en Estados Unidos. “Cuando me dijeron de qué iba la cosa me pareció increíble, claro. ¡Cómo va a infiltrars­e un negro en el Klan!” El truco –como se ve enseguida– está en que el infiltrado se desdobla en realidad en dos personas, Ron Stallworth y Flip Zimmerman: respectiva­mente, el policía de color que habla por teléfono con los miembros del Klan (el actor John David Washington) y el que, con una voz parecida, asiste a las reuniones y actividade­s como agente encubierto (Adam Driver). Un dato importante es que el blanco Zimmerman es judío, lo que le obliga a “una doble ocultación” que se las hace pasar canutas. Tal como ayer comentó Lee, la mezcla de denuncia dramática y humor “no es nada fácil porque te obliga a un delicado equilibrio”. Es “como andar por la cuerda floja: si te inclinas demasiado hacia uno de los dos lados, te caes”. El balance se acabó de afinar en la sala de montaje, dijo. El resultado es más que correcto. Los chascarril­los no chirrían en ningún momento, y la ironía se agradece.

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