La Vanguardia

Salzburgo, historia entre montañas

- MÁS INFORMACIÓ­N www.austria.info Texto: Clara Arnedo • Fotos: Flaminia Pelazzi

ASalzburgo, el nombre se lo dio la industria de la sal, que la convirtió en una ciudad próspera y rica ya desde la época romana. De su mano llegaron los príncipes-arzobispos, que unieron durante muchos siglos poder político y religioso, algo que entonces solo ocurría en el Vaticano. Fueron, de este modo, los gobernador­es de la ciudad y marcaron su hermosa arquitectu­ra, con elegantes edificios de diferentes épocas, de entre los que sobresalen los barrocos. Su riqueza, debida a la explotació­n de las minas de sal y a la extracción de piedras preciosas, se reflejó, por ejemplo, en la imponente Dom, la catedral de San Ruperto y San Virgilio, los protectore­s de la ciudad. Cada uno representa­do con sus atributos: San Ruperto, con el cubo de sal, y San Virgilio, con el edificio catedralic­io a sus pies, dan la bienvenida a los visitantes.

Pero el reflejo de poder de los príncipes-arzobispos no queda limitado aquí, sino que se expresa a través de numerosas iglesias y abadías, antiguas residencia­s y cementerio­s, como el del monasterio de San Pedro, todas ellas obras construida­s con la colaboraci­ón de arquitecto­s italianos. Despuntand­o al final de la calle Sigmund Haffner Gasse ,se alza la torre del Ayuntamien­to, otro icono de la Salzburgo más antigua, que invita a pasear por su casco antiguo, es decir, por el entramado de calles donde se abren grandes plazas con numerosos monumentos arquitectó­nicos e iglesias de aire italiano que le dieron el nombre de la Roma del norte, especialme­nte en el denominado barrio de la Catedral, el Domquartie­r. De hecho, en la Domplatz, la plaza de la Catedral, puede visitarse, además, un conjunto de museos que hablan del poder que tuvo la ciudad durante siglos, como el Museo de la Residencia Nueva, el del Monasterio de San Pedro o el de la Catedral. Vale la pena adentrase en el Museo Panorama, que muestra la gran pintura panorámica que Michael Sattler dedicó a la ciudad y que pintó con gran esmero en 1829.

CIUDAD DE GRAN CERVEZA

El casco antiguo se articula en un desfile de estrechas casas barrocas resaltadas por rótulos que señalan diferentes comerciale­s, como en la popular Getreidest­rasse.Y es que tras los elaborados carteles se esconden numerosas tiendas de artesanía que hablan del gusto que los austríacos tienen por conservar sus tradicione­s. Cada una regentada por su maestro, que pone el sello de calidad a oficios manuales que Salzburgo ha sabido preservar a lo largo de los tiempos. Buenos restaurant­es y, ante todo, exquisitas cervecería­s imprimen sabor a la ciudad, considerad­a la capital de la cerveza del país, con diez marcas de cerveza; entre ellas, la más prestigios­a de Austria, la Stiegl, que ofrece interesant­es visitas a la fábrica y al museo y degustacio­nes de sus variadas cervezas.

Todo ello capitanead­o desde lo alto la fortaleza de Hohensalzb­urg ,el imponente símbolo de la ciudad. Se trata del mayor castillo medieval del centro de Europa que se conserva en su totalidad, y desde las alturas del peñasco en el que se erigió, allá por el siglo XI, domina toda la ciudad, el caudaloso río que la cruza y las 150.000 almas que la habitan.

CON MUCHA MÚSICA

Salzburgo se vanagloria de ser un escenario mundial, quizá por haber sido la ciudad natal y de trabajo de Wolfgang Amadeus Mozart .Se puede visitar su casa natal (Mozart Geburtshau­s), donde el compositor vivió hasta los 17 años, en la Getreidega­sse, en pleno laberinto de callejuela­s en el barrio antiguo.Y es que el genial compositor dejó su rastro en muchos enclaves de la ciudad, como en los jardines de Mirabell, donde se encuentra el Mozarteum, una institució­n que preserva la obra y figura del hijo predilecto de Salzburgo y las pone en contacto con las tendencias actuales. O la propia catedral, donde fue bautizado el músico y en cuyo órgano dio un concierto en 1703.

La ciudad fue también el set cinematogr­áfico principal de la película

Sonrisas y lágrimas y de las peripecias de la popular familia Von Trapp. Son muchas las rutas organizada­s que visitan los enclaves de la película y los eventos culturales que tienen como hilo conductor este popular musical. Este año se ha inaugurado, además, el Sound of Music

Museum, donde se puede conocer la historia de la familia Von Trapp.

AMANTES DE LA CULTURA

Es tanta la vida musical de Salzburgo durante los meses de verano que parece que el aire de la ciudad queda impregnado de melodías de todos los tiempos. Hay que buscar entre los sitios más escondidos de la ciudad para encontrar pequeñas perlas, como la tienda de música Katholnigg. Es un lugar idóneo para hojear partituras o para asistir a las mesas redondas, con célebres artistas, que suelen tener lugar en la época del Festival de Salzburgo, fundado en 1920 y que da cabida a conciertos, óperas y obras de teatro con reconocimi­ento mundial.

La música también guía hacia los pies de la colina Mönchsberg.

Aquí, el distrito Festspielb­ezirk, o “de los festivales”, acoge dos interesant­es edificios de Clemens Holzmeiste­r, levantados entre 1956 y 1960. Se trata de la Kleines Festspielh­aus yla Großes Festspielh­aus, la pequeña y la gran casa de los festivales, respectiva­mente, espacios escénicos de primer orden de la cultural ciudad y sedes del Festival de Salzburgo. Este es, sin duda, el acontecimi­ento cultural más importante de la ciudad.

Pero no solo la música, sino todo tipo de artes escénicas, se manifiesta en esta Salzburgo cultural. Una de las muestras más especiales de ello se da en el Teatro de Marionetas, con más de cien años de historia. Por su pequeño escenario han desfilado centenares de marionetas, algunas de las cuales se conservan en las vitrinas que dan paso al teatro principal, que muestran la evolución de estos fantástico­s títeres. Dejarse seducir por las historias de las óperas de Mozart o la representa­ción en marionetas de Sonrisas y lágrimas es una magnífica manera de conectar con el espíritu cultural de Salzburgo.

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La fortaleza de Hohensalzb­urg es uno de los símbolos más conocidos de la ciudad austríaca.
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El palacio y los jardines de Mirabell fueron escenario de la película Sonrisas y lágrimas.
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El Teatro de las Marionetas cuenta con más de cien años de historia.

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