Mucha personalidad
Personalidad. Ayer era sin duda un día para que los jugadores azulgrana intentaran demostrar que tienen la suficiente personalidad como para minimizar la Messidependencia. Porque es evidente que calidad tienen, pero todos teníamos dudas de que el equipo respondiera a esta exigencia. Pues ayer lo consiguieron de largo, y fue curioso porque no se hicieron fuertes mentalmente, sino que simplemente decidieron que todo fluyera a través del juego. Y durante el partido, a medida que pasaban los minutos, todo fue fluyendo mejor y mejor. Y un equipo potente como el Inter, que acumulaba siete victorias seguidas, quedó a merced de los azulgrana.
Ante la intensidad del juego y la capacidad analítica de los entrenadores actuales, que les permite tejer auténticas telas de araña para impedir el juego ofensivo rival, es obligado poner todos los recursos posibles sobre el terreno de juego. Podemos hablar de intensidad, de calidad, de asumir riesgos en el uno contra uno, de movilidad, pero es fundamental hablar de los esfuerzos cuando uno está alejado de la zona de manejo del esférico. Podríamos indicar que el jugador que maneja el esférico es siempre el foco del juego defensivo y el rival trata de impedir su conexión con el entorno. Pero el que defiende tiene que tener en cuenta que el entorno más cercano al poseedor del balón es la segunda referencia a tener en cuenta. Es decir, máxima intensidad ante el poseedor del esférico, gran atención sobre el entorno cercano. ¿Y qué sucede con el segundo entorno, aquellos que están en un radio mucho mayor? Pues simplemente la atención disminuye ostensiblemente. Y son esos jugadores los que pueden sorprender con mayor facilidad. Pero desmarcarse, es decir hacer esfuerzos a través de la movilidad cuando el pase no es evidente, es duro, a veces muy duro porque la posibilidad de que te envíen la pelota es muchísimo menor. Pues en un partido donde el Inter se presentó con credenciales y con autoestima, la primera jugada que les hizo daño fue una en donde Alba decidió, superalejado del manejo de balón, poner su esfuerzo a disposición del equipo. Cambió de ritmo, proyectándose sobre su banda mucho antes de que Coutinho, que le acabaría pasando brillantemente el esférico, lo hubiese recibido. Antes, con esfuerzo solo del entorno cercano al poseedor de la pelota, el Barcelona no había generado nada. Y el gol de Rafinha, que tuvo que hacer un sobreesfuerzo para recuperar el esférico, lo dio a la banda izquierda y lo volvió a pedir para abrir hacia Luis Suárez. Cuando su participación pudo establecerse como finiquitada, se proyectó al área para rematar el buen centro del uruguayo. Y qué me dicen del gol de Jordi Alba, ese no jugador de la selección española, cuántos esfuerzos hace para marcar. Si están de acuerdo conmigo en la importancia de esos esfuerzos, como elementos claves para ser superiores al rival, olvídense de si Luis Suárez marca o no marca y liberen su mente para disfrutar de los esfuerzos del uruguayo.
Jugadores como Rafinha, Luis Suárez o Jordi Alba se reivindicaron anoche: están comprometidos