Japón y China se acercan empujados por las políticas de Trump
Hace seis años, entre China y Japón saltaban chispas. Por aquellas fechas, decenas de exaltados manifestantes chinos respondían con furor a la “nacionalización” por parte de Tokio de unas islas en disputa apedreando la embajada nipona en Pekín, volcando automóviles japoneses e incluso atacando restaurantes de sushi. El culmen de aquel desencuentro llegó en el 2014, cuando los líderes de ambos países protagonizaron en una cumbre uno de los saludos más fríos e incómodos que se recuerdan, puro reflejo de la antipatía que se profesaban ambas naciones.
Sin embargo, mucho han cambiado las cosas desde entonces. Tanto que, ayer, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se embarcó en la primera visita oficial de un líder nipón a China desde el 2011, un periplo de tres días que ratifica el proceso de acercamiento protagonizado en los últimos tiempos por la segunda y tercera mayores economías del mundo.
“Hoy, Japón y China están desempeñando un papel esencial en el crecimiento económico de Asia y del mundo”, aseguró Abe durante una recepción con el primer ministro chino, Li Keqiang, con la que conmemoraban los 40 años del Tratado de Paz y Amistad entre los dos países. “Esperamos que ambas partes trabajen arduamente para promover la paz regional, salvaguardar el multilateralismo y el libre comercio y convertirse en el eje de la estabilidad, el crecimiento y el impulso para Asia y el mundo”, aseguró por su parte el representante chino.
Las palabras de Li también parecían ser todo un recado para el mandatario estadounidense Donald Trump, cuya errática política exterior y conflictos comerciales han sido una de las causas principales del acercamiento experimentado entre las dos mayores potencias de Asia.
Con una economía que ya va sintiendo los efectos de su guerra comercial con EE.UU., los analistas aseguran que Pekín se muestra muy dispuesta a atraer más inversiones de Japón, mientras que Tokio pretende evitar cualquier daño a su economía (en particular, a sus exportaciones) que se pueda derivar de una desaceleración prolongada de China, su mayor socio comercial.
En esa línea, Abe y el presidente chino, Xi Jinping, presidirán hoy el foro Japón-China de Cooperación en Mercados de Terceros Países, en el que participan casi mil empresarios y donde se espera que se cierren unos 30 memorandos de entendimiento en importantes áreas. Además, Pekín seguirá tratando de incorporar a Tokio a su plan estrella de política exterior, la Nueva Ruta de la Seda, algo a lo que los nipones se han resistido hasta ahora asegurando que sus empresas sólo participarán en proyectos que cumplan con los criterios de transparencia, apertura, viabilidad económica y sostenibilidad fiscal de los países receptores.
Además, Abe debe mantener un delicado equilibrio para que su acercamiento a China no moleste a su aliado Trump, que ya impuso aranceles sobre el acero y el alumino nipones y amenaza con hacer lo mismo sobre la industria automovilística y sus componentes. “China y Japón son vecinos y nuestras economías son profundamente interdependientes. Pero nuestra política exterior está basada en la cooperación japonesa-estadounidense”, subrayó este semana un funcionario nipón.
Tokio y Pekín buscan limitar los efectos negativos de la guerra comercial desatada por el presidente de EE.UU.