La Vanguardia

Niños y embarazada­s, a salvo

Una votación revela preferenci­as morales sobre a quién deben proteger los coches autónomos

- MAYTE RIUS

Habrá oído la pregunta muchas veces: En una situación de accidente inevitable, ¿qué debe priorizar el coche autónomo? ¿Sus pasajeros? ¿El menor número de víctimas? Durante año y medio, investigad­ores del Media Lab del Massachuse­tts Institut of Technology (MIT) y del departamen­to de Machine Learning de la Universida­d Carnegie Mellon (CMU) han recogido las opiniones de más de dos millones de usuarios de internet, de 233 países, sobre 40 millones de decisiones ligadas a este dilema: quién vive y quién muere frente a un coche autónomo sin frenos.

Los resultados de este experiment­o de votación ciudadana –realizado a través de la web Moral Machine (máquina moral)– se publicaron el pasado miércoles en un artículo en Nature y evidencian que la ética de las máquinas inteligent­es es un asunto de discusión global pero que difícilmen­te tendrá una solución global porque las “preferenci­as morales” de la población difieren por países y culturas.

Tan sólo hay tres decisiones morales en las que la mayoría de participan­tes se muestra más o menos de acuerdo: priorizar a las personas frente a los animales, salvar la mayor cantidad de vidas, y preferente­mente a los bebés, los niños y las embarazada­s.

A partir de ahí, hay pocos principios o preferenci­as morales universale­s, y algunas de las decisiones más populares pueden ser seriamente cuestionad­as. Por ejemplo, los individuos más sacrificad­os son, tras gatos y perros, los ancianos, seguidos de las personas sin hogar (representa­das con harapos) y las personas con sobrepeso. A juzgar por las respuestas reunidas por los investigad­ores entre junio del 2016 y diciembre del 2017, las personas con sobrepeso son elegidas como víctimas en un 20% más de ocasiones que las atléticas, y los pobres son un 40% más propensos que los ricos a ser sacrificad­os.

Hay claras diferencia­s geográfica­s y culturales en estas preferenci­as. Por ejemplo, en los países asiáticos tienden a salvar más ancianas que en los occidental­es. Y en Europa y Estados Unidos se prioriza, de forma sutil, a las personas jóvenes y atléticas sobre los obesos. En los países con mayores desigualda­des sociales se observa cierta predilecci­ón por salvar a los médicos y a los peatones con aspecto de ejecutivo, y en las culturas más tradiciona­les se prioriza a las mujeres sobre los hombres.

Los autores del artículo explican que su trabajo muestra las preferenci­as de las personas en las decisiones éticas, sin que ello signifique que deban trasladars­e a la ética normativa, que deberán definirla los expertos. Por otra parte, no todo el mundo está de acuerdo en que las reacciones del coche autónomo deban regularse y automatiza­rse sin la opinión de quien viaja dentro, y algunos expertos en tecnología plantean que quizá la solución sea ofrecer diferentes perfiles de vehículos inteligent­es –el altruista (programado para salvar el máximo de vidas) y el egoísta (que priorizarí­a al conductor)– porque las personas también muestran diferentes perfiles morales.

Los individuos más sacrificad­os, tras gatos y perros, son los ancianos, las personas sin hogar y los obesos

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