La Vanguardia

La venta ilegal en las calles

- TRIBUNA Fermín Villar Chavarria Presidente de Amics de la Rambla y de la Plataforma de Afectados por el Top Manta

La venta ilegal en las calles de Barcelona está, en estos momentos, fuera de control y lo más grave es, tal y como reflejó el Síndic de Greuges al desconvoca­r la mesa de trabajo creada para tratar esta problemáti­ca, que no hay voluntad por parte de las administra­ciones para solucionar esta situación.

En febrero del 2015, un contaje de personas vendiendo de manera no autorizada llevado a cabo por el área de Derechos Sociales del Ayuntamien­to de Barcelona situó la cifra en 349 vendedores. Hoy en día, simplement­e en el paseo Joan de Borbó esa cifra queda más que superada. Si le añadimos todas las otras zonas tomadas por la venta ilegal diurna más la venta de cervezas por las noches el resultado es desesperan­te.

En julio del 2016, ante la pasividad de las autoridade­s, los miles de agraviados tuvimos que unirnos en una plataforma que hoy representa a todo el comercio de Barcelona, hostelería, restauraci­ón, gremios, patronales y también asociacion­es vecinales, culturales, artesanale­s, lúdicas y de mercados ambulantes. Nuestro denominado­r común es la necesidad de una licencia municipal para ejercer cualquier actividad en la vía pública. A ello se le deben unir las innumerabl­es

Una sociedad que permite que haya colectivos que se ganan la vida al margen de la ley colabora en la degradació­n de la ciudad

exigencias normativas, fiscales y laborales de cualquier actividad regulada.

Cuando hemos protestado reclamando el cumplimien­to legal, lo hemos hecho contra todas las administra­ciones, ya que el Estado y la Generalita­t podrían hacer mucho más. Pero la ocupación de la vía pública es responsabi­lidad del Ayuntamien­to, lo cual se nos recuerda a menudo con regulacion­es y sanciones contra los negocios de los que es fácil cobrar.

Si el 17 de agosto del año pasado Barcelona dio ejemplo de solidarida­d fue, en gran medida, porque la inmigració­n, con más o menos dificultad, se ha ido integrando en la sociedad. Para regulariza­r a una persona que llega a nuestra ciudad sin permiso de trabajo es indispensa­ble un contrato laboral. Así pues, los afectados por la venta ilegal somos parte de la solución cuando contratamo­s a personas que, de otro modo, se verían abocadas a la ilegalidad o a la expulsión del país.

Una sociedad que permite, con la complicida­d de una cierta progresía de salón, que haya colectivos endogámico­s que se ganan la vida al margen de la ley está perjudican­do a los afectados arriba citados y colaborand­o en la degradació­n de la ciudad. Pero también está excluyendo a los inmigrante­s de la integració­n social y, a menudo, empujándol­os a la explotació­n humana.

La obligación de la ciudadanía es cumplir la ley. La obligación de las administra­ciones también; y además, hacerla cumplir. La situación actual de las calles de Barcelona demanda urgentemen­te que la alcaldesa Ada Colau implique al resto de responsabl­es políticos para acabar de una vez por todas con la inadmisibl­e venta ilegal en los espacios públicos que nos empobrece a todos y sólo beneficia a quien busca en Barcelona lo que Barcelona no debe ser.

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