Obiols, arte y locura
El nuevo Espai Brossa abre su programa expositivo con una exposición dedicada al psiquiatra y activista cultural Joan Obiols, amigo del poeta
En la Barcelona de los años 40 y 50, el joven psiquiatra Joan Obiols Vié, que ya de estudiante había comenzado a colaborar con el que sería su maestro, Ramon Sarró, aprovechaba las visitas a pacientes ingresados en el Instituto Frenopático, el antiguo manicomio de Sant Boi o en el antiguo hospital de la Santa Creu, para retratar con su cámara a enfermos allí confinados contra su voluntad. Tomó más de 600 fotografías. La cámara mirando de frente a los ojos de los pacientes, como si quisiera escrutar en sus rostros sufrientes la enfermedad mental que los había condenado a unas condiciones de vida carcelarias.
Ochenta fotografías rescatadas de su colección particular conforman ahora en el nuevo Espai Joan Brossa un monumental retablo que, más allá de la tragedia personal de sus protagonistas y de una psiquiatría de otra época , “nos golpean de una manera incisiva, porque parecen rescatadas del túnel del tiempo , de unos tiempos tristes y oscuros, y, paradójicamente, relativamente cercanos”.
Lo recuerda su hijo Jordi Obiols, también psiquiatra y comisario de Arte y locura. Joan Obiols Vié. Psiquiatra y humanista, primera exposición del nuevo Espai Joan Brossa, en la antigua fábrica de la moneda La Seca (calle La Seca, 2) que en su voluntad de convertirse en un referente del universo brossiano abre el angular a figuras clave del entorno creativo del poeta.
Joan Obiols lo era. “Obiols y yo teníamos la misma edad y a menudo rondábamos por los mismos márgenes. Era uno de mis amigos predilectos”, dejó dicho. Obiols nació en 1918 en Granollers y murió 61 años después en Port-Lligat, después de visitar a Dalí, quien formaba parte de su numerosísima –e ilustre– cartera de clientes.
Defensor de una psiquiatría biológica, de base física y científica, que chocaba de frente con las corrientes psicoanalíticas, fue decano de la facultad de Medicina de Barcelona, y en 1977 se convirtió en el primer rector –en funciones– elegido democráticamente.
“Normal significa falto de imaginación, falto de creatividad”. La frase de Jean Dubufett, el inventor del art brut, que defendía la verdad profunda de las obras de quienes carecen de toda formación (niños, locos, analfabetos...), enmarca a modo de desafío un segundo apartado en el que se exhiben 60 dibujos y pinturas de pacientes suyos. “Se apuntó a la técnica de la terapia a través del arte y, junto a las de Gonzalo R. Lafora y Sarró, la suya es la mayor colección de arte psicopatológico que existe en España”, dice el comisario.
Las obras, algunas en verdad extraordinarias, como la de ese paciente que detalla minuciosamente sus delirios pseudocientíficos, están dispuesta horizontalmente frente a las fotografías de internos, que parecen contemplarlas desde arriba.
Pero en la exposición, la labor como docente y profesional de la psiquiatra queda relegado a un segundo plano, dando prioridad al amigo y mecenas de artistas (apoyó a Perejaume desde sus inicios), al coleccionista (Dalí, Zush, Ponç, Tàpies, Viladecans..., algunos de los cuales se exhiben en el piso superior) y al humanista cuya curiosidad intelectual y artística, además de su carácter vital y sociable, lo convirtieron en uno de los más entusiastas animadores culturales en la Barcelona del franquismo.
Su domicilio acogió estrenos de obras en los que participaron desde el propio Brossa (lo vemos en un vídeo ), al director Ricard Salvat, la actriz Julieta Serrano... También fue impulsor de irreproducibles veladas gastronómicas junto a colegas como Mariano de la Cruz o Néstor Luján.
La muestra enfrenta retratos de enfermos ingresados en manicomios con dibujos de sus pacientes