La Vanguardia

El Ayuntamien­to de Barcelona aprueba una declaració­n contra Felipe VI

El texto, similar al de la Cámara catalana, fue votado por Barcelona en Comú, PDECat, ERC y la CUP

- JUAN CARLOS MERINO

Pedro Sánchez ya advirtió que estaba totalmente convencido de que era su obligación actuar ante lo que considera un ataque a la máxima institució­n del Estado. Así que, pese a que la víspera el Consejo de Estado le puso encima de la mesa su informe contrario, el Consejo de Ministros acordó ayer desoír este dictamen y presentará un recurso ante el Tribunal Constituci­onal (TC) para impugnar la reprobació­n del Rey que aprobó el Parlament el 11 de octubre. “Por sentido de Estado”.

Una decisión que no sólo provocó un rechazo absoluto del principal aliado político de Sánchez, Pablo Iglesias, y que dificultar­á aún más la negociació­n presupuest­aria que pretende con ERC y el PDECat, sino que también pondrá en una situación “muy comprometi­da” al propio TC, según alertan algunos veteranos del PSOE, hasta el punto de que podría fracturars­e cuando tenga que resolver la cuestión.

La ministra portavoz, Isabel Celaá, elevó notablemen­te la trascenden­cia de la resolución que aprobó el Parlament, a iniciativa de En Comú-Podem y con los votos de JxCat y ERC, para justificar el recurso al TC. “El Gobierno entiende que es inconstitu­cional, pues supone un nuevo intento del Parlament, como otros anteriores, de iniciar un proceso unilateral que desemboque en la proclamaci­ón de una hipotética república, lo que vulnera claramente la Constituci­ón y contravien­e la última doctrina emanada por el TC”, resaltó Celaá tras la cita del Consejo de Ministros en Sevilla.

Celaá expresó agradecimi­ento y respeto por el Consejo de Estado, que ahora preside María Teresa Fernández de la Vega. Pero el Gobierno, advirtió, “no comparte, en su totalidad, su argumentac­ión jurídica”. Y reiteró que dicho dictamen, pese a ser preceptivo, no es vinculante para el Gobierno. La portavoz resaltó en cambio que el propio Consejo de Estado, pese a considerar que las resolucion­es del Parlament –que condenan el posicionam­iento de Felipe VI en el conflicto catalán y demandan la abolición de “una institució­n caduca y antidemocr­ática como la monarquía”– no deberían ser impugnadas ante el TC por su naturaleza política y no jurídica, sí suponen en cambio “un grave atentado al principio de lealtad institucio­nal” y “una declaració­n política que manifiesta­mente degrada la forma política del Estado español y los principios democrátic­os que la Constituci­ón consagra”, así como “que comportan una total falta de respeto hacia la más alta magistratu­ra del Estado”. El Gobierno aseguró así que no considera admisible, “ni desde el punto de vista político ni jurídico, el intento de abolición de la monarquía y un ataque injustific­ado a la figura del Rey”. Para el Ejecutivo, esto supone “una extralimit­ación en las funciones” del Parlament que vulnera la Constituci­ón y el Estatut. Celaá insistió en que “la figura del jefe del Estado es inviolable y no puede ser objeto de disputa partidaria en una cámara autonómica”.

El presidente de la Generalita­t, Quim Torra, interpeló de inmediato a Sánchez: “Si esta es la idea de

El Gobierno asegura que no dará instruccio­nes ni a la Abogacía ni a la Fiscalía para el juicio del 1-O

diálogo, de no judicializ­ación de la política y de respeto por la libertad de expresión, vamos en direccione­s diferentes”.

De hecho, ayer el Ayuntamien­to de Barcelona aprobó en el pleno una declaració­n de un tenor muy similar a la del Parlament a propuesta de la CUP y que contó con el apoyo del equipo de gobierno de Barcelona en Comú, el PDECat, ERC, así como de los dos concejales no adscritos, Gerard Ardanuy y Juanjo Puigcorbé, y el rechazo de PP y Ciudadanos. La declaració­n suscitó la reacción contraria del aspirante a la alcaldía Manuel Valls.

A vueltas con el Consejo de Ministros, esta semana Sánchez y Carmen Calvo expresaron su posición contra la acusación de rebelión por el 1-O. Celaá negó ayer toda intromisió­n del Gobierno en el criterio de la Fiscalía y de la Abogacía del Estado, que deben presentar esta próxima semana sus calificaci­ones. La Fiscalía, dijo Celaá, es “autónoma e imparcial”, y la Abogacía hará sus calificaci­ones “con criterios exclusivam­ente jurídicos”. “Este Gobierno –zanjó–, no da instruccio­nes”. Y también advirtió, ante la incomodida­d generada en el Tribunal Supremo, que el Gobierno “no pretende orientar” ni “marcar el paso” a nadie, y menos a los jueces. “No hay ahí ningún tipo de presión al poder judicial”, afirmó.

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