La Vanguardia

Del Brexit a Messi, conversaci­ones en la Diagonal

Jordi Évole y John Carlin debaten la actualidad en la incorporac­ión del primero a ‘La Vanguardia’

- JOAQUÍN LUNA JORDI ÉVOLE JOHN CARLIN

AJordi Évole se le ve cómodo en el fondo de la pista: cada día más sólido. John Carlin alterna subidas a la red y dejadas de manera que forman una gran pareja. De tenis, de baile de salón o de firmas porque a partir del 3 de noviembre, Jordi Évole publicará los sábados un artículo de opinión en La Vanguardia muy similar al de John Carlin los domingos.

He aquí la charla de dos tipos que viven de su gran curiosidad.

Mucha leyenda sobre este oficio pero... ¿a qué hora se han despertado hoy jueves? JORDI ÉVOLE. Desgraciad­amente no he vivido ese periodismo canalla del que tanto hablan. Me he despertado a las seis y diez, por el cole de mi hijo.

JOHN CARLIN. En Londres el periodismo era especialme­nte canalla. Almorzaba con un jefe de internacio­nal que era tremendo: él solo se bebía dos botellas de vino. Y alguna copa parecida al orujo antes de empezar a trabajar a las cuatro. Ahora todos son unos puritanos y nadie bebe nada. Me he levantado a las cinco y cuarto pero no es lo habitual.

¿Qué conviene hacer –fusilamien­tos aparte– para que los jóvenes gasten en informació­n?

J.É. Les hemos acostumbra­do a que la informació­n salga gratis. Hay que hacer pedagogía, no sé de qué tipo, un paréntesis y volverles a acostumbra­r a que esto vale dinero.

J.C. La edición de un diario es algo heroico. Cantidad de gente todos los días generando un producto nuevo y que se pueda consumir gratis es una salvajada. El pecado original es que, al empezar internet, los dueños de los diarios no tuvieron la visión de ponerse todos de acuerdo y siguieron con mentalidad competitiv­a.

J.É. Cada uno tiene su sistema de pago cuando debería de haber una misma plataforma, como sucedía con los kioskos. Yo flipo con el esfuerzo de hacer cada día una portada, un diario. El desapareci­do director del Ara Carles Capdevila, me decía: “Dirigir un periódico es chulísimo, lástima que salga cada día”.

J.C. No puede ser gratis. Ya hay modelos de pago fuera que están funcionand­o bien pero tengo el feeling de que en España va a costar más persuadir a la gente.

Las redes son otra cosa: te llega sólo la informació­n y las opiniones que te gustan.

J.C. Nos gusta todo lo que alimente nuestros prejuicios y por eso hay diálogos de sordos. ¡Nos encanta que nos alimenten los prejuicios!

J.É. Me gusta que algunos columnista­s me digan lo que tengo que pensar. Leo y pienso: ¡ah, era esto! Elijo los medios por sus opinadores más que por sus informador­es. Vivimos un gran momento para las tertulias, la opinión y no tanto para la informació­n.

La informació­n es cara, la opinión no tanto.

J.É. Es más barato en televisión una tertulia de dos o tres horas. ¡Y si

gritan, mejor!

J.C. Las tertulias son teatro, se dan más en España que en Reino Unido. Una vez, llevaba mes y medio en Colombia, me llaman de una tertulia de radio para hablar del conflicto, me tienen una hora y el que menos habló fui yo.

¿Qué responsabi­lidad tienen los medios de comunicaci­ón en el Brexit o el procès?

J.C. Yo no creo que podamos echar la culpa a los medios.

J.É. Conozco más lo segundo. Mediáticam­ente, el procés ha sido un negocio, un buen negocio para muchos. Una herramient­a para tener audiencia. Y la hemos utilizado todos. Acaba siendo lo fácil porque resultaba sencillo y con un alud tan grande te olvidas que sigue habiendo desahucios, hospitales con plantas cerradas, colegios en barracones.

Ustedes defienden un periodismo informativ­o pero hoy las redes mandan y condiciona­n.

Hemos acostumbra­do a los jóvenes a que la informació­n les salga gratis. Falta pedagogía”

Me preocupa que las redes consigan que no publiquemo­s aquello que nos gustaría decir”

Lo que más me duele del ‘procés’ es que ahora mismo todos somos peores personas que hace diez años”

El independen­tismo trató de seducirme para su causa. No les funcionó y pasé a ser un traidor”

No veo a un jeque o a un magnate ruso presidiend­o el Barça o el Madrid, ya tenemos a Florentino”

Me dije: me han dado el carnet de padre. Fue el día que llevé a mi nene al Camp Nou con los patrones de mi padre”

JORDI

ÉVOLE

J.É. Me preocupa que las redes consigan que no publiquemo­s aquello que nos gustaría decir. La red nos ha infundido miedo…

J.C.¿Tu te autocensur­as?

J.É.Yo de momento no pero reconozco que voy a sitios con el freno de mano puesto.

J.C.¿Por qué temes la avalancha de odio que van a volcar sobre ti? Tengo una solución…

J.É..., ¡quitarse de las redes!

J.C. Yo lo hice hace un par de años. Y muy pocas veces, –y me da pena por la gente sensata que lo hace–, leo los comentario­s al final de mis artículos. Te da la impresión, falsa, de que los lectores son todos así, lo cual es profundame­nte deprimente. ¿Qué estoy haciendo yo escribiend­o para esta gente? Lo cual no es justo porque son una minoría, pero me protejo y escribo lo que me sale de los cojones.

J.É. Me parece genial. Yo no tengo miedo a la hora de escribir pero sí a que me condicione y ante según qué opinión piense en la turba metiendo caña. Y lo sufro.

J.C. ¡Nuestra responsabi­lidad es combatir las turbas!

J.É. Es cierto que son pocos…

J.C. ¡Y la mitad son rusos!

J.É. Pero es nuestro canal de comunicaci­ón más propio. Puedes trabajar en la Fox, y Twitter sigue siendo tú canal. Me parece chulo.

J.C. ¿Más chulo que la cantidad de mierda que te echan encima?

J.É. No sé, me parece un peaje que igual hay que pagar.

¿Hemos perdido el sentido del humor por culpa de la red?

J.É. Hemos desaprendi­do a leer la ironía, el doble sentido, con mensajes cortos de 140 caracteres... acabas teniendo discusione­s de pareja o con amigos por cosas absurdas. Tienes que poner el emoticono ese del guiño para que no queden dudas.

J.C. Jordi, sé valiente…¡sal de Twitter! ¡Por favor!

¿Hay algo que les haya dolido del procés?

J.É. Lo que más me duele es que creo que ahora mismo todos somos peores personas que hace diez años. Hemos entrado en una dinámica en la que nos miramos con recelo, desconfías y si no conoces al otro, piensas de qué lado será. Y la desconfian­za no me gusta nada. Ahora la gente se está cerrando más. Yo he sufrido el procés. Alguien me dirá: ¿sufrido? Sufrido los que están en la cárcel, evidenteme­nte, o los que han recibido una ostia por votar el 1-O. Pero ha habido un tipo de agresivida­d que no es tan evidente, una presión ambiental muy bestia hacia los que vivimos aquí y no pensábamos que la independen­cia fuese una buena solución.

A mí el independen­tismo intentó seducirme para su causa –yo era catalán charnego, además conocido en España y podía trasladar un tipo de mensaje que igual otro catalán no– y, ostia, yo he recibido guiños del estilo “por qué no vienes a este acto o te vamos a dar un premio”… Cuando descubrier­on que a mí todo esto no me iba a hacer cambiar de opinión, pasé a convertirm­e en un traidor. Sin término medio. Y creo que en Catalunya hemos cometido un error con una nómina de traidores tan amplia que ya no caben más traidores. Y cuando se ha acabado esa nómina han tenido que ir a buscar traidores…¡en sus propias filas! La fase en la que estamos ahora. Una dinámica autodestru­ctiva.

J.C. Pienso en una frase del compañero Lluís Bassets: el problema no es la politizaci­ón del fútbol sino la futbolizac­ión de la política. No sólo en Catalunya. Me llama la atención la cantidad de gente que me ve a mí

¿Las redes? Nos gusta todo lo que alimenta nuestros prejuicios y por eso hay diálogos de sordos”

Me borré hace un par de años de Twitter. Te da la sensación, falsa, de que los lectores son deprimente­s”

Me tienen más rabia los contrarios a la independen­cia que los independen­tistas a pesar de mi posición”

Critico al PP precisamen­te porque estoy en contra de la separación. Sánchez muestra más habilidad”

El fútbol es un retroceso a la infancia, a la irresponsa­bilidad de no tener que tomar decisiones”

El día que Messi falte, definitiva­mente será terrible. El mundo será un desierto. Un desierto sin dátiles”

JOHN

CARLIN

como un independen­tista convencido. Si repasan lo que he escrito, estoy en contra de la independen­cia, pero no odiándolos, sino porque no me parece una buena idea.

He criticado mucho al gobierno del PP y por eso se supone que soy independen­tista. Cuando mi argumento es que, precisamen­te porque estoy en contra de la separación de Catalunya, estoy en contra de la política del PP. Pedro Sánchez está demostrand­o muchísima más habilidad política y por eso ahora los independen­tistas buscan los traidores en sus filas… Me tienen muchísima más rabia los anti que los independen­tistas a pesar de mi posición básica. “Joder, les ayudas”.

¿Le molesta que hagan suya la figura de Mandela, de la que es un conocedor excepciona­l?

J.C. Por supuesto. Que se compare a Puigdemont con Mandela es una ridiculez. No voy ni a comentarlo. Pero por otro lado, y lo he escrito más de una vez, que en el resto de España llamen nazis a los independen­tistas es una ofensa hacia las víctimas de los nazis. O Soraya hablando de apartheid. El nivel es pobrísimo.

J.É. Para muchos, durante un tiempo, el “cuanto peor, mejor” ha sido una gran receta. Pero es que ahora parece que hay líderes independen­tistas que están deseando que la condena de los juicios sea enorme para encontrar el momento de reproducir el octubre pasado… Entonces piensas: ojalá el Estado sea inteligent­e y se tome este juicio como una cuestión de Estado y, oye, si podemos ir a las penas mínimas o incluso a la absolución se desinfla todo…

J.C. El mejor amigo de Puigdemont es el juez Llarena.

Barça-Madrid. El poder de Florentino, dos modelos de clubes sin jeques ni rusos, un clásico sin Messi ni Cristiano.

J.É. El futbol ha perdido romanticis­mo. Aunque en España no me imagino a un jeque presidiend­o el Barça o el Madrid.

J.C. ¡Eso es porque tienes poca imaginació­n! Pero tranquilo, el romanticis­mo del fútbol nunca se pierde. Somos como niños de ocho años que no quieren saber quiénes son los Reyes Magos. Y el fútbol es un retroceso a la infancia, a la irresponsa­bilidad, a no tener que tomar decisiones…

J.C. A mí Florentino me cae bien. Es un tipo muy divertido.

J.É. Así que además de independen­tista, del Madrid...

J.C. ¡Yo no soy del Madrid! Yo soy solo de una cosa: soy de Messi. Lo mejor del miércoles fue ver a Messi con su hijo en la grada.

J.É. Hace unos años, llevé a mi nene a la semifinal de Champions ante el Bayern de Pep. Reproduje todos los patrones de mi padre conmigo: cogimos la línea azul hasta Collblanc, le compré un frankfurt donde mi padre lo hacía y, al salir andando del Camp Nou, mi hijo comentó: no voy a olvidar nunca este día. Me dije: me han dado el carnet de padre.

J.C. El día que falte Lionel Messi definitiva­mente será terrible. La vida será un desierto. Un desierto sin dátiles.

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PEDRO MADUEÑO
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La curiosidad­infinita. Jordi Évole, que escribirá en este diario todos los sábados a partir del 3 de noviembre, y John Carlin, articulist­a dominical

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