La Vanguardia

La mejor locutora asciende a jefa de la tele pública

Después de casi 40 años en antena y tras un paréntesis de 15, la que tal vez fue la mejor presentado­ra de noticias en televisión vuelve a dar la cara, aunque no en pantalla sino en la cúpula de RTVE. Un puesto lleno de peligro

- FERNANDO GARCÍA Madrid ROSA MARÍA MATEO

Rosa María Mateo vuelve a poner la cara. Está acostumbra­da. Lo hizo durante casi cuarenta años en Televisión Española y Antena 3 y ahora lo hace de nuevo en el llamado ente

público. Sólo que esta vez no pone el rostro en sentido literal sino en el más bien metafórico de exponerse al pimpampum de los partidos de oposición desde su flamante y peligroso puesto de administra­dora provisiona­l única de RTVE, cargo al que llegó en julio después del bochorno de siete votaciones y tres candidatos fallidos para el puesto de presidente del consejo. Es la segunda transición de la que tal vez ha sido la mejor presentado­ra de informativ­os de la tele en España, madre de toda una generación de presentado­res y musa de la democracia desde que el 27 de febrero de 1981 leyó ante los leones de las Cortes el manifiesto por la libertad consensuad­o entre todas los partidos tras la intentona golpista del 23-F.

De padre militar, Mateo nació en Burgos en 1942, pero su familia enseguida se trasladó a Madrid y después a València, donde empezó a estudiar Derecho. A ella, sin embargo, lo que más le atraía era la interpreta­ción. Durante la carrera hizo alguna vez teatro, por cierto junto al cantante Raimon. Y su debut en los medios no fue como periodista, sino como actriz de radioteatr­o, en los estudios de RNE en València.

Ese gusto por la actuación, que años después volvería a mostrar en un papel junto a José Luis López Vázquez en la película Carta de

amor a un asesino, le fue sin duda de utilidad cuando ganó las oposicione­s en RTVE y se puso ante las cámaras de la que era la televisión única, en 1966. Después de distintos programas menores, en el 73 el entonces director de Informativ­os Juan Luis Cebrián la fichó para el Telediario. Su consagraci­ón llegó no obstante a partir del año siguiente, cuando pasó a presentar el memorable Informe Semanal creado por Pedro Erquicia, programa cuya calidad ella y los profesiona­les de TVE tratan de reavivar ahora tras una época de cierta flojera.

Desde aquellos primeros tiempos hasta su salida del ente en 1993, y después durante sus diez años en Antena 3 hasta su despido mediante un cuestionad­o ERE, Mateo siempre supo interpreta­r y transmitir como nadie, con la mayor naturalida­d y credibilid­ad, las noticias televisiva­s. “Era asombroso cómo daba alma a la informació­n; no importaba lo plano que fuera un texto, que ella le daba aquella calidez tan especial”, coinciden varios redactores que trabajaron con ella. También fue una maestra, por lo que, por ejemplo, cuenta Paco Lobatón. “A mí, y sobre todo a Concha García Campoy y Ángeles Caso, nos ayudó y cuidó mucho. Diría que con un punto maternal. Nos corregía con elegancia, sin hacernos sentir torpes, dándonos confianza”.

Corrían los años ochenta cuando esos y otros nombres luego ilustres de TVE aprendían con Mateo el arte de presentar noticias mientras ella se consolidab­a como periodista y como mujer comprometi­da. Un compromiso en el que fue crucial la época en que fue pareja del reportero Manu Leguineche. “Junto a él y en las reuniones que se organizaba­n en su piso de Islas Filipinas 43, al que venía gente como Erquicia, José Oneto, Pilar Cernuda, Pedro Altares, Miguel Ángel Aguilar, Jesús Hermida cuando pasaba por Madrid y hasta Oriana Falacci si venía a España, Rosa María afianzó su vocación periodísti­ca y su conciencia política”, rememora Mariano Guindal, entonces discípulo aventajado y más tarde compañero de Leguineche. Mateo, que en el 2011 apoyó la candidatur­a de Alfredo Pérez Rubalcaba en las generales, dejó claro su rechazo a comulgar con según qué rueda de molino cuando, en 1984, se resistió a leer una entradilla de la crónica sobre la visita del papa Juan Pablo II que vio como “una hoja parroquial y un panfleto”. Como el jefe del Telediario se negó a cambiar ni una coma, ella la leyó tapándose la cara con la hoja en señal de disconform­idad.

Periodista­s históricos como Diego Carcedo o Manuel Campo Vidal dedican los mayores elogios a Rosa María Mateo. “Es una profesiona­l excelente y estoy seguro de que también ahora lo está haciendo francament­e bien”, dice el primero. “Es una gran conocedora del medio televisivo con capacidad para adaptarse a los cambios, tal como pude comprobar cuando coincidí con ella en TVE y después en Antena 3”, afirma Campo Vidal.

Mateo no es perfecta, obviamente. En 1984 recibió duras críticas por una entrevista a Fidel Castro, junto a Vicente Botín, que ella misma califica de “desastre”. Más de un excompañer­o recuerda también cómo, cinco años después, la presentado­ra se hizo un lío en una transmisió­n en directo sobre la caída del muro de Berlín. Y en agosto de 1993 Antena 3 canceló el programa de sucesos en que la había colocado cinco meses antes, Al filo de la ley, por baja audiencia. La destinó entonces a los informativ­os, su hábitat natural. Quedó claro que Rosa María Mateo era ante todo una presentado­ra de noticias. Eso sí, la más grande presentado­ra de noticias.

Lobatón, Campo Vidal, Carcedo o Guindal elogian sus cualidades como “intérprete de noticias” y maestra

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KLA / GTRES

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