Hacia el fin de la burbuja tecnológica
LAS bolsas europeas han acabado la semana con un neto retroceso siguiendo la estela de los futuros de renta variable de Wall Street, especialmente de las compañías tecnológicas, que confirmaron a otra jornada bajista en la bolsa estadounidense tras el repunte del jueves. Octubre puede ser el peor mes de Wall Street desde la crisis financiera.
La volatilidad bursátil de la que nos hacíamos eco recientemente se intensifica a la baja estos días al ganar peso la aversión al riesgo que se detecta en todos los mercados mundiales. La última estocada la han dado esta semana los valores tecnológicos estadounidenses. Este era el último bastión que aguantaba los niveles bursátiles y que ahora suscita serias dudas ante los resultados –no tan buenos como los esperados por los analistas– de algunas de sus compañías estrella como Amazon o Alphabet, la matriz de Google. Estos resultados, sin embargo, contrastan con la mejora registrada por Twitter, Microsoft y Tesla, entre otros, que hicieron repuntar la bolsa de Wall Street el jueves tras la intensa caída del miércoles.
El índice bursátil Nasdaq, constituido por el conjunto de empresas tecnológicas que cotizan en Wall Street, tuvo el miércoles su peor caída en siete años. Ello contribuirá a que el mes de octubre haya sido el peor en diez años para dicho índice. El temor está en si eso significa que ha comenzado el pinchazo de la eventual burbuja tecnológica de la que tanto se habla. Al margen de los resultados empresariales, en cualquier caso, el comportamiento de los inversores parece indicar que ha llegado el momento de vender y recoger ganancias después de largos años de subidas constantes en ese sector. Su recorrido alcista, por tanto, muy probablemente estaría tocando techo. Desde agosto, en el que alcanzó su máximo, la corrección a la baja del Nasdaq ha sido del 10%.
El nerviosismo que afecta a los valores tecnológicos se suma ahora al hecho de que los mercados bursátiles ya estaban duramente castigados por varios factores. Entre ellos está el temor a una desaceleración del crecimiento internacional por las consecuencias de la guerra comercial entre las dos primeras potencias mundiales, por la subida del precio del petróleo, por la posibilidad de nuevas subidas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal, ante la buena marcha de la economía estadounidense, por el riesgo de la deuda italiana y por el impacto del Brexit. Es lógico, además, que en estos tiempos de extrema preocupación y alta volatilidad bursátil sean los valores de las empresas tecnológicas los primeros en caer porque habían sido los que más alto habían subido.