La Vanguardia

Mi hijo, enfermo mental

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Nuestra sociedad es un monstruo que engulle a sus hijos enfermos como el mito de Saturno, y en este caso a los enfermos mentales con trastornos de conducta, prefiriend­o que se autodestru­yan a que tengan la oportunida­d de una vida digna.

Como madre estoy luchando por mi hijo desde que este tenía seis años porque mostraba un comportami­ento disfuncion­al, y me encuentro hoy con sus 25 años en mi peor pesadilla.

Mi hijo está enfermo, no tiene cura y nadie lo ayuda. Sólo le preparan el camino para quitarlo de la circulació­n, no puede sostenerse como persona, se autolesion­a, puede ser violento y recibe diagnóstic­os médicos que lo sentencian aventurand­o como única salida la judicial, obviando informes que dicen que su conducta es consecuenc­ia de su trastorno y aconsejan su ingreso en unidades terapéutic­as de larga estancia (algo que le deniegan una y otra vez) donde pueda sentirse seguro, adquirir nuevos hábitos y relajarse con unas migajas de vida.

Hoy es un adulto inmaduro y peligrosam­ente influencia­ble como un niño que malvive desamparad­o, durmiendo allá donde puede, sin rumbo, sin meta y sin futuro, en una sociedad que ignora los derechos de quienes más lo necesitan.

ISABEL MEJIA

Sant Feliu de Llobregat

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