Colas para entregar detenidos
Las unidades que tramitan los atestados y la custodia de los arrestados de la policía en Barcelona están totalmente colapsadas por la falta de mossos
Que faltan policías en las calles de Barcelona es una evidencia, una realidad que nadie cuestiona y a la que se va a tratar de poner remedio mediante el nuevo dispositivo Ubic de los Mossos d’Esquadra, y el de saturación con horas extras que ya aplica la Guardia Urbana. Dos estrategias que tienen como objetivo tranquilizar a unos vecinos hartos y recuperar los espacios públicos tomados por los delincuentes.
Pero la partida de la seguridad pública no se gana sólo en las calles. Hay todo un mecanismo, una estructura que también sufre de sobremanera la falta de personal. El claro empujón dado por la nueva dirección policial de los Mossos d’Esquadra de Barcelona está teniendo como primera consecuencia un incremento notable de los detenidos. Dos cifras sirven para comprender los nuevos tiempos en Barcelona. Este octubre se realizaron 300 detenidos más que el mismo mes del año anterior, pero con menos de la mitad de policías en las dos unidades que deben gestionar a todos esos detenidos: la Uria, Unidad Regional de Instrucción de Atestados, y la Urcd, Unidad Regional de Custodia de Detenidos.
La fotografía que acompaña estas líneas es una cola de patrullas de los Mossos en el parking de la comisaría de Les Corts, el jueves a primera hora de la noche. La situación se desbordó porque entraron 68 detenidos. Cada arrestado se entrega con la minuta policial. Pero es en Les Corts donde se tramitan el atestado y se gestiona su ingreso en los calabozos.
Ambas unidades están completamente colapsadas, sin capacidad de redactar atestados con más elementos que los imprescindibles, la declaración del detenido y nada más. El jueves se echó mano del grupo operativo de la unidad. Esos mossos se dedican a esas otras gestiones imprescindibles como es la búsqueda de testigos, imágenes, organizar pruebas constituidas si se trata de víctimas extranjeras. Cuestiones que tienen mucho que ver con esa otra labor imprescindible en la acción policial y que sirve para que cuando el detenido llegue al juzgado, los magistrados no tengan la tentación de archivar por falta de pruebas.
Los responsables policiales de Barcelona son conscientes de la saturación de esas dos unidades y se han comprometido a buscar un refuerzo. El dispositivo Ubic plantea el don de la ubicuidad, trasladando a Ciutat Vella agentes que estaban realizando otros servicios menos prioritarios ahora mismo. Habrá que buscar tarde o temprano una nueva fórmula para reforzar esas otras unidades, que o se refuerzan o de poco o nada servirá detener a presuntos delincuentes si después la gestión de su arresto no cumple unos parámetros mínimos de calidad.
Es cierto que la situación del jueves por la noche fue excepcional. Desde la oficina de comunicación de Mossos se difundió un nota detallando 14 de las detenciones. Buena parte de estos arrestos fueron por robo con violencia e intimidación, los más preocupantes, que también se han disparado en Barcelona y contra los que tanto Mossos como la Guardia Urbana han puesto especialmente el foco.
Una mirada que no debe apartarse del incivismo, que especialmente en Ciutat Vella está muy vinculado a la inseguridad. El jueves por la noche trascendieron unas imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del restaurante Salamanca de la Barceloneta. Pasaban pocos minutos de las doce de la noche, cuando un grupo de adolescentes, delincuentes habituales del barrio, se acercó para pedir comida. No era la primera vez. El encargado les dijo que uno de ellos se había colado antes y se había llevado el bolso de un trabajador con una camisa y unas llaves, que si devolvían lo sustraído les darían comida.
Tras esa conversación se produjo una primera agresión de uno de los jóvenes al encargado, por la espalda y a traición. Y a partir de ese momento se organizó en mitad de la calle una batalla en la que volaron sillas y palos y en la que participaron los adolescentes y una decena de empleados que salieron a ayudar a sus compañeros.
El responsable del Salamanca explicó, impotente, que prefería no perder el tiempo denunciando. Que sabía que estaría más tiempo en la comisaría gestionando la denuncia que los agresores detenidos. Unas tristes imágenes que al final tienen mucho que ver con esa sensación de impunidad con la que algunos delincuentes actúan en algunas calles de la ciudad y con la que tanto Mossos como Guardia Urbana se han comprometido a terminar.
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