Cantar para atraer a las hembras
Natura sàvia (TV3) es un porro de tomillo con intenciones didácticas. La idea: explicar la fauna autóctona desde una curiosidad científica con la ayuda de un experto, Jaume Sañé, y aliñarla con dosis de humor a cargo de Quimi Portet y Albert Pla. El cemento de todo esto es Peyu, que cuenta con la autoridad de tener un pie en el territorio del humor y otro en el contacto con eso que ahora se llama territorio, y que tampoco ha rehuido nunca algunas de sus opiniones políticas. Eso propicia que a ratos se subraye innecesariamente la condición autóctona de unas especies –de rana, sapo o tritón– y que, inevitablemente, aparezcan referencias a la monarquía o a los presos y, en un sentido antropológicamente incorrecto, comentarios sobre el lado oscuro de los castellers. El papel de Portet y Pla, algo agarrotados por la literalidad del guion, es de incluir la crítica. Y el de Sañé, en la línea de conocedores del país de la escuela de Martí Boada, aportar una visión científica pero pedagógicamente respetuosa con el entorno, nada propensa a recurrir a las trampas sensacionalistas del género. La alternancia de discurso científico y de investigación y del teatrillo del absurdo de los sabios friquicríticos aporta ritmo y originalidad. Recuerda, aparte de algunos momentos de Ilustres ignorantes, las transiciones de La Trinca, con el sofá en el que una familia de espectadores decía: “Guaita què fan ara!” hibridado con el Xato de La vida en un xip, cuando, al final del programa, Antoni Bassas telefoneaba al programa para hacerle la crítica, sin anestesia, al añorado Joaquim Maria Puyal. El resultado acaba teniendo efectos benignos en el estado de ánimo y nos aporta conocimientos que quizás intuíamos: como que, justo antes del ritual de apareamiento, los sapos macho cantan para atraer a las hembras.
Anna Castillo (Barcelona, 1993) en Estoy vivo (TVE) hace una exhibición de talento que, por acumulación, provoca vértigo. En el último capítulo emitido (quinto de la segunda temporada), su personaje de policía tiene que emborracharse, coger un taxi y, delante de la casa del hombre que le ha robado el corazón, soltar el típico discurso de beodo rencoroso que en realidad se muere de ganas de decirle que lo ama. ¿Cuántas veces habremos visto una escena como esta? En la vida real, unas cuantas. En la ficción, miles. Y Castillo no sólo supera la prueba sino que aporta un momento de verdad romántica de primer nivel. Cuando a los actores se les dirige bien, se les da un texto y un personaje susceptible de mejorar es cuando el talento de muchos actores de esta serie se transforma en una fuente de grandes satisfacciones.
Anna Castillo (Barcelona, 1993) en la serie ‘Estoy vivo’ (TVE) hace una exhibición de talento
Cuarto capítulo de The cry yla angustia no sólo continúa sino que crece. Al principio parecía otra historia de niño desaparecido pero el argumento ha derivado hacia zonas mucho más oscuras de la condición humana. Y, en este sector de series que quizás no generan grandes despliegues publicitarios pero que son extraordinarias, conviene saludar el retorno –cuarta temporada– de Oficina de infiltrados, que ahora sitúa la acción en la Rusia corrupta Putin y promete horas de magnífica intriga verosímil.