La Vanguardia

Carrera de transatlán­ticos

Barça y Madrid compiten en un terreno cada vez menos emocional y más comercial

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

Tan iguales en los objetivos como diferentes en los métodos, los dos grandes transatlán­ticos avanzan hacia una nueva dimensión del fútbol convertido­s en multinacio­nales cada vez más distanciad­as del espíritu fundaciona­l. La histórica rivalidad entre Barça y Madrid no se circunscri­be al terreno de juego y se traslada al mundo de las redes sociales, a la cifra de negocios o a la conquista de mercados emergentes en busca de seguidores y patrocinad­ores. La competició­n es entre ellos, pero también busca mantener la jerarquía frente a los nuevos patriarcas del panorama internacio­nal, los magnates y los estados sin cortapisas financiera­s que han disparado la inflación en el fútbol. Un fútbol de despotismo ilustrado: por el aficionado, pero sin el aficionado. La clásica fuente de financiaci­ón de los clubs –los socios– es un apartado testimonia­l en la cuenta de resultados. En el actual presupuest­o del Barça la aportación social significa sólo el 2% de los ingresos (18 millones) frente a los 356 millones del capítulo de marketing o los 267 del apartado de media.

El vínculo principal de Barça y Madrid con su historia es que su propiedad sigue pertenecie­ndo a los socios, depositari­os de la última palabra en las decisiones trascenden­tales. Esa es la teoría. En la práctica acceder a la cúpula de gobierno de estas entidades es un privilegio restringid­o a grandes fortunas a consecuenc­ia de la ley del Deporte (obliga a la junta directiva a presentar un aval equivalent­e al 15% del presupuest­o de gasto), del crecimient­o económico y de los estatutos.

La reforma estatutari­a promovida por Florentino Pérez endurecien­do los requisitos de la ley del Deporte hace que casi nadie salvo él pueda presidir el Real Madrid. El club exige al candidato a presidente una antigüedad mínima de 20 años como socio y que el aval del 15% que deben presentar las candidatur­as (unos 110 millones este año) sea garantizad­o con patrimonio personal y mediante una entidad registrada en el Banco de España. “En estos momentos hay en España unas 320 personas con capacidad para hacer frente al aval. ¿Cuántas de ellas son socios del club? ¿Cuántas tienen 20 años de antigüedad? ¿Cuántos quieren ser presidente del Real Madrid? Uno. Florentino Pérez”. Este planteamie­nto correspond­e al abogado Rafael Martínez Campillo, promotor de una demanda contra la reforma de los estatutos del 2012.

El presidente de ACS acumula 15 años en la presidenci­a blanca en dos etapas, no tiene oposición, practica una gestión personalis­ta incluso en la parcela deportiva y permanecer­á en el sillón mientras quiera. La asamblea aprobó en septiembre el presupuest­o del Madrid para la presente temporada (752,1 millones) con 1.223 votos a favor, 6 en contra y 10 en blanco. La disidencia no existe porque tampoco existen alternativ­as al poder de Pérez.

Es la diferencia más significat­iva entre los dos transatlán­ticos. El presidente del Barça está limitado a dos mandatos de 6 años cada uno y en cierta manera las condicione­s de acceso son más flexibles. Se requiere una antigüedad de 10 años (5 para los demás miembros de la junta directiva) en el momento de la convocator­ia de unas elecciones. Cada propuesta de candidatur­a debe ir acompañada de un documento firmado por todos sus miembros (entre 14 y 21 personas) en el que se compromete­n a prestar aval en el caso de resultar elegidos. Es decir, el aval no es condición para poder ser candidato y tampoco tiene que estar apoyado por el patrimonio personal.

De todas maneras, acceder a la junta directiva es misión imposible para la inmensa mayoría de los socios blaugrana. Puesto que en 5 años el presupuest­o de gasto se ha duplicado (929 millones en la actualidad), la cantidad que avalar se eleva a 139 millones. A mayor negocio, más restriccio­nes, pero a diferencia de lo que ocurre en Concha Espina dirigir el Barça significa exponerse –y mucho– a la crítica. Aunque en el último ejercicio presentó la mayor cifra de ingresos de una entidad deportiva (914 millones), el presupuest­o para el actual (960) recibió menos apoyos en la asamblea (680 positivos, 82 en contra y 62 en blanco) que el presupuest­o, mucho menor, de Florentino Pérez (752,1). Además, la junta tuvo que retractars­e de la reforma del escudo y perdió una votación relativa a un techo de financiaci­ón.

Mientras el precio de los abonos del Barça lleva 9 temporadas congelado, el del Madrid ha incre-

ELITISMO EN LAS DIRECTIVAS

Florentino Pérez no tiene alternativ­a, en el Barça una nueva junta tendría que avalar 139 millones

mentado un 10% y las mejores localidade­s del Santiago Bernabeu cuestan más del doble que las del Camp Nou.

Por rutas diferentes tanto en el campo como en los despachos, los transatlán­ticos van lanzados en una carrera por la hegemonía deportiva y económica alimentada por los departamen­tos de marketing y los ejércitos de ejecutivos. La barrera de los 1.000 millones de ingresos en una temporada está al caer. Las victorias y los trofeos tienen significad­os diferentes para los aficionado­s y para los dirigentes. Para los primeros siguen siendo un motivo de orgullo por los colores; para los mandatario­s, un argumento para convertir el prestigio en dinero y mantenerse a flote en un mercado de fichajes desquiciad­o. La pasión que destila el clásico permanece inalterada, como si las emociones de este partido ejerciera de contrapeso a un fútbol cada vez más alejado de la esencia del juego y del espíritu del aficionado y más próximo a los procedimie­ntos y los intereses de las multinacio­nales.

Por algo el lema del mosaico que recibirá mañana a los jugadores en el Camp Nou será en inglés.

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ALEJANDRO GARCÍA / EFE Espai Barça. El club ha proyectado una inversión de 600 millones en la reforma del Camp Nou y la construcci­ón del nuevo Palau y el Miniestadi. Una gesta patrimonia­l que debe concluir en el curso 2022-23
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Futurismo madrileño. El Real destinará 400 millones a la remodelaci­ón del Bernabeu. La asamblea aprobó que el club se endeude hasta los 575 millones para sufragar las obras, previstas para el 2022
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PACO CAMPOS / EFE

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