La Vanguardia

De Amsterdam a Novosibirs­k

De todos modos, el mejor eslogan para atraer al turismo lo tienen, sin buscarlo, en el histórico condado inglés de Wessex

- Màrius Serra

La alcaldesa de Amsterdam, Femke Haselma, encabeza un Consistori­o que acaba de tomar la decisión de eliminar el eslogan “I Amsterdam” con las tres primeras letras diferencia­das, como diciendo yo-soy-(Am)sterdam. No sólo dejarán de usarlo sino que retirarán dos grandes esculturas que lo reproducen en 3D para dar la bienvenida a los visitantes. El pasado martes, Quim Monzó recogía en su columna las declaracio­nes de la presidenta del partido (verde) GroenLinks que lidera la ciudad para justificar la medida: que el I-AM representa el individual­ismo y que ellos apuestan por la solidarida­d y la diversidad. Monzó compaginab­a un elogio al individual­ismo con la máxima solidarida­d con los ciudadanos de Amsterdam que sufren una invasión de turistas que a los barcelones­es nos resulta muy familiar. Barcelona ha lucido muchos eslóganes, del “Posa’t guapa” al “Més que mai” pasando por “La millor botiga del món”, pero la única vez que jugó con su nombre fue para practicar la división (silábica): “Bar, Cel, Ona”. Ahora que los verdes amsterdame­ses abominan del individual­ismo tal vez alguna ciudad que empiece por We (nosotros) se reivindica­rá diversa y solidaria. Quizá Wellington o la ciudad Estado de Weimar. De todos modos, el mejor eslogan turístico lo tienen, sin buscarlo, en el histórico condado inglés de Wessex. No existiría mejor destino para un parque temático de turismo sexual (We Sex). Algunos condados ingleses dan mucho juego, tal como ya intuyó el gran Jeffrey Eugenides, que en el 2002 publicó una extraordin­aria novela sobre un personaje transgéner­o que vive como mujer y como hombre. Eugenides retrata ocho décadas de su historia familiar con un temple que le supuso el Pulitzer y un título imbatible, Middlesex, el nombre de otro histórico condado inglés.

Cuando los patronatos de turismo contratan campañas de publicidad para atraer visitantes son muchos los profesiona­les que se ponen a jugar con el topónimo del lugar que les hace el encargo. La euforia de los hallazgos comporta que incluso les vendan juegos en inglés, aunque estén en Holanda (como era el caso de Amsterdam) o en Francia (como en el eslogan anagramáti­co lionés Only Lyon). Los únicos que no pueden jugar a este juego son los topónimos que empiezan por una de las palabras más temidas por los propagandi­stas del consumo: No. Ni la Noguera ni Norwich ni Normandía no harán nunca ninguna campaña de captación de turistas presidida por un No. Tal vez por eso Noruega encabeza rankings de bienestar económico sin tener que recurrir al turismo. Un eslogan magnífico sería: Norway? No way! (¿Noruega? ¡Para nada!). Lo mismo pasa con uno de mis topónimos favoritos. Desde que leí de niño Miguel Strogoff que deseo visitar la ciudad siberiana de Novosibirs­k, camino de Irkutsk. En este caso no les hace falta eslogan ninguno para frenar el alud turístico. Están en el quinto pino, y eso les basta.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain