Trump, contra el derecho de suelo
El presidente quiere negar la nacionalidad por el hecho de nacer en EE.UU.
El dilema se repite casi con cada tuit, cada provocación, cada polémica del presidente Donald Trump. “Va a decir cualquier cosa antes de las elecciones. No piquéis”, advirtió ayer la senadora demócrata Amy Klobuchar después de que Trump anunciara una orden presidencial para negar la nacionalidad a los nacidos en Estados Unidos de padres extranjeros. “Debe terminar”, dijo, “es ridículo” ser “el único país del mundo” que reconoce ese derecho.
Trump domina como nadie el ciclo informativo y la prensa estadounidense lo sabe. Pero en las elecciones presidenciales del 2016 también aprendió que “no picar”, no tomar en serio y dejar correr sin más sus “afirmaciones falsas o engañosas” –mentiras, en román paladino– supone validarlas. Así que ayer los medios estadounidenses se resignaron a cambiar de conversación y dejar de hablar, por ejemplo, de la retórica incendiaria que el presidente sigue gastando con sus rivales políticos a pesar de las advertencias y pruebas de que puede dar ideas a los fanáticos, para hacerse eco de su última promesa electoral y advertir de las falacias que contiene.
En contra de lo que aseguró ayer Trump, Estados Unidos no es el único país del mundo que reconoce el derecho de suelo a la hora de atribuir la nacionalidad. Canadá, Brasil y la mayor parte de América Latina, más de 30 países en total, también se guían por el mismo principio, mientras en Europa (España incluida) impera el derecho de sangre y la nacionalidad, salvo excepciones, se decide por los padres. Desde 1868, la 14.ª enmienda de la Constitución estadounidense reconoce explícitamente que “todas las personas nacidas o naturalizadas en EE.UU. y sujetas a su jurisdicción son ciudadanos de EE.UU.”, un redactado aprobado originalmente para aclaUnidos, rar la situación de los esclavos.
“Siempre se me había dicho que necesitas una enmienda constitucional” para cambiarlo, pero “¿saben qué? No hace falta. Puedes hacerlo con un acto del Congreso, pero ahora me dicen que puedes hacerlo mediante una orden presidencial”. Por decreto, pues, asegura Trump, en contra de la opinión de la mayoría de expertos constitucionalistas que se han pronunciado sobre el tema durante el último decenio, cuando algunos republicanos han planteado que era necesario acabar o modificar este derecho.
La 14.ª enmienda es una pieza clave de la identidad de Estados del país del melting pot y la fusión de culturas bajo una identidad pero, a la vez, la pesadilla del movimiento nativista. Los supremacistas blancos miran con angustia el reloj conforme se acerca el 2045, el año en que según las previsiones del censo nacional los blancos dejarán de ser el grupo mayoritario del país y Estados Unidos se convertirá en un país con mayoría de minorías. Un término recurrente en el debate es “bebé ancla”, el supuesto uso de niños para adquirir la nacionalidad, aunque no puedan facilitársela a los padres hasta que no tienen 21 años. Ahora es el miedo a la llegada de inmigrantes de América Latina lo que ha abierto el debate. Antes fue la ansiedad que provocaba la llegada de trabajadores asiáticos y chinos, sobre todo a California y la Costa Oeste, lo que llevó a algunos a cuestionar la aplicación de la provisión constitucional. Una sentencia del Supremo de 1890 zanjó el debate al reconocer la nacionalidad estadounidense a Wong Kim Ark, nacido en el país de padres chinos.
Si Trump lleva a cabo su promesa, anunciada en una entrevista con Axios, desatará probablemente una nueva batalla judicial que podría acabar en el Tribunal Supremo. Es lo que ocurrió con el veto migratorio impuesto caóticamente a varios
¿QUIÉN ES ESTADOUNIDENSE? El líder de EE.UU. miente al asegurar que es “el único país” que aplica este derecho
LAS MANERAS DE TRUMP Paul Ryan advierte al mandatario que no puede acabar con el derecho por decreto
países musulmanes días después de tomar posesión. Al final, tras reformularlo, la justicia lo avaló.
“No puedes acabar con el derecho por nacimiento a la ciudadanía con sólo una orden ejecutiva”, replicó el presidente de la Cámara de Representantes del Congreso, el republicano Paul Ryan. “Como conservador, creo que hay que seguir fielmente la Constitución y la enmienda 14.ª es muy clara”, dijo Ryan, a punto de dejar la política, mientras los demócratas censuraron el oportunismo de Trump. “No puede borrar la Constitución con una orden ejecutiva”, afirmó Omar Jadwat, de la Unión Americana de Libertades Civiles. El anuncio, dijo, es “un intento descarado e inconstitucional de sembrar la división y avivar las llamas del odio a los inmigrantes a días de las elecciones”.
Entregado a la causa de movilizar a las bases republicanas con la agenda antiinmigración que le llevó a la Casa Blanca, Trump anunció el lunes el envío de 5.200 militares a la frontera de México (la misma cantidad que tiene en Irak) para ayudar a la guardia de fronteras a afrontar la llegada de miles de inmigrantes de Centroamérica. Trump se ha referido a esta caravana humana como “invasión” y ha sugerido que está financiada por George Soros, el multimillonario de origen judío que los supremacistas blancos tienen en la diana como supuesto instigador de una conspiración para acabar con la pureza blanca de Estados Unidos.
Es la teoría que defendía el ultraderechista detenido el sábado por el ataque a la sinagoga de Pittsburgh, que se cobró once víctimas mortales. En contra de lo que le pidieron las autoridades locales, el presidente y la primera dama se desplazaron ayer a la ciudad para expresar su duelo. En un gesto institucional poco habitual, tanto el gobernador de Pensilvania, Tom Wolf, como el alcalde de Pittsburgh, Bill Peduto, decidieron no acompañarles. Varias familias de las víctimas se oponían a que estuviera allí durante los funerales. Sus comentarios sobre la falta de guardias armados en la sinagoga “fueron considerados muy inapropiados por todo el mundo”, dijo Stephen Halle, sobrino de un fallecido.
Miembros del Congreso, republicanos y demócratas, declinaron la invitación a sumarse al viaje. “Si quiere venir a Pittsburgh, le ruego que no lo haga mientras enterramos a los muertos. Nuestra atención debe estar en ellos, no tenemos medios de seguridad pública suficientes” para los dos acontecimientos, le pidió el alcalde. La apretada agenda de mítines del presidente podría explicar su insistencia en ir ayer pese al hostil recibimiento.