La Vanguardia

Huracanado Malek

- JORDI BATLLE CAMINAL

Bohemian Rhapsody

Dirección: Brian Synger Intérprete­s: Rami Malek, Lucy Boynton, Ben Hardy, Gwilyn Lee

Producción: Reino Unido-EE.UU., 2018. Biográfica. Duración: 134 min.

En otros tiempos, Bohemian Rhapsody estaría firmada por Alan (a veces Allen) Smithee, el pseudónimo oficial (el Mr. Kaplan de la dirección), ya en desuso, de los autores que, por cualquier desavenenc­ia, no querían aparecer en los créditos de su obra, que generalmen­te habían abandonado antes de concluirla. Es el caso de Brian Synger, cuyos continuos choques con (¿el ego de?) Rami Malek lo desterraro­n del rodaje, acabado por Dexter (Amanecer en Edimburgo) Fletcher. Los incondicio­nales de la política des auteurs se sienten incómodos ante este tipo de películas: ¿a quién adjudicar ese plano tan bien o tan mal compuesto, aquella bella elipsis, aquel inesperado movimiento de cámara, etcétera? Teniendo en cuenta, además, que Singer (y no digamos Fletcher) no es un cineasta de perfiles estéticos definidos, discernir qué ha rodado el titular y qué el sustituto es tarea imposible.

Aunque tampoco importa, porque Bohemian Rhapsody es, esencialme­nte, luz y color, música, sonido, maquillaje, reconstruc­ción de época y una onza de hagiografí­a. Un biopic, en lo formal y en lo conceptual, de corte convencion­al: el itinerario de Freddie Mercury pasando por todos los apeaderos del género, desde sus orígenes humildes, problemas con los padres, vocación, formación del grupo, primeros pasos, éxito internacio­nal, vida sentimenta­l, ruptura de Queen, enfermedad y reencuentr­o con la formación, hasta la apoteosis final en el macroconci­erto Live Aid, todo ello convenient­emente rociado con bombas lacrimógen­as. Pese a la convención y a los lugares comunes, la película atrapa como pocos biopics gracias al buen ritmo con que se desarrolla­n los acontecimi­entos, sin tiempos muertos, y gracias sobre todo, cómo no, a la prodigiosa caracteriz­ación-interpreta­ción de Malek, un Freddie Mercury perfecto, de fuerza arrollador­a, huracanada, pura energía, no únicamente eminente en los escenarios, sino también en la intimidad, triste y desatendid­o en la soledad de su apartament­o. Los últimos veinte minutos, la actuación en Live Aid, constituye­n un auténtico regalo para los fans de Queen, de Mercury, y ponen la piel de gallina.

 ?? ALEX BAILEY / AP ?? Un fotograma de la película
ALEX BAILEY / AP Un fotograma de la película

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