Caravana en la puerta del cielo
Aunque se declara cinéfilo, Trump reniega de las raíces iconográficas del mejor cine americano, como ya demostró en sus comentarios correctivos sobre Ciudadano Kane. Esa ruptura con la tradición de las imágenes fundadoras se manifiesta una vez más en su reacción amenazante ante la caravana migratoria que se dirige hacia Estados Unidos. Cuando Trump dice que movilizará a 5.000 soldados para recibir violentamente a la fila de gente que quiere instalarse en el país, está creando un dispositivo que es ajeno al mito fundador de los orígenes del western, que se basa en acoger a los pioneros que, en fila de carretas, superaban dificultades para asentarse en su nueva patria.
Lo que hace Trump con esta idea de reprimir a los recién llegados es reproducir el dispositivo de uno de los filmes más críticos que nunca se hayan filmado sobre la historia de Estados Unidos, la obra maestra La puerta del cielo de Michael Cimino. Fue un gran fracaso económico que sólo se explica porque revisa el período de los flujos migratorios con un punto de vista que incomodaba profundamente al espectador estadounidense. Lo que hizo Cimino es anunciar lo que Trump quiere hacer ahora de modo explícito y sin rubor. Cimino desmenuzó la imagen consensuada de los pioneros que superan las dificultades con enemigos habituales (los indios, el hambre, los bandoleros), para centrarse en la lucha de clases. Lo que decía La puerta del cielo es que los auténticos enemigos de los inmigrantes eran los propietarios de tierras que habían llegado antes, los blancos ricos que con la complicidad del ejército y de la judicatura se dedicaban a atacar y eliminar a los recién llegados, de vocación agrícola. El racismo, la supremacía económica y el uso de todas las fuerzas represivas del estado por parte de los propietarios ricos, convertían este filme en una confrontación explícita entre los pioneros pobres que llegaban en caravana y los ricos que los esperaban para atacarlos sin piedad e impedir que se asentaran. Una imagen que se alejaba del mito tranquilizador con que la sociedad americana se había dotado, como una tierra de igualdad de oportunidades.
El público rechazó esta visión crítica. Pero ahora Trump no duda en evidenciar lo que siempre se mantenía escondido y que La puerta del cielo denunciaba: que el nuevo poder americano que encarna quiere representar una sociedad cerrada, temerosa de los cambios y que se concentra militarmente contra el intruso. Lo que hace Trump con esta ruptura explícita con las imágenes de los mitos fundadores es buscar una nueva iconografía basada en el egoísmo y la fobia a los extraños. Un modo de asentar su voluntad instauradora de una ideología racista: considerar a los extranjeros como invasores, negando así más de un siglo de filosofía visual norteamericana. En el hecho de atacar la caravana de inmigrantes, Trump se posiciona contra la esperanza de los pobres, pero también contra John Ford.
En su película, Cimino anunció lo que Trump quiere hacer ahora de modo explícito y sin rubor