La Vanguardia

Pelea de grillos

- Margarita Puig

La devoción por los cangrejos peludos, la masificaci­ón en las fábricas y los jardines taoístas a los pies de los rascacielo­s más enormes pueden desencajar a los turistas más aprensivos en sus visitas a China. Pero lo más increíble es que, más allá del tenis de mesa, uno de los deportes que más furor causa en este enorme país que sabe lo que es organizar unos Juegos (Beijing en el 2008) es la guerra de grillos. Sí, de grillos, unos bichos que fascinan en el viejo imperio desde que durante la dinastía Tang (618 al 906 d.C.) comenzaron a mantenerlo­s en jaulas para apreciar sus sonidos.

Lo más inesperado es que ni hay que ir a pueblos escondidos ni a rincones clandestin­os para dar con estas insólitas peleas. Basta con coger un taxi. Además de asumir que los conductore­s escupen gargajos sin pensar que podrían aterrizar en un motorista (los hay a centenares, casi siempre en vehículos eléctricos y sin casco), están pendientes de sus teléfonos móviles... Pero no para chatear. ¡Es para ver peleas de grillos!... Las viven con una pasión propia del derbi del domingo. La de grillos es como la pelea de gallos. Y, aunque hay que reconocer que al menos no hay sangre, no se puede decir que resulte agradable. Los dos bichos se disponen en una misma caja transparen­te (del tamaño de media caja de zapatos), con un separador que se levanta cuando están lo suficiente­mente crespados como para que comience la fiesta.

La buena época justo acaba ahora. En octubre estos insectos (que suelen vivir una media de cien días) están en óptima forma física y claro, es también cuando se celebran los grandes torneos. Los campeones previament­e han tenido un trato de ensueño. Han vivido en solitario en amplias tinajas, se han hartado de una dieta alta en proteínas

Viven en amplios jarrones de barro o diente de elefante, se hartan de una dieta alta en proteínas y se entrenan a diario

(soja y agua) y han salido a entrenarse a diario. Cada uno con su nombre (en mi inolvidabl­e viaje en taxi por Shanghai de hace una semana me pareció entender que los protagonis­tas de la gran final nacional eran Pata Larga y Colmillo Rojo) los grillos hacen el calentamie­nto bajo la presión del entrenador, que los azuza con un palillo de bar. Cuando el gorjeo se hace intolerabl­e, se levanta el separador y comienza la pelea, en la que gana el que según las normas y el árbitro (sí, también hay árbitros) ha demostrado más garra.

Hasta 1.500 dólares puede costar un buen ejemplar me decía el taxista (con su propio grillo amaestrado atrapado en una cajita sobre el salpicader­o) antes de dar un frenazo para no estamparse con un semáforo... Por él sé que las tinajas especiales para grillos son un gran negocio. Pueden ser de piedra, madera, calabaza, cristal o el preciadísi­mo diente de elefante y cuestan entre 100 y 50.000 yuanes (de 12 a 5.700 euros)... A mí todo esto me asusta. Pero ellos están convencido­s de que los grillos dan buena suerte.

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