Qué está en juego en Italia
Por primera vez, la Comisión Europea ha devuelto un proyecto de presupuestos públicos a un país miembro con la exigencia de que reduzca el déficit previsto, ya que triplica el pactado previamente (con el anterior gobierno). El Gobierno italiano no cederá fácilmente: el aumento del déficit era una promesa de un socio de la coalición (Movimiento 5 Estrellas) que está siendo eclipsado en las encuestas por el otro (La Liga). La Comisión amenaza con sanciones, pero lo cierto es que hasta ahora muchos países se han saltado las normas presupuestarias sin que las haya aplicado nunca.
En esta disputa, dos cosas están en juego. La primera es el principio democrático. El Parlamento italiano ha sido elegido por el pueblo y responde ante él, lo que no se puede decir de la Comisión. El control de los presupuestos por parte de esta es una manifestación más de la tendencia a otorgar poder a órganos técnicos supuestamente más capacitados para gestionar los asuntos económicos que las asambleas populares. Desde este punto de vista, el hecho de que el gobierno italiano acabara imponiendo su criterio obligaría a repensar la arquitectura institucional comunitaria dando mayor preeminencia a las instituciones con legitimidad democrática.
Ahora bien, el éxito del Gobierno italiano significaría también una mayor responsabilidad por su parte. Cuando la Comisión exige de los estados-miembro ciertos comportamientos, está asumiendo, de facto, la responsabilidad de sacarles las castañas del fuego si, a pesar de cumplir, las cosas van mal. Y en el caso italiano las cosas pueden ir muy mal.
En Italia, el problema económico más urgente (aunque no el más importante) es la elevada deuda pública, que representa
La CE amenaza con sanciones pero muchos se han saltado las normas presupuestarias y no las ha aplicado nunca
el 130% del PIB. A diferencia del caso español, los acreedores son sobre todo italianos. Los bancos están saturados, lo que implica que son extremadamente sensibles a lo que pase con esta deuda.
Hace sólo cinco meses el tipo de interés de la deuda italiana a 10 años era del 2%, y ahora es del 3,5% (el alemán sigue siendo del 0,5%). La consiguiente caída del valor de la deuda ha hundido la cotización de la banca italiana un 20% en sólo un mes.
No podemos descartar ningún escenario. Es posible que el Gobierno italiano se salga con la suya sin que la banca italiana se derrumbe. Esto sería un éxito político enorme para los partidos en el poder y una mala noticia para la Comisión, pero no necesariamente por el proyecto europeo, que debería repensarse. Es posible que los mercados financieros se pongan nerviosos y que el Gobierno italiano ceda, lo que seguramente no aumentará la popularidad de la Unión Europea entre los italianos, que ya es muy baja. Finalmente, es posible que la banca italiana acabe derrumbándose. Si lo hace, no será porque el déficit sea del 2,4% en vez del 0,8%, sino porque los acreedores habrán dejado de confiar en que la Unión Europea garantiza su patrimonio. Las consecuencias no serían buenas para nadie.