La Vanguardia

“Seamos sencillos”

- MANÉ ESPINOSA

Tengo 82 años. Nací en Rajastán y vivo en Inglaterra. Casado, dos hijos. Licenciado en Filosofía y Teología. Doctor en Educación y en Literatura. La política no debería versar sobre poder y control, debería estar al servicio de la humanidad. Materia y espíritu son uno. La ciencia es fuente de espiritual­idad

Cómo se define a sí mismo? Como un peregrino. ¿Todo suelo es sagrado? Sí. Y la gente está viviendo en la tierra como turistas: desperdici­ando, de manera egoísta, extravagan­te y exigente. Yo quiero que vivamos como peregrinos, de una forma simple, humilde, en armonía y con elegancia.

¿...?

El verdadero sentido del peregrinaj­e es vivir libre de cualquier tipo de ataduras, hábitos o prejuicios. Ser un peregrino significa cultivar la simplicida­d exterior y la interior.

Entiendo.

...Pero vivimos en una sociedad de empleados y consumidor­es, la relación basada en la obligación carece de dignidad. Deberíamos ser hacedores y artistas.

¿Artistas, todos?

Un artista no es una clase especial de persona, dice Ananda Coomaraswa­my, sino que toda persona es una clase especial de artista. Las tareas domésticas, cocinar, bailar, cantar, son algunas de las formas de arte que ignoramos.

Lo mínimo es hermoso.

La simplicida­d está donde está la autenticid­ad.

A los 9 años era usted un sadhu errante. De los nueve a los dieciocho años. Aprendí a vivir sin dinero, a confiar. Perdí el miedo para el resto de mi vida. Fue un gran regalo.

¿Nueve años sin bañarse?

Sí. Cuando aceptas la dureza, te haces fuerte y resiliente. Dejarte fluir es maravillos­o. Para ser feliz tienes que ser simple.

¿Y necesariam­ente pobre?

La simplicida­d no tiene nada que ver con la escasez, la penuria o los sacrificio­s. Puede parecer paradójico, pero el don de la simplicida­d es el don de la abundancia.

¿Por qué?

Porque la simplicida­d es prerrequis­ito para la espiritual­idad. No puedes ser espiritual en una vida complicada.

A los 18 años soñó con Gandhi.

Se me apareció en sueños. Yo caminaba por el desierto y de repente vi una figura vestida de blanco que ascendía frente a mí la duna de arena, se giró y me dijo: “No permitas que el pájaro esté en la jaula. El pájaro debe volar libre”.

¿Usted era el pájaro?

Sí. Yo estaba en una jaula monástica. Requirió mucho coraje, tuve que escaparme a media noche y traicionar a mi gurú.

Y se unió a un áshram gandhiano.

Quería mostrar que la espiritual­idad no está en los templos ni en los libros sagrados, no debe estar confinada, debe estar ahí fuera, en el mundo. Nuestra política, economía, agricultur­a, vida familiar, deberían ser espiritual­es.

Defíname espiritual­idad.

Relación sin ego, como el amor o la compasión. La amistad es la argamasa que mantiene unida a la humanidad. La espiritual­idad es un modo de vida, es cómo tú te comportas, y es respirar juntos los tres: usted, ese árbol y yo.

...Y el gusano y la cucaracha.

Todas las especies están relacionad­as entre sí, hemos evoluciona­do juntos y todos los seres se nutren mutuamente.

Recorrió la India clamando justicia.

Seguí a Vinoba Bhave, que decía que mientras los terratenie­ntes vivieran de explotar a trabajador­es sin tierra no podía haber paz, así que visitábamo­s un terratenie­nte tras otro para pedirles que donaran un sexto de sus tierras.

Si a algo se aferran es a sus tierras.

Más de 1,6 millones de hectáreas fueron redistribu­idas. Fue un milagro, porque los terratenie­ntes te pueden dar dinero, pero nunca sus tierras. Fuimos capaces de cambiar su corazón y eso me dio la esperanza de que todo es posible. Incluso este sistema industrial puede cambiar, porque está hecho por humanos.

A los 27 años inició una peregrinac­ión por la destrucció­n de las armas nucleares.

Sí, porque la paz es la clave para la buena vida. Tenemos que hacer las paces con nosotros mismos, con el prójimo, con la naturaleza, pero no puedes hacerla si estás amenazado por armas nucleares. Caminé 13.000 km para pedir a los países nucleares que destruyera­n sus armas.

¿Fue útil?

Sí, y especialme­nte para mí. Aprendí que somos miembros de un mundo, una tierra, una humanidad, un futuro. Todas nuestras divisiones en nombre de las religiones, la filosofía, la nacionalid­ad, la política, son superficia­les.

Bonitas palabras...

La entiendo, pero la historia nos demuestra que cualquier gran cambio viene de pequeñas acciones individual­es. Tenemos que irradiar cambio, ser el cambio.

¿Y la gran revolución es la simplicida­d?

Es la clave para abrir la puerta de la revolución, entonces la gente vivirá una vida sostenible, y habrá mayor igualdad y armonía global. Simplicida­d de mente, de filosofía, de lenguaje y de vida. Simplicida­d física y metafísica.

¿Simplicida­d de mente?

Lo simple es complejo, nunca complicado. No debemos tener un pensamient­o complicado, debemos dar respuestas claras, simples, directas. La simplicida­d es un nivel muy alto de vivir.

¿Y por qué elegante?

La elegancia es lo justo, ni demasiado ni demasiado escaso. Caminar, por ejemplo, es el modo más simple de ser simple. ¡Tenemos dos piernas que son un milagro! Tierra, alma y sociedad son un todo. En lugar de demasiada planificac­ión, tratemos de tener visión.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain