MEDICINA INAUDITA
La historia de la medicina nos muestra cuan largo ha sido el camino para poder sanar las enfermedades que aquejan a la especie humana. Casi podríamos afirmar que hace muy poco que hemos superado el periodo precientífico, donde conjeturas y conocimiento real se mezclaban. Básicamente, ha sido nuestro espíritu de exploración innato el que nos ha hecho pasar de la medicina de los chamanes a un nuevo horizonte de sucesos, donde la medicina es más individualizada y precisa. El conocimiento y el afán crítico derivados de nuestra curiosidad sobre la naturaleza han permitido a los humanos avances inauditos ante la cruda realidad de la enfermedad. De increíble podemos fijar esta moderna medicina donde el diagnóstico y el tratamiento han logrado resultados que a los ojos de nuestros abuelos muchos serían catalogados como de auténticos prodigios.
En el caso de la hipertrofia benigna de próstata, la cirugía endoscópica con láser ha significado un verdadero punto de inflexión en su tratamiento definitivo. Me refiero a la fotoenucleación prostática que es capaz, sin afectar la sexualidad, de “extraer” adenomas prostáticos de hasta 200 g por la uretra, frágil conducto de una longitud media en el hombre adulto de 16 cm y un calibre variable de entre 7 y 10 mm. Gracias a una sofisticada tecnología multidisciplinar se han podido superar los límites anatómicos y el miedo que nuestros padres y abuelos tenían a un tratamiento quirúrgico de alto riesgo. Felizmente, la esperanza de vida va aumentando, y a partir de cierta edad vamos añadiendo meses de sobrevida cada año que pasa. Vivimos casi 25 más de media que la generación anterior. Todo un privilegio poder figurar entre los miembros de esas escasas generaciones. Esta sobrevida puede convertirse para determinados individuos en un riesgo para el tratamiento de ciertas patologías, como la hipertrofia prostática, que afecta al 80 % de los hombres de 80 años. La fotoenucleación endoscópica de la próstata ha significado la vuelta a un calidad de vida que los afectados habían casi olvidado, superando en horas una patología en que hace unos decenios era un auténtico calvario.
Hoy en día podemos hablar de medicina inaudita porque tiene algo de asombrosa, pero detrás de este reciente asombro inducido por las modernas tecnologías y el conocimiento contrastado ha habido una lenta, penosa e inexorable voluntad de mejorar nuestro paso por la vida. Me gustaría terminar con las palabras del filósofo Gustavo Bueno que reflejan muy bien las dificultades del ser humano en superarse a sí mismo: «En definitiva, funcionamos demasiado en modo de pensamiento chamánico, exaltado y binario, y poco en el explorador prudente y confiado».