Franceses del Pacífico
El territorio del Pacífico no se separará, según los sondeos
Hoy se celebra en Nueva Caledonia un referéndum para decidir si este pequeño archipiélago del Pacífico continúa bajo soberanía francesa o prefiere continuar su camino sin depender de la lejana metrópolis.
Son franceses de las antípodas. Hoy celebran un referéndum para decidir si lo quieren seguir siendo u optan por la independencia. Según los sondeos, la mayoría de habitantes de Nueva Caledonia, un archipiélago en el Pacífico sur, a dos horas de vuelo de la costa australiana –y a casi 18.000 kilómetros de París–, optarán por no separarse, aunque el debate seguirá abierto.
El caso de Nueva Caledonia es singular como fenómeno gradual de descolonización. Hace treinta años, después de un periodo de violencia que casi degenera en guerra civil, hubo un acuerdo entre los dos principales grupos de población, los canacos –nativos de las islas, mayoritariamente independentistas– y los partidarios de permanecer en Francia, el grueso de los cuales es de origen europeo.
El referéndum de autodeterminación quedaba aplazado, mientras París prometía dotar al territorio de una amplia autonomía y se aplicaba una política “de reequilibrio” –para mejorar la calidad de vida de los canacos– y se daban pasos hacia el reconocimiento y la protección de las lenguas y de la cultura autóctonas.
El proceso ha sido bastante exitoso y muy pacífico, si bien los canacos se quejan de que aún sufren un desfase importante –producto de tantos años de sometimiento– y que la colonización se manifiesta ahora con otro tipo de hegemonía, menos opresiva pero implacable, la imposición tácita de un modo de vida occidental, con todo lo que ello implica a nivel económico, social, mental e incluso alimenticio.
La hora del referéndum ha llegado. El no a la independencia tiende imponerse por motivos puramente demográficos. Los canacos son el
39% de los habitantes. Los europeos representan el 27%. El resto son personas emigradas de otros países, incluidas islas del Pacífico. La abstención entre los canacos suele ser alta, lo cual hace aún más difícil que salga un sí a la secesión. Una parte de los independentistas, los más realistas, reconoce que el archipiélago no está preparado todavía para separarse. Depende demasiado de las transferencias financieras de la metrópoli, estimadas en 1.400 millones de euros anuales. Entre los partidarios de continuar en Francia, uno de los argumentos recurrentes es que una Nueva Caledonia independiente sería muy vulnerable al expansionismo chino, muy activo en los microestados del Pacífico. Según esa línea de pensamiento, continuar como territorio francés supone una garantía frente a la amenaza china.
Nueva Caledonia posee una superficie considerable –18.500 kilómetros cuadrados, más de la mitad de Catalunya– para una población de 270.000 personas. Posee las segundas reservas mundiales de níquel, lo cual la hace especialmente apetecible. Quizás aún más relevante, de cara al futuro, son sus 1,3 millones de kilómetros cuadrados de zona económica exclusiva en el Pacífico, algo con gran potencial.
El Gobierno francés no ha hecho campaña. Ha querido permanecer neutral, aunque es evidente que prefiere que triunfe el no. Aunque Nueva Caledonia supone una carga financiera, su independencia podría ser contagiosa. El primer ministro, Édouard Philippe, está mañana en el archipiélago, un día después de la consulta, para afirmar la presencia francesa y velar por la convivencia entre quienes hayan votado distinto.
Hoy por hoy, Francia no parece querer desprenderse de más territorios, pese a los problemas que algunos le plantean. La Francia ultramarina es extensa. Está presente en el continente americano, las Antillas, el Índico y el Pacífico. En algunos casos, como las islas de Guadalupe, Martinica, Reunión o Mayotte, así como la Guayana francesa, tienen categoría de departamentos. El estatus de Nueva Caledonia y de la Polinesia francesa es diferente, más autónomo. Gracias a esa expansión planetaria, Francia es el segundo país del mundo, después de Estados Unidos, en detentar zonas económicas exclusivas.
Nueva Caledonia fue descubierta por el explorador británico James Cook en 1774. Francia se apoderó de las islas en 1853. Los canacos, pueblo melanesio, habían llegado allí hacía tres milenios. Sometidos por los colonizadores franceses, que instalaron un penal para reos de la metrópoli –como hicieron los ingleses en Australia–, los canacos se rebelaron en varias ocasiones y fueron duramente reprimidos. En los años 80 del siglo pasado, el Frente de Liberación Nacional Canaco y Socialista (FLNKS) lanzó la lucha armada. Hubo decenas de víctimas. La eventual pacificación desembocó en un acuerdo, origen del actual referéndum. Está previsto que pueda haber otras dos consultas idénticas, en el 2020 y el 2022. Si la secesión vuelve a ser rechazada, independentistas y lealistas deberán analizan la situación y decidir qué camino tomar. Todas las opciones seguirán abiertas.
La población nativa, los canacos, son minoritarios frente a los de origen europeo y de otras procedencias