La Vanguardia

El factor Jordi Alba

- Joan Golobart Generar el espacio. El Barcelona bipolar.

La buena versión del Barcelona fue el que supo generar el espacio con tanta determinac­ión como paciencia. Me imagino que a muchos espectador­es les debe costar entender cómo Jordi Alba una y otra vez consigue ser la daga que perfora el sistema defensivo rival. Incluso a más de uno le saldrá algún comentario del tipo: “Parece mentira que los entrenador­es no sepan preparar un sistema defensivo que anule la capacidad ofensiva de Alba”. Pero les aseguro que es mucho más complejo de lo que parece por dos razones: por el estado de forma del lateral, del que parece que no todo el mundo se da cuenta, y por los preparativ­os que hace el Barcelona para que eso sea posible.

Cuando el Barcelona se instala en campo contrario mediante la posesión y a través de ella hace moverse a los jugadores del equipo rival, los pases que da lleva al contrario a obsesionar­se con tapar las conexiones interiores. De este modo, los laterales del rival se cierran hacia los centrales y ahí se genera la autopista para Jordi Alba; un jugador astuto para sacarle rendimient­o a esta circunstan­cia y con recursos técnicos y serenidad para generar ocasiones de gol. Alba es un jugador que necesita espacios para jugar y parece que deben ser los que la verticalid­ad te regala por detrás de la defensa. Pero los espacios que fabrica el Barça son consecuenc­ia del desorden en el rival que genera la posesión continuada.

Ya lo vimos la semana pasada frente al Madrid: un Barcelona glorioso que borró a los de Lopetegui dio paso al inicio de la segunda mitad a un equipo totalmente indolente que se empequeñec­ió de manera exagerada. La primera media hora de los azulgrana fue buena, se impusieron notablemen­te al Rayo, pero los de Vallecas pusieron mucho de su parte para que ello sucediera. Sin embargo, hubo pequeños detalles que mostraban que el Barcelona sí pero no. Y poco a poco los no se impusieron a los sí. Detalles, por ejemplo, que me transmitie­ron que la concentrac­ión no era máxima y eso generaba una cierta indolencia que mermaba la intensidad. Por ejemplo, algunos balones muy mal sacados desde atrás por Ter Stegen, pérdidas de Sergio Busquets en pases, ausencias de uno contra uno, y algunos detalles más. Y llegó una toma de decisión totalmente

La concentrac­ión no era máxima en los azulgrana y eso generó una cierta indolencia que mermaba la intensidad

equivocada y en sentido contrario a lo explicado en el párrafo anterior. Cuando el Barça posee el balón para desordenar, a su vez se junta para presionar. Pero en esa jugada, Busquets saliéndose del guión, dio un pase medio largo sin pasar por el proceso del desorden del rival. Alba estaba por esta razón con un marcador, que consiguió robar el esférico. Las líneas estaban demasiado alejadas para ejercer la presión correcta. Pero lo peor es que esta gran distancia dejó a los centrocamp­istas en tierra de nadie y el jugador del Rayo Trejo recibió entre líneas. Algo similar pasó en el primer gol del Rayo donde Trejo de nuevo estaba solo. Valverde, desde la serenidad que produce ganar, debe reflexiona­r seriamente.

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DANI DUCH Jordi Alba levanta la mirada antes de asistir a Luis Suárez en el primer gol de la noche
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