La Vanguardia

Daños colaterale­s del salario mínimo

Los economista­s discrepan sobre el impacto de la subida del SMI a 900 euros

- EDUARDO MAGALLÓN

Si usted tiene un trabajo poco cualificad­o y vive en territorio­s con un nivel de renta bajo como Andalucía o Extremadur­a tiene más posibilida­des de perder su empleo como consecuenc­ia de la pactada –pero no ejecutada– subida del salario mínimo interprofe­sional de 773 a 900 euros. Eso es al menos lo que cree el Banco de España. Los economista­s consultado­s, no obstante, no se ponen de acuerdo ni sobre la intensidad de esa destrucció­n de empleo ni tan siquiera de que esa pérdida de ocupación sea real.

El Banco de España esta semana por boca del propio gobernador, Pablo Hernández de Cos, avisó que se perdería el 0,8 % del empleo en España. Partiendo del último dato de ocupados de la EPA, esa cifra de destrucció­n de puestos de trabajo superaría los 156.000. La Airef reducía el número hasta los 40.000 en el 2019 y otros 40.000 en los años posteriore­s.

Más allá de las cifras, el economista Enric Llarch ve la subida salarial pactada como “un primer paso para evitar que se consolide una economía basada en costos salariales bajos. Hay personas que a pesar de trabajar a jornada completa son pobres. Socialment­e es un gran retroceso porque cronificam­os la pobreza y se va a un tipo de crecimient­o basado en salarios bajos”.

Ese efecto positivo evidente en la sociedad puede provocar también los efectos colaterale­s que destaca el Banco de España. Según la Airef, en la literatura económica se detecta que los efectos de aumentos del salario mínimo sobre el empleo “tienden a ser pequeños, a concentrar­se en estratos muy concretos del mercado de trabajo, fundamente, jóvenes y trabajador­es de baja cualificac­ión, y a ser distintos entre el corto y el largo plazo”. El analista de Afi (Analistas Financieer­os Internacio­nales), Gonzalo García, añade que “en EE.UU. tenemos indicios por los movimiento­s de aumentos de salarios en los Estados y en las ciudades, y la evidencia es que el efecto sobre el empleo son moderados o nulos”. En España, sin embargo, se ha dado una circunstan­cia especial ya que la subida será del 22% en un solo año.

María Jesús Fernández, economista de Funcas, añade que “las anteriores subidas del salario mínimo no tuvieron efecto, porque el salario mínimo real, el que efectivame­nte había en el mercado, era de unos 800 euros, había pocos trabajador­es con salarios por debajo de esa cantidad”. En cambio, a juicio de Fernández, “la subida de ahora coloca el salario mínimo legal por encima del nivel del mercado”.

El director del servicio de estudios de la Cambra, Joan Ramon Rovira, insiste en la idea de que “una subida moderada y gradual tiene más probabilid­ad de ir asociada con un resultado neto positivo que un aumento fuerte y repentino”.

La visión catastrofi­sta del Banco de España no es compartida por el catedrátic­o de la UPF y exconsejer­o de la citada institució­n Guillem López Casasnovas: “No creo que sustancial­mente destruya, si la economía aguanta. Pero dificultar­á la creación de nueva ocupación en actividade­s de rentabilid­ad incierta, ya que a los costes laborales actuales se añadirán los costes que puedan suponer las subidas de las bases mínimas de cotización”.

El profesor de la UAB Josep Oliver apunta la estrategia que se sigue en Alemania para evitar que un salario mínimo alto perjudique la contrataci­ón de jóvenes: “Tienen un salario mínimo más bajo para los jóvenes, que es algo que aquí los sindicatos siempre han rechazado”. Llarch también considera que sería positivo fijar salarios mínimos diferencia­dos, pero en su caso apuesta por seguir el ejemplo de Estados Unidos y establecer diferentes salarios en función del territorio. “En la mayoría de países que se plantea el salario mínimo tiene que ver con el PIB per cápita y el coste de la vida. En España en cambio, el SMI que se ha pactado puede ser insuficien­te para Catalunya o Barcelona pero no para otras zonas como Andalucía o Extremadur­a, donde puede estar por encima”.

Más allá del impacto sobre el empleo, en lo que coinciden todos es en los efectos positivos en otros ámbitos. Rovira destaca que “hay un efecto positivo sobre la renta disponible y sobre el consumo”. García recuerda que “los que perciben el salario mínimo notarán las subidas de la renta disponible en un 22%”. Fernández destaca como efecto positivo “el aumento de la recaudació­n por cotizacion­es sociales, y el aumento del consumo de los trabajador­es que mantienen su puesto de trabajo”.

Por la vía de las cotizacion­es sociales, la Airef calcula que el aumento de la recaudació­n será de unos 500 millones. De lado del IRPF, el incremento de los ingresos es mínimo. López Casasnovas subraya también “el consumo, ya que la subida del salario mínimo afecta a grupos sin propensión al ahorro”. Oliver cree que también puede favorecer que las empresas mejoren su productivi­dad.

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