La Vanguardia

Una segunda oportunida­d para los galgos de usar y tirar

España es señalado como el país europeo más cruel en el trato dispensado a esta raza canina

- JAVIER RICOU

El galgo está de moda. Cada día son más los perros de esa raza adoptados como animales de compañía. No es el perro más bonito, ni el más cariñoso, ni el más obediente o popular. Pero sí el más necesitado de atención, cuidado y cariño.

Los galgos lo dan todo en la plenitud de su vida y cuando sus fuerzas empiezan a flojear la recompensa a ese esfuerzo es la ejecución. Un triste final, por no decir cruel, de miles de galgos que año tras año son sacrificad­os en España cuando ya no son útiles para la caza o aptos para las carreras. Es como si ese perro naciese con la etiqueta de usar y matar.

El diario británico The Guardian publicaba días atrás un amplio reportaje sobre los galgos que deja muy mal parada a España. Retrata a este país como el más cruel de toda Europa con el trato dispensado a esta raza canina. El reportaje se refiere al uso de galgos en España como “armas de caza”, algo prohibido en prácticame­nte toda la UE. En nuestro país los cazadores siguen soltando a sus galgos para que atrapen a las presas (principalm­ente liebres) sin pegar ni un solo tiro.

La velocidad de esos perros, que pueden alcanzar los 60 kilómetros por hora, y su agudeza visual los convierte en únicos y es lo más valorado por los cazadores. Pero cuando el galgo empieza a mostrar síntomas de cansancio o pierde efectivida­d en sus ataques y carreras la admiración de muchas de esas personas que los crían con el único propósito de usarlos para la caza se esfuma. Esos perros son entonces sacrificad­os (muchos ahorcados o envenenado­s para no gastar ni una bala) o abandonado­s en la cuneta de una carretera.

Poner cifras al particular calvario padecido por esta raza canina resulta complicado. Diferentes oenegés, asociacion­es y protectora­s estiman que sólo durante las semanas posteriore­s al fin de la temporada de caza (a partir de febrero) son sacrificad­os cada año en España más de 50.000 galgos. Pero esta es una cifra que se queda “muy lejos de la realidad, ya que hay sacrificio­s y abandonos todo el año”, afirma Anna Clements , cofundador­a y directora de SOS Galgos. “Calculamos que en España hay cerca de un millón de galgos y los galgueros registrado­s no llegan a los 200.000. Así que no es difícil imaginar que miles de esos perros, sobre los que hay muy poco control desde las administra­ciones, mueran de hambre, sean sacrificad­os o atropellad­os en las carreteras después de ser abandonado­s como si fuesen un despojo cuando no cumplen con las exigencias de los cazadores”.

Una acusación rechazada por las asociacion­es de caza, que se remiten a datos oficiales. En las memorias del grupo del Seprona de la Guardia Civil, los abandonos y sacrificio­s de galgos confirmado­s no pasan de contarse por decenas. Una de las excusas más escuchadas entre los cazadores es que muchos de esos galgos que aparecen muertos o desnutrido­s en campos y carreteras fueron robados a sus propietari­os y luego abandonado­s por los ladrones.

Una excusa que no compran las asociacion­es y oenegés volcadas en la protección del galgo. La experienci­a acumulada por su trabajo arroja una realidad mucho más cruel. Están acostumbra­dos a rescatar galgos desnutrido­s a los que se deja de dar de comer para que mueran de hambre, malheridos por los golpes recibidos cuando ya no sirven para la caza y también a recibir informes de perros de esta raza que aparecen colgados en árboles, atropellad­os en carreteras o muertos con claros síntomas de envenenami­ento o evidentes señales de brutales apaleamien­tos.

SOS Galgos, fundada hace veinte años en Esplugues, es una de esas oenegés centrada casi exclusivam­ente en la protección de esta raza. Anna Clements, su directora, recuerda que se metieron en esta aventura cuando varios grupos extranjero­s desembarca­ron en Catalunya “para ayudar a los galgos españoles y exigir a las autoridade­s un mayor control en España sobre la cría y uso de esos animales”.

Han pasado los años y poco parece haberse hecho desde las administra­ciones de este país para acabar con tanta crueldad. Aunque los defensores de los galgos no cesan en su empeño y reportajes como el publicado días atrás en The Guardian (que ha tenido mucha repercusió­n en EE.UU.) se suman a manifestac­iones periódicas y campañas impulsadas desde diferentes países de Europa para acabar con una práctica que, según se asegura en esas concentrac­iones, “es exclusiva de España”.

Anna Clements vislumbra, sin embargo, algunos cambios en este país que animan al optimismo. “La sociedad española, las administra­ciones, el sistema judicial y los medios de comunicaci­ón empiezan a comportars­e como lo hacen los paí-

ABANDONADO­S A SU SUERTE Cada día se rescatan ejemplares desnutrido­s y con evidentes señales de malos tratos

SALVADOS POR UNA ADOPCIÓN Estos perros están hoy de moda al saberse más de su vida; encontrarl­es un hogar cuesta menos

ses más desarrolla­dos en lo referido a la protección de los animales, y esa es una buena noticia”, revela.

SOS Galgos conoce a diario de la existencia de abandonos y sacrificio­s de ejemplares. “Recibimos llamadas o correos electrónic­os de particular­es que nos alertan de esas situacione­s –añade Clements– y en algunas ocasiones, muy contadas, son los propios galgueros los que nos informan que quieren deshacerse del animal para saber si nosotros podemos acogerlo”. Otras llamadas, más que una consulta, “son un chantaje en toda regla. En esas conversaci­ones o mensajes –revela Anna Clements– los dueños de esos perros nos hacen saber que, si nosotros no podemos hacernos cargo de animales que ya no sirven para la caza, es muy fácil saber cuál será el final para esos galgos”.

“Una tercera vía –continúa esta mujer– son los cientos de protecto- ras y perreras que nos conocen y nos piden que les ayudemos a buscar familia para algunos de los muchos galgos rescatados casi a diario en un pésimo estado físico”.

A partir de los dos o tres años los cazadores empiezan a buscar ya pe- rros más jóvenes. Los galgos tienen una vida útil para la caza que raras veces va más allá de esas edades. Algunos incluso son abandonado­s antes si padecen alguna lesión.

La cofundador­a de SOS Galgos calcula que las diferentes protecto- ras que hay en España salvan cada año a alrededor de 2.000 galgos. Aunque reitera “que esa sigue siendo una cifra muy baja si se compara con los miles de perros de esa raza que se estima son abandonado­s o sacrificad­os cada año con total impunidad”.

Desde las instalacio­nes que SOS Galgos tiene en Catalunya y diferentes puntos de España se consigue encontrar un hogar para unos 300 perros al año. Son los galgos y galgas tocados por la fortuna en el último momento y salvados de una sentencia de muerte segura. La mejor noticia para esta raza es que cada día hay más personas conciencia­das sobre el incierto futuro que aguarda a estos animales. Hoy estos canes están de moda entre los perros candidatos a ser adoptados y cada vez se ven más por las calles, principalm­ente en ciudades y poblacione­s del norte de España.

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 ??  ?? Teresa Pallarés posa en su casa de Esplugues con su galga Delia, abandonada en Sevilla y que acaba de adoptar
Teresa Pallarés posa en su casa de Esplugues con su galga Delia, abandonada en Sevilla y que acaba de adoptar
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LLIBERT TEIXIDÓ Miguel, Umberto, Silvia, Anna Clements y Albert son el núcleo durodel equipo de SOS Galgos
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LLIBERT TEIXIDÓ J. RICOU
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