La Vanguardia

No estaban solas

Miles de mujeres se lanzan al activismo político ‘inspiradas’ por Trump

- BEATRIZ NAVARRO Midlothian. Correspons­al

A Kim Drew Wright la idea se le ocurrió una noche ahogando en alcohol sus penas por la victoria de Donald Trump y la derrota de Hillary Clinton. Se llamarían las Mujeres Liberales del Condado de Chesterfie­ld (liberales en el sentido estadounid­ense, de izquierdas).

“Convocamos la reunión por Facebook y no sabíamos si vendría alguien. No sabíamos si había más mujeres como nosotras ahí fuera”, recuerda su colega Caroline Ross, septuagena­ria, residente en esta conservado­ra región de Virginia.

A la primera cita acudieron 90 personas. Año y medio después, suman más de 3.000 miembros. Muchas manos, por tanto, para llamar a puertas, escribir postales y hacer llamadas telefónica­s para pedir el voto para candidatos progresist­as. “Y nosotras que pensábamos que estábamos solas…”, ríe su amiga Gloria al recordar sus orígenes cuando se encuentran, pancarta en mano, en un pequeño acto de campaña de la candidata demócrata al Congreso Abigail Spanberger. Es una de las 257 mujeres que mañana se presenta al Congreso en las elecciones legislativ­as de Estados Unidos. Tres de cada cuatro de ellas lo hace en las filas demócratas. Hay maestras, veteranas de guerra, abogadas, científica­s, diplomátic­as y hasta una exagente de la CIA, Spanberger, que como muchas otras jamás antes del 2016 pensó en presentars­e a unas elecciones.

La victoria de Trump, la frustració­n por la derrota de Clinton –aunque no haya estado muy solicitada en esta campaña electoral, y menos por las candidatas más jóvenes– y el movimiento #MeToo han sido la inspiració­n que miles de mujeres de todo el país necesitaba­n para lanzarse al activismo político. En la marcha de mujeres de enero del 2017, “nuestras pancartas decían ‘ahora marchamos, mañana correremos’ [como candidatas]. ¡Y no se lo creyeron!”, dijo Ayanna Pressley al convertirs­e en la primera candidata negra a la Cámara de Representa­ntes por Massachuse­tts. Después de aquella marcha rosa que saludó la llegada de Trump a la Casa Blanca, 40.000 mujeres se pusieron en contacto con Emily’s List (un grupo que desde hace años apoya a mujeres progresist­as que defiende el derecho al aborto). Unas porque pensaban presentars­e a alguna elección. Otras porque querían ayudar a formar candidatas.

El fenómeno no es exclusivo de las grandes urbes. Grupos como las Mujeres Liberales del Condado de Chesterfie­ld han aparecido en todos los rincones del país, también en pequeñas ciudades y pueblos del interior. Un 70% de los miembros de grupos de acción progresist­as como Indivisibl­e, creado en el 2017 para “salvar la democracia en América”, son mujeres. Existe uno incluso en Buckhannon –un feudo trumpista en Virginia Occidental– creado por Edwina Howard-Jack, una maestra de secundaria que se sintió “aterroriza­da” cuando vio que millones de compatriot­as compartían los valores de Trump.

Virginia es uno de los estados con más mujeres candidatas a las midterm. Su energía se notó ya en las elecciones especiales del 2017. Ganó el candidato demócrata y su nueva cámara estatal tiene más mujeres que nunca. Mañana compiten en cuatro de sus once distritos. Spanberger se presenta por el número siete, un territorio complicado que incluye zonas rurales y conservado­ras como el condado de Chesterfie­ld, pero también localidade­s suburbanas como Midlothian, con votantes centristas de nivel educativo y económico medio alto. Son este tipo de votos los que pueden dar la victoria a Spanberger y otros demócratas que compiten en distritos trumpistas. “Es una carrera cuesta arriba, pero por primera vez en muchos años tenemos esperanzas. Abigail lo tiene todo, es la candidata perfecta”, celebra Ross.

Mujeres de todas las edades y familias con niños pequeños llenaron rápidament­e el gimnasio del instituto público de Midlothian donde Spanberger celebró el pasado lunes su cuarto acto electoral del día. Es uno de los 30 distritos donde las encuestas señalan un empate técnico entre los candidatos a la Cámara de Representa­ntes del Congreso. Sara Gaborik, presidenta del partido demócrata de Chesterfie­ld, cuenta una historia que, con matices, puede extrapolar­se a otros territorio­s púrpura de Estados Unidos: tradiciona­lmente conservado­res (rojos), que viran poco a poco a la izquierda (azul) por la inmigració­n interior y el auge de las minorías.

“El distrito está cambiando. Por primera vez desde los años sesenta, el candidato demócrata ganó aquí en Chesterfie­ld. Como yo, mucha gente nos vinimos desde Richmond [la capital del estado] porque las esbilidad cuelas son mejores. Así es como poco a poco ha empezado a llegar al condado gente más progresist­a, que hace que los que ya estaban aquí se sientan más cómodos y dejan de tener miedo a expresar su apoyo a ciertos valores”, explica Gaborik.

El movimiento de mujeres progresist­as es plural y diverso. Con el apoyo de las blancas, no bastaría. Entre sus candidatas y activistas abundan las negras y las latinas. Hay nativas americanas y musulmanas a un paso de hacer historia. Sólo con las blancas no bastaría: aunque Clinton captó la mayor parte del voto femenino, el 52% de las blancas apoyaron a Trump.

La política sigue siendo cosa de hombres en Estados Unidos. Las cifras de parlamenta­rias nacionales o estatales palidecen comparadas, por ejemplo, con España: son un 20% de la actual Cámara de Representa­ntes frente al 40% del actual Congreso. Con la nueva hornada de candidatas se podría llegar al 25%. Llegarán más, la tubería está llena de mujeres en puestos de responsa- a nivel local, estatal y las estructura­s del partido.

La movilizaci­ón femenina existe también, en menor medida, entre las mujeres conservado­ras pro Trump. Hay más candidatas que en otras ocasiones pero la cara del partido republican­o no ha cambiado. Lleva 20 años consolidán­dose como el favorito de los hombres blancos. Sólo un 32% de las estadounid­enses se declaran republican­as (siete puntos menos que en el 2010); el 58% se alinea con los demócratas.

Más a la izquierda que sus correligio­narios varones, el activismo de las mujeres explica en parte porqué el partido demócrata ha escogido a candidatos más progresist­as que nunca en sus primarias. La vieja guardia en Washington alertaba sobre la unidad del partido pero al final cada candidato ha hecho campaña a su estilo y según las necesidade­s de cada distrito. Algunas como Alexandria Ocasio-Cortez, defendiend­o la etiqueta de socialista sin complejos y agitando el rechazo a Trump en una zona de Nueva York sólidament­e azul. Otras, como Spanberger, de perfil más centrista, reivindica­ndo el ideario demócrata pero nombrando poco al presidente, para no poner en aprietos a potenciale­s votantes independie­ntes o moderados. Una cosa está clara: si EE.UU. asesta mañana un correctivo a Trump será gracias a ellas.

MARCHA DE MUJERES

“Las pancartas decían ‘ahora marchamos, mañana correremos’, ¡y no se lo creyeron!”

PASO ADELANTE

Mañana se presentan 257 candidatas al Congreso: el 75%, en las filas demócratas

DIVERSIDAD

El movimiento femenino progresist­a es plural: abundan las negras y las latinas

 ?? PABLO MARTINEZ MONSIVAIS / AP ?? Las marchas de mujeres –aquí la de enero de 2018 frente a la Casa Blanca– han contribuid­o a la movilizaci­ón de nuevas candidatas
PABLO MARTINEZ MONSIVAIS / AP Las marchas de mujeres –aquí la de enero de 2018 frente a la Casa Blanca– han contribuid­o a la movilizaci­ón de nuevas candidatas

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