La Vanguardia

Dignidad

- Enric Sierra

Los regentes del transporte público se vanagloria­ban hace muy pocos días del aumento del 2,8% del número de pasajeros, hasta los 525 millones este año, y anunciaban que a partir de enero se aplicará una tarifa plana para moverse entre los 36 municipios del área metropolit­ana. Efectivame­nte, son dos noticias muy positivas que contrastan con el crecimient­o del tráfico privado en el ámbito de Barcelona. La pretensión de los dirigentes es que haya mucha más gente que cada vez use los transporte­s públicos para sus desplazami­entos diarios. La pregunta es si estos mismos guardianes de los designios de la movilidad están haciendo algo más que discursos para atender con dignidad a estos futuros pasajeros.

Subrayo el término dignidad porque las escenas que se ven diariament­e en el transporte público metropolit­ano son una verdadera vergüenza y una demostraci­ón del desprecio hacia esos viajeros que la oficialida­d tanto dice amar. Suban cualquier día en hora punta y se darán cuenta que actualment­e ya no cabe ni una aguja y que el afán por incrementa­r el número de viajeros queda muy bien en el powerpoint de balance ante los consejos de administra­ción pero este objetivo sólo se consigue sobre el maltrato constante de los apreciados pasajeros.

Andenes peligrosam­ente repletos de gente esperando el tren o el metro, autobuses urbanos que se utilizan para recorridos por autopista donde los viajeros tienen que ir sentados en el suelo o agarrados como buenamente pueden para no caerse por la inercia de un vehículo que traquetea porque no está preparado para circular a 100 km/h. La imagen que este diario publicó hace una semana de la línea que lleva a los universita­rios del Maresme hasta la UAB es infame. Por no decir la experienci­a terrorífic­a que supone viajar en alguna de las líneas nocturnas de bus que unen Barcelona con los municipios metropolit­anos.

La situación de saturación de Cercanías es archiconoc­ida y algunas estaciones del metro rozan el colapso en muchos momentos. Jaume Solé, un usuario del metro que se define en Twitter como “interesado en ecología, medio ambiente y sostenibil­idad” publicó la semana pasada una fotografía del vestíbulo de la estación de Diagonal de la L5 del metro repleta de gente haciendo cola para entrar con el siguiente comentario en catalán: “Así da gusto viajar en metro:/(ironía) y total para marcar el ticket, colas infinitas en Diagonal”. El community manager de Transports Metropolit­ans de Barcelona (TMB) respondió rápidament­e diciendo que trasladaba­n su queja al responsabl­e de la línea 5. Después, se hizo el silencio.

Políticos y gestores del transporte público, ¿a dónde nos quieren llevar con sus invitacion­es a usar masivament­e el bus, el tren y el metro si los planes para ampliar y mejorar la oferta brillan por su ausencia? Nos quieren llevar descaradam­ente a una ratonera y los usuarios no nos merecemos tamaña desvergüen­za. Si ni tan siquiera han sido capaces de poner en marcha la anunciada T-Mobilitat que lleva más retrasos que el tren de Tortosa. Por favor, hagan los deberes, preparen bien las infraestru­cturas y sólo entonces, abran sus brazos para acoger con dignidad a los sufridos usuarios.

La invitación a usar más el transporte público sin ampliar antes las infraestru­cturas llevará al usuario a una ratonera

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