Formando droneras
El Citilab de Cornellà prioriza a las mujeres en un curso becado para sacarse el carnet de dron
Al principio me costó animarme, pero las mujeres estamos capacitadas para cualquier tipo de trabajo, todo es ponerse, aunque sea en sectores considerados de hombres”, cuenta Irene Pérez, una vecina de Cornellà de Llobregat de 31 años que está estudiando el curso de pilotaje de drones que está impulsando el Citilab de su ciudad. Si supera las pruebas, conseguirá el carnet para conducir estos vehículos aéreos sin tripulación, cada vez más utilizados por empresas de diferente índole. La clase es de ocho personas: hay cinco mujeres y tres hombres.
Con el apoyo del Ayuntamiento y el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB), este laboratorio ciudadano de nuevas tecnologías lanzó una serie de becas, a razón de 1.500 euros por alumno, para personas sin empleo de Cornellà que “priorizaban a las mujeres” en la convocatoria, según explica su director, Javier González. “La idea nace de un problema social: las mujeres no participan mayoritariamente de las profesiones tecnológicas, aunque sean el futuro de la economía”, recuerda González. “A nivel Europeo, sólo el 30% de profesionales tecnológicos son mujeres y el porcentaje se reduce al 20% si hablamos de emprendedoras en este sector. Desgraciadamente son una rara avis”, argumenta. La situación en Barcelona no es mucho mejor. Según un estudio elaborado por el Consistorio de la capital catalana, sólo el 34,2% de personas que trabajan en el ámbito TIC son mujeres y el 49% de estas lo hace en cargos relacionados con la administración. Únicamente el 13% de los estudiantes universitarios en grados sobre nuevas tecnologías son mujeres, dato que no atisba un futuro más halagüeño.
“Lo vimos en un grupo de Facebook y lo comentamos en casa: esto es el futuro”, relata Manuel Muelas, el marido de Irene, que estudia el mismo curso. Ambos tienen una hija de cuatro años en común y están ilusionados ante la posibilidad de conseguir el carnet de dron. Así esperan mejorar el currículum y tener más suerte en su búsqueda de empleo. “Nos informamos sobre sus aplicaciones en el mundo audiovisual, urgencias, reparto, seguridad y agricultura. No son juguetes”, añade este hombre de 40 años. “Antes la gente que se quedaba en paro y se sacaba el carnet de camión, pues nosotros el de dron, pensando en un futuro a cinco o diez años vista”, sentencia Manuel. “La beca es una buena oportunidad, también para romper estereotipos”, remata Irene.
“Sí que costó animar a las mujeres para el curso, es que hay profesiones asociadas a un rol masculino”, reconoce la responsable de Ocupación y Emprendimiento del Citilab, Roser Santamaría. “Al principio llegaron con miedo, también hay que tener en cuenta que vienen en situación de paro, con cierta falta de autoestima e inseguridades”, relata una de las ideólogas del proyecto. “Pero al pasar los días las he visto contentas y llenas de motivación”, agrega. Santamaría lleva trabajando siete años en el Citilab y explica que cada vez les visitan más niñas. “En los sectores tecnológicos es donde se está creciendo laboralmente”, considera. Según ella, si no se acaba con la brecha de género en este ámbito se generará “no sólo desigualdad cultural, sino también económica”.
“El curso ha ido muy bien, ha sido muy interesante, a ver cómo van los exámenes”, dice Irene poco antes de subir al teórico tras 107 horas de clases. La prueba práctica la realizarán en Castellbisbal. La formación la está gestionando una empresa especializada en drones, Fmic, que precisamente nació en el vivero de empresas del Citilab. “Apoyamos a los emprendedores y hacemos que el conocimiento se acabe democratizando, llegando a más personas”, presume Javier González. “Si encontramos alianzas, estamos dispuestos a repetir el curso de drones”, desvela el director del centro.
“Ahora estamos pensando en una formación especializada en internet de las cosas, los trabajadores que hoy tiran cable mañana instalarán sensores y necesitan formación específica”, idea el director de este centro que potencia las nuevas tecnologías en el Baix Llobregat desde hace más de una década. A su lado una parada del Trambaix, las obras de la nueva biblioteca municipal de la Fontsanta y el estadio del emblemático equipo de fútbol del barrio, que en el 2002 creó una escuela de fútbol femenino que con el paso de los años se ha convertido en una de las referencias en Catalunya.
“Antes la gente que se quedaba en paro se sacaba el carnet de camión, nosotros el de dron”, dicen los alumnos