A la espera de la caravana de migrantes.
Llegarán unas 5.000 personas, que decidirán si quedarse o seguir hacia EE.UU.
Tras recorrer 300 kilómetros, ayer llegaron a Ciudad de México los primeros 450 integrantes de una caravana de unos 5.000. Los soldados enviados por Trump ya esperan en la frontera (foto).
Llegaron el domingo a Ciudad de México tan exhaustos que sólo tuvieron fuerzas para coger una manta y tumbarse en las gradas del estadio de fútbol Jesús Martínez Palillo. Era el primer grupo de la caravana de migrantes: 450 personas, la mayoría hombres y niños hondureños, que venían de Córdoba (la capital del estado costeño de Veracruz) tras un tortuoso trayecto de unos 300 km. De nuevo, tuvieron que apañárselas: las autoridades de Veracruz retiraron su promesa de ofrecerles autobuses para alcanzar la capital. Así que algunos hicieron el recorrido a pie y otros se buscaron la vida para viajar en distintos medios de transporte.
“No me queda nada de lo que llevé de Honduras. Ayer tuve que andar descalza”, contaba Kenia Alvarado, de 21 años, en el diario El Universal. Para esta joven y el resto de la caravana de migrantes, la llegada a México DF simboliza una meta en su larga huida de sus hogares, que se vieron forzados a abandonar por la pobreza, violencia e inseguridad que acechan a Honduras, Guatemala, El Salvador o Nicaragua.
Durante el día de ayer, estaba previsto que llegaran mil personas más al estadio, y en los próximos días que se reagrupe el total de 5.000 migrantes que integran la primera caravana.
“El compromiso del puente humanitario en la capital mexicana sirve para brindar refugio, alimentación y servicios sanitarios. Pero, sobre todo, para ofrecer toda la información que hay que saber a la hora de seguir el camino hacia Estados Unidos o quedarse en México”, contaba a Efe el sacerdote católico y activista mexicano Alejandro Solalinde. “La idea que tenemos es que se junten todos en Ciudad de México. Parece que se va a lograr pero algunos ya se fueron al norte del país hace dos días”, añadió.
Los migrantes de la caravana tienen ahora dos opciones si no quieren regresar a casa. La primera es seguir el camino hacia EE.UU., con todos los riesgos que eso conlleva. A las adversidades del camino (hambre, cansancio, meteorología) se suma la mano dura que Donald Trump ha prometido contra ellos. El presidente ha reforzado la frontera con más de 7.000 efectivos en Texas, Arizona y California y planea emitir una orden general de detención a todos los que crucen la frontera sur o que entren en el país de forma ilegal para pedir asilo.
“Estamos preparados para llegar a EE.UU. y hacer realidad el sueño americano. Tenemos fe en Dios para hacerlo, cualesquiera que sean las circunstancias que tengamos que afrontar”, decía convencido a Reuters Mauricio Mancilla, quien huye con su hijo de 6 años de la ciudad hondureña de San Pedro Sula.
Para los que no lo vean tan claro, la segunda opción es quedarse en México e intentar empezar una nueva vida con la obtención del asilo. “Si puedo encontrar un trabajo para ayudar a mi familia me quedaré aquí. Es muy pobre y necesito ayudarles”, explicaba el hondureño Jackson García a la BBC.
Solalinde apunta que “algunos de los migrantes tienen familiares en México y que además, el Gobierno ha creado ofertas de trabajo y un fondo de empleo para los recién llegados, en especial mujeres con niños”. Bajo la presión de Estados Unidos, el Gobierno de Enrique Peña Nieto se ha visto obligado a ofrecer papeles y empleos temporales a los migrantes que pidan asilo en los estados de Chiapas y Oaxaca. Según datos que el Gobierno dio a conocer el sábado, México está tramitando alrededor de unas 2.800 peticiones de asilo, unos 1.100 centroamericanos han sido deportados y unas 500 personas han pedido asistencia para volver a sus hogares.
México afronta una llegada de migrantes sin precedentes, con tres caravanas de millares de personas concentradas en poco más de 500 quilómetros. La primera, que inició su éxodo hace más de tres semanas y que suma ya más de 5.000 personas, es la que esta semana empieza a llegar a Ciudad de México. La segunda, de un millar de personas más, se encuentra en Chiapas, camino de la capital mexicana, y la tercera, con otras mil personas más, acaba de cruzar el río Suchiate, que separa Guatemala de México.
“Estamos preparados para hacer realidad el sueño americano”, dice un hondureño que huye con su hijo de seis años