Canadá sacude el debate sobre la legalización del cannabis
La legalización del uso recreativo sacude el debate sobre la regulación
La legalización del uso recreativo del cannabis en Canadá, el país más grande en hacerlo, con un enorme impacto social y político en todo el mundo, ha sacudido el debate abierto de forma casi permanente en torno a las formas de regular los distintos usos, también el terapéutico, de una de las drogas más consumidas en el planeta. Partidarios y detractores exponen sus razones conscientes de que los pasos dados hacia delante por países avanzados, acabarán influyendo y propiciando más cambios a escala global.
Un consumo siempre adulto, porque si en algo hay consenso es en el daño irreparable que provoca la marihuana en cerebros en fase de desarrollo, como el de los adolescentes, sector de población en el que crece su utilización.
En las principales ciudades canadienses se ha hecho evidente en las últimas dos semanas, desde la entrada en vigor del cambio legislativo, el interés ante la puesta en marcha de la venta legal para un consumo lúdico, sólo en los puntos autorizados por el Gobierno. “Hay mucha demanda, con colas en la calle para comprar; hay mucha curiosidad, hacía mucho tiempo que se estaba esperando, aquí es una droga de uso muy frecuente”, explica Jordi Pérez, médico experto en el uso terapéutico del cannabis, afincado en Canadá.
“Legalizar tiene una ventaja, evitar el tráfico ilícito, y también riesgos, porque es una droga peligrosa, no es inocua, como algunos perciben. En Europa, las dos drogas más problemáticas son legales: el alcohol y el tabaco. En Canadá tienen ahora tres drogas peligrosas legalizadas”, advierte Rafael Maldonado, catedrático de Farmacología de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), experto del impacto que tiene esta sustancia psicoactiva en el cerebro.
Lo que pase en Canadá servirá de laboratorio real de los efectos de legalizar una droga tan popular. El doctor Pérez, que dirige la clínica del dolor oncológico de la Universidad de McGill en Canadá, sostiene que el interés por la marihuana recreativa decrecerá a medio plazo y destaca que comprar en un mercado regulado da garantías al consumidor. “El producto es siempre igual, biológicamente seguro, sin pesticidas”.
Voces autorizadas alertan de otro riesgo: la legalización social- mente tendrá un impacto negativo en materia de prevención e incrementará el consumo, al crecer la creencia de que si la marihuana es legal, como lo es el alcohol, es una sustancia inocua si no se abusa de ella y se sufre una adicción. “En países que han regulado, como Holanda, no ha crecido el consumo”, rebate Joan Colom, subdirector general de Drogodependències de la Generalitat.
La regularización de la venta de la marihuana serviría, como esperan que suceda en los países que han optado por legalizar, para visualizar y tener datos reales sobre el consumo. Información más fiable para diseñar campañas de prevención en lugar de mirar hacia otro lado, porque el consumo persiste en el mercado negro.
“Si el consumo estuviera regu-
Con datos fiables sobre la venta sería más fácil hacer campañas preventivas
“Hay colas en la calle para comprar, hay curiosidad; aquí es una droga de uso frecuente”
lado, podríamos tener una acción de salud pública preventiva; si se mantiene escondido y estigmatizado, no se aborda ni se trata. Desde la perspectiva de salud pública el cannabis no es aconsejable, no lo recomendaremos nunca”, destaca Colom. La Generalitat, partidaria desde hace años de una “regulación inteligente para establecer las normas del juego”, mira con atención todo lo que está sucediendo en Canadá. “Es un país importante a nivel internacional, contribuirá a la reflexión; el debate existe”, dice Colom. El Constitucional anuló la ley catalana que pretendía regular las asociaciones cannábicas al considerar que al tratarse de una sustancia estupefaciente, la competencia es del Gobierno español.
“Con la regulación de los 800 clubs que hay en Catalunya se pondría orden y se marcarían los límites; es un problema de salud pública al que daríamos visibilidad. Los clubs y los consumidores existen”, añade Colom. Con la regularización se podría realizar un seguimiento de los perfiles y hábitos del consumo adulto.
La popularización del uso lúdico, con la legalización, preocupa a los defensores de sus aplica- ciones terapéuticas. La llegada hasta la marihuana de personas atraídas por su potencial paliativo por la puerta de entrada de su versión lúdica puede generar confusión y mala praxis. La delimitación de los dos escenarios es básico, lo que hace necesaria más información, dicen los expertos.
“La convivencia entre los dos usos es un reto importante: dónde está el límite entre tratar un síntoma o tomarlo para sentirse bien; el producto de la tienda, el recreativo, es muy distinto al del uso clínico”, destaca el doctor Pérez. “El uso recreativo no tiene nada que ver con el terapéutico, que se ha utilizado para crear la falsa sensación de sustancia inocua, para confundir”, advierte Maldonado (UPF).
Los clubs españoles de consumidores de cannabis, con mucha presencia en ciudades como Barcelona, siguen con interés lo que pasa a nivel internacional. Claudi Morer, abogado que asesora a varias asociaciones, defiende que los clubs “son legales”, siempre que no incurran en malas praxis, como hacer negocio con la venta. “La marihuana es legal en España, puedes cultivar y consumir, lo que es ilegal es el tráfico”, recuerda Morer. Las asociaciones denuncian “la presión judicial” en una situación “contradictoria”. “Los ayuntamientos otorgan licencias y sus policías actuan”, añade el letrado.
Mirar de frente a la marihuana serviría para recaudar impuestos y realizar más campañas públicas para informar y concienciar a la población adulta y también a la adolescente de los riesgos de consumir una droga, una de las grandes preocupaciones de la comunidad médica. En Canadá se está debatiendo si establecer la mayoría de edad para el consumo del cannabis por encima de los 18 años, a partir de los 21.
Muchos paralelismos se establecen entre cannabis y alcohol. Como sucede con las bebidas, con su consumo extendido y tolerado socialmente, las consecuencias de conducir después de haber tomado marihuana son muchas veces funestas. En Canadá, conscientes del riesgo de que se incremente la incidencia de la droga en la seguridad viaria, impulsan nuevas campañas preventivas.
El tiempo dirá si Canadá será o no un punto de inflexión. “Lo utópico sería una sociedad libre de drogas. Hay resistencia a los cambios por miedo. Las encuestas que se han hecho a nivel europeo muestran que la mayoría es favorable a la regulación, pero en cambio se tiende a pensar que hacerlo aumentaría el riesgo y reduciría la prevención; pero es todo lo contrario, con los impuestos generados se podría hacer más prevención”, argumenta Colom.
Los expertos temen que personas atraídas por el uso terapéutico lleguen a la vía lúdica