Florida, la prueba del nueve
LOS estadounidenses van hoy a las urnas para renovar las dos Cámaras del Capitolio, elegir a 36 gobernadores y centenares de congresistas. Son unas elecciones a mitad de mandato del presidente que resultan un referéndum sobre su persona. Pero, además, actúan como un factor de equilibrio en la democracia del país. Si Donald Trump mantiene sus mayorías en el Senado y en la Cámara de Representantes, le faltará tiempo para sacar pecho, acallar críticas y presentarse como el presidente más querido de la historia.
Uno de los estados donde se ha vivido más intensamente la campaña electoral ha sido Florida. El diario Le Figaro califica este territorio como “el eterno barómetro electoral”, porque en lo que va de siglo nadie ha podido imponerse en Washington sin tener de su lado este estado de población diversa que se considera el mejor reflejo de la nación entera. Su capital es Tallahassee, pero su metrópoli de referencia es Miami, una ciudad tremendamente vital, capaz de reinventarse ante cualquier crisis. La última, hace apenas diez años, sirvió para que las autoridades apostaran por la cultura como elemento transformador. En menos de dos años, Miami volvía a ser una urbe en expansión gracias a su apuesta por las bellas artes: se construyeron auditorios, museos, teatros e incluso todo un barrio (Design District) para la cultura. Tanto Trump, que tiene aquí una residencia, Mar-a-Lago, que es la Casa Blanca de invierno, como Barack Obama han estado haciendo campaña para sus respectivos candidatos. Las encuestas ofrecen resultados igualados, con una participación estimada del 55%, por encima de la media del país.
Lo que ocurre en Florida, tierra descubierta por Juan Ponce de León el día de la Pascua Florida, de ahí el nombre, es la prueba del nueve de que todo cuadra (o no) para el presidente.
En el electorado del estado existe la conciencia de que ellos deciden la suerte de toda la nación.